Capítulo dos.

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Quizá había mentido un poco cuándo dije que realmente no me importaban las cosas que me hicieran o el daño que me ocasionaran porque cuándo a la salida el tipo nuevo me detuvo en los pasillos para devolverme el bolígrafo que le había prestado y mis ojos inconscientemente se dijeron a ellos pudiendo ver como me miraban como si hablar con él nuevo hubiese sido el peor error de mi vida sentí un terror indescriptible.

Llegué a casa con mi cuerpo temblando y mi cabeza intentó justificarlo con que era culpa del frío aunque el día estuviese soleado. Tenía miedo, mucho miedo, cada día se volvía aún más agotador, mi mente estaba cansada. No quería que las cosas empeoraran y fue por ello que siempre intente mantenerme al margen, cosa que el estúpido tipo nuevo había arruinado totalmente.

Lloré en mi cama hasta que no hubieron más lágrimas. Si las cosas eran así de horribles cuando me mantenía al margen no quería imaginarme que iba a pasar por las acciones del nuevo.

...

Me había quedado dormido.

Con pánico salté de la cama e hice lo más rápido posible mi rutina diaria que consistía en bañarme, alistarme y comer lo primero que encuentre en las alacenas. La ansiedad que tenía no me dejó pasar más de dos bocados del sandwich improvisado que había hecho, dentro de una de las tantas reglas no escritas que tenían esos chicos conmigo era que yo nunca debía llegar tarde y ellos realmente se molestaban cuando incumplia cualquiera.

Aún cuándo di todo de mi para no llegar tarde el tiempo no estuvo de mi lado. Pude haber llegado a tiempo si no fuese porque el autobús ni siquiera pasó, tuve que correr hasta el instituto cuando yo odiaba correr. Cuándo entre los pasillos vacios me anunciaron que ya era tarde pero me permití ver el reloj en una de las paredes, ya habían pasado quince minutos de la hora de entrada.

Estaba muerto.

El profesor en un principio no me quiso dejar pasar, después de todo así era el profesor Min, estricto con la hora de llegada. Quizá fue la desesperación que había en mi voz la que ablando un poco su corazón. Cuándo el profesor me dejó entrar uno de mis compañeros, Lee Minho, comenzó a quejarse, él era uno de los que solía llegar siempre tarde y por ello había perdido más de una clase, él profesor Min lo mandó a callar y le dijo que era la primera vez que yo lo hacía.

Me sente en mi lugar, siendo consciente que la mala mirada de Minho me seguía. Recibí un saludo del tipo nuevo lo cual me descolocó un poco, lo ignoré más que nada por mi bien. Tampoco sabía que era lo que el quería saludandome y pretendiendo ser amable conmigo, seguramente no tardaría mucho en volverse un espectador más de todo lo que me sucedía o incluso uno más de ellos.

Normalmente quería que el tiempo pasará rápido pero específicamente ese día no lo quería. Cada vez que veía que la hora en el reloj había cambiado la ansiedad en mi estómago incrementaba, como si fuese un agujero negro consumiendome por dentro

El timbre que anunciaba el receso sonó, todos parecían felices menos yo. El ruido aturdio cada parte de mi ser, como si fuese la campana que anunciaba el infierno que se aproximaba. No tenía a dónde huir, y si lo tuviera no serviría de nada.

Unas sombras aparecieron reflejandose en mi pupitre junto a unas voces que mis oídos solo podían percibir como ruidos molestos.

Jinyoung me dio un golpe en la nuca mientras mencionaba mi tardanza y lo problematico que eso era. Jaebeom murmuró en mi oído que hacer nuevos amigos era malo.

Mis manos temblaron de impotencia, los odiaba, pero internamente me odiaba más a mí por haber dejado que todo escale progresivamente y haberme vuelto su juguete favorito.

- ¿Por qué mierda lo tratan así?

El aire se me escapó de los pulmones, su voz fue la única que pude escuchar con total claridad, no era un ruido que solo me causaba molestia. No te metas por favor, susurró una voz en mi mente. Eso solo lo hará más difícil para mi y para ti.

¡Ouch! » YeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora