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Terius por su parte, se levantó muy temprano, se dio una ducha y cuando se disponía en salir de la habitación para hablar con Rob sobre lo de la inversión, la rubia se despertó—¿Te...rry? ¿Qué haces aquí? —Interrogó con el ceño fruncido y agarrándose la frente.

Él devolvió sus pasos y se le acercó— Buenos días doctora—. dijo con su coqueta sonrisa y un brillo especial en sus ojos color zafiro—. Le alcanzó una botella de agua pura—Toma, supongo que lo necesitas.

—Gracias—. Le devolvió la sonrisa, pero seguía confusa.

—De nada. Y respondiendo a tu pregunta, estoy acá porque es mi habitación —. Respondió con un tono de ironía y diversión a la vez.

Candice se atragantó con el agua, y abrió los ojos estrepitosamente. Efectivamente se dio cuenta de que esa no era su habitación.

—¿Qué? ¿Cómo es que resulté aquí? — Exclamó alarmada y miró debajo de las sábanas...

—¡Hey, tranquilízate!, y como ya te diste cuenta, traes la ropa puesta; porque lo único que hice fue prestarte mi cama para que durmieras plácidamente...

A Candice se le tiñeron las mejillas de color carmesí, recordó algo vagamente—. Discúlpame por favor...

Él se carcajeó—No te preocupes, y para tu tranquilidad, entérate que dormí en el sofá... —señaló con su dedo índice.

Ella resopló con alivio.

Pero entonces él quiso embromarla—Ah, eso sí, antes de dejarte sola en la cama, te apoderaste de mi boca y me diste muchos besos...

Ardlay ya no sabía en donde esconder la cabeza por la vergüenza—Yo... —se quedó sin palabras—Creo que me pasé un poquito de copas—. Comentó en voz baja.

El castaño soltó tremenda carcajada, ella solo apretó los ojos con fuerza por la migraña que se cargaba—Perdona hermosa— se disculpó por causarle la molestia. Siguió hablando solo que en un tono más bajo— ¿Un poquito? Pues déjame contarte que con ese poquito, tuve para escucharte toda la noche. No dejabas de hablar de un tal Tony y una tal Rosa, qué por cierto, no es que sea entrometido, pero, ¿quiénes son, son tus padres?

Candice negó con la cabeza— No, no son mis padres. Tony, es mi primo y supongo la tal rosa que dices no es una mujer, sino es una flor, una rosa, para ser exactos—. Se levantó de la cama dispuesta a ir al servicio sanitario—. Pero cómo sea, y haya dicho lo que haya dicho, no cuenta; y lo sabes—. Cerró la puerta detrás de sí.

—Ah que lástima, yo qué pensaba complacer a tu petición—. Él dijo en un tono de desilusión.

Ella habló un poco más fuerte desde el servicio—¿Complacerme?, ¿Cómo así? explícate.

—Olvídalo pecosa, él se dispuso a salir.

La rubia no se quedaría con la duda, así que tal y cómo lo suponía el castaño, salió del servicio y antes de que él abandonara la habitación, le preguntó con insistencia.

La noche anterior, Terius estuvo a punto de besarla moría de deseo por hacerlo, pero se contuvo ya que no lo consideraba propio, se apartó de la cama y dispuso dormir en el sofá, sin embargo, no podía ya que la pecosa entre sueños balbuceaba cosas y a él le interesaba escucharla.

—Entre tantas cosas, me suplicaste que no me olvidara de ti y fuera a buscarte a Chicago, para, quizás tener una cita... —Le dijo al fin. Candice se sintió tan abochornada, que lo soltó del brazo, y se apartó de su lado. Sentía mucha pena y vergüenza. Pero lo que ella desconocía, era que eso solo había sido un invento de Terius para verla en un futuro cercano.

♡_TU AMOR ME SABE BIEN_♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora