El Funeral

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"A menudo, la vida nos muestra escenas que contrastan, como el blanco y el negro en un funeral

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"A menudo, la vida nos muestra escenas que contrastan, como el blanco y el negro en un funeral. La tristeza se convierte en un sombrío telón de fondo donde los corazones se entrelazan en un abrazo de consuelo. Pero detrás de esa cortina de luto, cada uno lleva sus propios secretos y miedos, como un bosque oscuro que oculta criaturas insondables."

Capítulo 1

Los Funerales son el cliché más típico de nuestras vidas. Casi siempre hay nubes grises, personas vestidas de negro, llanto y tristeza a flor de piel. Las palabras de condolencias, si bien muchos la expresan con incomodidad, representa una forma de decir "estoy contigo", aunque no puedan entender tu dolor. Y es que aunque todos experimentamos las pérdidas, lo único que no llegamos a compartir y se vuelve un enigma, es experimentar ese dolor bajo nuestra propia piel. Y he ahí la particularidad del ser humano sobre sus problemas...

El escenario a continuación, no era muy distinto a la mayoría de los funerales: No solo había nubes grises en el cielo, sino que llovía con delicadeza, como si el mismo cielo se uniera a la tristeza de todos los que allí estaban. Había un enorme techo colocado, y debajo de este habían filas de sillas de color blanco, adornadas con flores celestes y blancas, que inundaban el ambiente con un olor cálido y agradable. La mayoría de los presentes estaban sobre la silla, pero otros, estaban de pie alrededor de la tienda con paraguas alzados cubriendo sus cabezas.

De haber sido otro panorama, la tienda, las flores y el orador, podrían haberse tratado de un momento mucho más feliz, como en una boda. Si meditáramos un poco sobre el escenario de una boda y un funeral, externamente podría no ser muy distinto. Pero sí, las vestimentas, los rostros y el sentido de por qué se está allí, lo cambia todo. Pese a que los colores blanco y azul pudiera fácilmente representar el símbolo de un amor eterno, en este momento representaban una despedida de alguien que dejó el mundo demasiado pronto.   

Emma estaba sentada junto a su madre, moviendo los pies con un poco de ansiedad debajo de la tienda. Su mirada estaba fija en el césped húmedo que rozaba sus zapatillas, y con sus pulgares comenzaba a juguetear con el resto de sus dedos. Hábito que tenía seguido cuando se sentía inquieta. 

 Aquel era el cuarto funeral al que asistía con su madre, y como siempre, se sentía nerviosa al escuchar llorar en cada rincón a los familiares y a las amistades cercanas del ser que se encontraba, en aquella urna de color blanco y pequeña, que estaba detrás del orador repleta de coronas, flores y rosas. Más allá, estaba el retrato de un niño más pequeño que ella. Sonreía de tal forma en la foto que se le achinaron los ojos. Su cabello era castaño y corto, y vestía una camiseta de cuadros. 

Cuando el orador acabó, la mayoría comenzó a hacer filas para dar sus últimas palabras y despedidas al muchacho.

—Hola, Clara, que gusto verte. Pero que lamentable que sea en estas circunstancias —dijo una mujer, contemporánea con Clara, con una débil sonrisa en el rostro que se había acercado con toda intención. 

El Monstruo en el EspejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora