Capítulo 23.

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York Sidney.

Una enfermera me despertó como a las seis de la mañana cuando entró a verificar a Elijah. Luego de ahí, me fui del hospital, gritaron muchas veces, pero no gire a ver hacia atrás, no gire a ver a nadie, no tenía tiempo para ver a nadie. Tomé un Uber hasta la casa de Elijah y luego tomé su auto. Manejo a mi casa y saqué algunas cosas, me tomé un baño rápido como nunca antes y salí cambiada, ni siquiera me detuve a mirar a Flora quien me hablaba antes que saliera.

Luego manejé hasta la alcaldía. Hablé con la secretaria y me dijo que me esperara un rato. Mientras esperaba saque barras de comida de las máquinas expendedoras y una bebida, no he comido nada desde ayer, no es como si no estuviera acostumbrada ya.

Veo a Brandom quien se acerca a mí y me mira algo confuso.

—Pensé que estarías en el hospital, ¿qué haces acá? — pregunta.

—Está estable, o eso es lo que dicen los doctores — le comento, ya que no se apareció por el hospital.

—Lo sé — asiente con la cabeza.

Se le mira más calmado, pero más cansado, sus ojos se notan cansados, aún lleva su uniforme de sheriff, dudo que ya se hubiera ido a bañar.

—¿Qué hay de Javier? — pregunto.

—Están viendo su caso, pero al no tener pruebas sobre lo que le hizo a Elijah, está un poco difícil, además que ha inculpado a otras personas de su grupo — hace una mueca.

Idiota.

—¿Qué hablaras con Mark? — pregunta, segundo después al ver que me he quedado callada.

—Asuntos personales — respondo cortante.

—¿York Sidney? — alguien me llama.

Me levanto y camino hasta la puerta del alcalde.

—Pase por favor — la abre la secretaria.

—Yo entro con ella — el sheriff habla.

Le resto importancia y camino hasta acercarme a Mark, este me mira con una leve sonrisa.

—York, que bueno verte.

—Mmaja.

—Estaba pensando en llamarte y platicarte sobre tu madre y bueno... que nos casaremos — habla como si estuviera nervioso.

—No vine a eso, no me interesa, pueden hasta matarse juntos si quieren.

Una parte de mi se sorprende al escuchar la frialdad de mis palabras, y siendo sincera, no me importa, creo que mi mente y cuerpo se cansaron de fingir y han dicho: Game over, York.

El alcalde carraspea un poco y sonríe levemente.

—Entonces, cuéntame, ¿en qué puedo ayudarte?

—Quiero hacer una denuncia pública hacia Javier Cervantes — le extiendo una hoja donde mi denuncia está escrita.

—York — escucho a Brandom, mencionar mi nombre con asombro.

—Por tráfico de drogas, manipulación, actos sin mi consentimiento y agresión a mi nombre — aclaro.

Vale, digamos que todas esas son cosas que él le hizo a Elijah, pero qué más da, tengo todo firmado y legal.

Luego le paso la hoja que Javier firmó el otro día, que ni se detuvo al leerla. Una hoja donde declara que está en el tráfico de drogas, armas ilegales, y que me vendió cuatro mil dólares de drogada. Firmada por él, por mí y por mi abogado. Debo de aclarar que agregué otras hojas al documento, pero eso son solo detalles.

Big City Blues. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora