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Nueva York.

Terius estaba en la sala de juntas cuando su móvil vibró, se disculpó con los socios presentes y salió con el móvil pegado al oído.

—¿Cómo estás?

—Todo bien por acá señor G.

—Me alegro. Dime que noticias tienes.

—Ya terminaron de analizar toda la información que usted nos brindó, y me complace anunciarle que sí, es usted, uno de los dos hombres que califica como comprador del viñedo.

Terius soltó el aire que sin darse cuenta había retenido, pero entonces, las palabras resonaron en su cabeza. —Espera, ¿dijiste uno de los dos compradores?, no sabía que había otro interesado.

—Así es. Pero de momento no puedo darle más detalles, cuando se le termine de investigar a él si es que cualifica, ya nos pondríamos en contacto para reunirnos los tres.

Esa noticia no fue del agrado de Graham, así que respondió más serio de lo normal —Siendo sincero, no me esperaba esta novedad. Pero está bien, me interesa conocer al otro comprador, por favor en cuanto tengas noticias, llámame.

—Así lo haré señor G. Usted no se preocupe.

—Gracias.

—A usted, adiós.

—Adiós.

Terius volvió a la sala de juntas, pero poco pudo concentrarse, pues saber que compartiría la propiedad con otra persona no era de su agrado. Aunque al analizar la situación, los señores Brighton estaban actuando a su propia conveniencia, pero, él simplemente no estaba conforme.

Richard observaba en silencio al ojiazul, estaba haciendo todo el esfuerzo por entenderlo, pero aquello era imposible, el carácter de su hijo era impredecible. Desde que había vuelto de California, todos lo habían notado con mucho mejor ánimo.

Pero al volver de aquel repentino viaje de Chicago, su temperamento se volvió insoportable y esas sutiles líneas de expresión en su rostro, reflejaban alguna preocupación

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Pero al volver de aquel repentino viaje de Chicago, su temperamento se volvió insoportable y esas sutiles líneas de expresión en su rostro, reflejaban alguna preocupación.

Rob, fue quien no quiso quedarse con la incertidumbre y al terminar la junta, fue directo a buscarlo a su oficina.

—Ingeniero, el señor Rob lo busca — Anunció Yovania, su secretaria.

—Por favor, hazlo pasar.

—Muy bien Ingeniero.

Terius hizo espacio en su escritorio, apiló las carpetas y las apartó. Se colocó en pie al ver entrar al hombre mayor.

—Muchacho, espero no importunar—. Fue lo primero que expresó el señor Hathaway, al notar el desorden en la oficina de Graham, ya que eso era poco usual en él.

—No para nada, de hecho, ya casi estaba por terminar de revisar unas cotizaciones—. Mintió, ya que ni siquiera se había tomado la molestia en abrir una sola de las carpetas.

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