CAPÍTULO II: "LA SOSPECHA"

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**Ella no recuerda el instante en el que el calor de su sangre y las manos de "ojos verdes" mantuvieron el contacto, pero él sí. Es cierto que la joven le resulta, en cierto modo, indiferente, pero hay algo que todavía remueve su interior, una sensación extraña con sabor amargo, como la culpa mezclada con bourbon.

Encontrar a ese niño, Tadeo, era su única misión, su nuevo propósito de vida desde el minuto 1 en el que dieron la voz de alarma. A 10 grados bajo cero, la tarea por encontrarle resultaba cada vez más complicada. De hecho, el Sol ya estaba bajando, y la noche sería dura. No podían dejar que pasara un solo día sin encontrarle. Así que, cuando la joven ensangrentada apareció de la nada, ella parecía la única respuesta posible; la tiró al suelo, la desarmó y trató de interrogarle.

Lo primero que pensó fue que era culpable, una asesina, y en eso no se equivocó, estaba muy en lo cierto... Pero dentro de su acierto, hubo 2 equivocaciones. En primer lugar, se equivocó al reafirmar en su interior que la víctima había sido Tadeo, porque la persona a la que mató, ni se llamaba Tadeo, ni era su primera y única víctima. Pero también se equivocó al juzgar sus intenciones, al no ver más allá de su sangre. Al no ver, o no querer ver... El dolor en sus ojos.

Sin embargo, el policía también se equivocó en algo; se equivocó al decir que era solo una cría

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Sin embargo, el policía también se equivocó en algo; se equivocó al decir que era solo una cría. Es cierto, era muy joven; de hecho, no debía ser mayor que su hija. Pero, después de todo lo que había pasado, Vega Díaz, ya no era solo una cría.

Fuera como fuera, no podían dejarla ahí. Es verdad que una persona cubierta de sangre y que parece estar fuera de sí, no parece alguien muy confiable, y mucho menos en las circunstancias actuales. Pero, en un mundo en el que los pocos seres humanos que quedan se saquean y matan entre ellos, no podían permitirse despreciar una vida que, quizás, sí mereciera la pena salvar.

Además, aunque la chica no fuera culpable de la desaparición o la posible muerte de Tadeo, quizás sí tenía respuestas, quizás sabía algo más; a lo mejor, se había visto envuelta en un altercado violento en el que él hubiera estado presente.

No había mucho margen para pensar. Ahora ella estaba en el suelo, inconsciente, y tenía una herida abierta en el pecho. No había tiempo que perder.

Cuando "ojos verdes" se dio cuenta, el sabor amargo le inundó la garganta. Primero, ayudó a "Domis" a cargar con ella; aunque la joven era ligera, la gravedad del suelo exigía con ansias su cuerpo. Miró al cielo; quedaban pocas horas de luz, y había mucha nieve; si ya era complicado y peligroso andar por ella, todavía lo era más con un peso añadido.

Lo mejor y lo más lógico, hubiera sido que "Domis" se adelantara y cargara con ella hasta la granja, haciendo uso de las mejoras de su traje de policía. No obstante, "ojos verdes" insistió en que él debía quedarse para seguir buscando a Tadeo. Si el crío seguía vivo y estaba en apuros, sería mejor darle los beneficios de su traje a él, antes que a una desconocida llena de sangre.

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