Capítulo 14.

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York Sidney.

Toco el timbre de la casa de los Feuerstein. Elijah dijo que ya venía en camino, pero que su madre estaba en casa. Minutos después la puerta se abre y deja ver a Brandom quien se arregla la chaqueta. Me quedo casi paralizada al verlo, aprieto mi celular con las dos manos ejerciendo presión en él, trago grueso y me aclaro la garganta.

—Sheriff — trato de esbozar una sonrisa.

—York, ¿qué te trae por acá? — pregunta, serio.

Ahora tengo miedo que le diga a mi abuela que estuve aquí. Ya no confío en él, la confianza que le tenía, desapareció.

—Yo... vine hablar con Elijah — respondo.

—No está en casa.

—Lo sé... él dijo que ya venía en camino.

Él me mira de pies a cabeza, sus ojos azules son mucho más penetrantes que los de Elijah, me hacen sentir incomoda y aprieto mis manos con más fuerza.

—York, linda, pasa — Gigi aparece en el marco y me esboza una sonrisa.

—Buenas tardes, Gigi — sonrío solo hacia ella.

El padre de Elijah se hace a un lado dejándome pasar y me quedo cerca de las escaleras de la casa.

—Creí que tu abuela fue clara contigo — sus palabras me topan desprevenida.

—Yo...

—Los Sidney también me traen problemas, no creas que eres la única inocente de esa familia, York.

Sus palabras suena molestas, con un tono severo. Me remuevo un poco y aprieto los labios un poco.

—Tu tampoco lo eres, déjala tranquila.

Veo hacia el marco de la puerta donde se encuentra Elijah. Su mandíbula esta apretada y sus ojos miran con molestia a su padre. Trae una sudadera negra, pantalón de mezclillas el cual se mira sucio, al igual su cara se mira un poco sucia de polvo y grasa. Estaba en el taller.

Se acerca a mí y posa su mano en mi cintura haciendo que me aleje de su padre.

—No quiero más problemas en mi casa, Elijah, eso también va para ella — nos dice molesto.

Elijah aprieta su mano en mi cintura y lo noto muy tenso y molesto.

—Cielo, ¿no tienes que ir a la comisaria? — Gigi habla, rompiendo la tensión.

El señor suelta un suspiro pesado y sin decirnos nada más sale de la casa.

—Iré al supermercado, pueden estar tranquilos — nos sonríe y luego sale de la casa igual.

Elijah suelta un suspiro y me suelta.

—¿Estás bien? — me pregunta.

—Sí — asiento con la cabeza.

Caminamos hacia la planta de arriba. Él me sigue sin decir nada más. Al pasar por el baño, lo tomo de la mano y lo empujo hacia dentro del baño y cierro la puerta. Su ceño se frunce un poco y luego esboza una sonrisa socarrona.

—Tan rápido te dicen casa sola y te colocas violenta — se acerca a mí acorralándome contra la puerta.

Suelto una risa nasal y niego con la cabeza.

—¿No te has visto en un espejo? Pareces salido de una alcantarilla — miro hacia el espejo y él hace lo mismo.

—¿Qué? ¿Me bañaras? No me quejo y ni coloco resistencia — se encoje de hombros—, de hecho, ya estoy imaginando tus manos en mi abdomen y luego cerca de mi entrepierna.

Big City Blues. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora