Capítulo tres.

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Me sorprendí un poco cuando al día siguiente el tipo nuevo seguía yendo a la escuela intacto y sin lucir como si la estuviese pasando mal, él incluso se atrevió a cuestionarme porque no me presenté a las demás clases y yo solo dije que me sentía mal del estomago para no decir que el chico que estaba a unos cuantos metros de nosotros me había meado.

Jaebeom lucía excepcionalmente molesto esa mañana cuando lo vi en los pasillos antes de ingresar a clases, él incluso no me había dicho nada ni molestado lo cual me pareció un poco curioso, de igual manera evite pasar cerca de él ya que parecia que por poco hechaba humo por las orejas mientras hablaba con Jinyoung y Yugyeom.

Me había hecho una pequeña idea de lo que estaba pasando, y es que mi mente vinculaba el hecho de que el tipo nuevo a lado mio parecía normal con el malhumor de Jaebeom. No era normal que luego de que alguien se atreviese a responderle a Jaebeom siguiese viviendo su vida normal.

Cuando el timbre sonó me mantuve en mi sitio rezando para que ellos se olvidaran de mí pero lastimosamente no fue así, Yugyeom ni siquiera salió del salón como lo hacía para luego volver con los demás, simplemente se levantó y me dijo que lo siguiera con su rostro serio.

Cuando noté que me estaba guiando hacia la puerta que daba al patio quise huir, odiaba eso, pero como si el idiota me leyera la mente me tomó de la muñeca antes de siquiera pensar un plan de escape.

Jinyoung estaba fumando mientras Jaebeom jugaba con un cuter, tallando una y otra vez aquel árbol. El rostro serio de Jaebeom se transformó en cuanto me vio, lucía extremadamente feliz y eso solo me ocasionó miedo. Sabía lo que estaba pasando.

- Yeonjun, me alegra tenerte aquí -dijo mientras se acercaba a mi, su sonrisa tembló en cuanto vio que no apartaba la mirada y me arrepentí de hacerlo porque enseguida su mano impacto con fuerza en mi mejilla. Sentí que perdía el equilibrio, Jaebeom siempre había tenido la mano pesada-. No sé que le pasa a los niños de hoy en día pero cada día están más rebeldes. ¿Te dije que me podías mirar?

Clavé mi mirada en el suelo, quería desafiarlo, ser tan fuerte como el tipo nuevo, pero yo no podía arriesgarme como él lo hacía. Negué con la cabeza.

Respiraba profundo aguantando el dolor de cada uno de sus golpes, sabía que debía mantenerme firme y dejar que me golpeará cuanto quisiera, él estaba enojado y no debía molestarlo más.

Fue mi error, lo sé. No debí haber corrido el rostro pero ya me dolía demasiado, estaba agotado.

Parecía ser que aquello era en realidad lo que Jaebeom buscaba, y yo como un idiota caí en su juego. Él siempre le hacía creer a todos que yo era quién agotaba su paciencia, que yo tenía todo merecido.

Él comenzó a gritar, diciendo como me atrevía a esquivar sus golpes mientras yo me disculpaba. Luego me empujó cuestionandome quién me había dado el derecho a hablar y a interrumpirlo.

Cuándo le pidió su encendedor a Jinyoung supe que las cosas no iban por un buen camino.

Nadie iba a escuchar mis gritos, y si lo hacían fingirian que no era nada.

El dolor de un cuter caliente presionando contra tu espalda para luego hacer cortes no era mi favorito.

Mi respiración era inestable, sabía que debía levantarme e ir a clases tenía un examen importante pero no podía hacerlo porque mi espalda dolía y ardía de una forma grotesca. Gotas suaves comenzaron a caer sobre mi rostro y sonreí, porque cuando todo es sufrimiento lo unico que podía hacer era sonreír ante la ironía de la vida.

Yo fui quién se había entregado al sufrimiento y dolor con los brazos extendidos, yo fui quién aceptó vivir su vida de esta manera.

Mis lágrimas se mezclaron con la lluvia mientras un pequeño pensamiento apareció en mi mente. Ojalá morirme.

¡Ouch! » YeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora