CAPÍTULO TREINTA Y SEIS.

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GianLucca

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GianLucca.

«Cuatro días.»

Llevo cuatro días fuera de casa.

Cuatro días sin verla.

Suspiro.

—¿Estás listo?— abro los ojos cuando la voz de Beatriz inunda el espacio silencioso.

La observo fijamente.

Usa un vestido verde que resalta sus ojos, el cabello castaño lo lleva recogido en una especie de moño alto y elegante. Todo en ella se ve pulcro y ordenado. Beatriz es una persona regia de una manera demasiado metódica y estricta.

La sigo analizando mientras mentalmente y aunque no debería la comparo con lo que es Marian. Son madre e hija, pero son de una naturaleza y apariencia tan distinta.

«Marian es todo lo contrario a lo que es su madre.»

Beatriz es elegante de una forma pulcra y metódica mientras que Marian es como un torbellino de estilos al que con todo lo que se ponga se ve bien.

Beatriz se ajusta a los estándares sociales mientras que Marian los toma y hace suyos al punto que estos son los que se acoplan a ella.

Una es bella de una manera fresca y cálida mientras que la otra es preciosa a niveles que causan impacto donde quiere que va.

Una ama mi dinero, lo que soy y represento y la otra me ama a mi.

Una daría todo porque siempre esté a su lado, pero en cambio yo daría y haría muchas cosas para que la otra no me deje nunca. 

«Aunque sé que ahora se aproximan días complicados y que pondran a temblar todo.»

Pero es que lo que me pertenece, me pertenece.

Y nadie me lo quita.

—Sí— le respondo fríamente a Beatriz.

«A mi esposa en papel.»

Ella me sonríe y se acerca hasta a mi moviendo sus caderas de una manera elegante y sugerente, toma mi brazo y yo no me alejo esta vez, porque esta noche es importante y necesito que Beatriz haga su parte del trato de buena gana.

«No puede haber errores.»

En nada.

Salimos de la mansión y el aire helado impacta mi cuerpo pero permanezco impasible. Beatriz a mi lado se estremece y suelta mi brazo para cubrirse con su abrigo; Smith, mi chófer mantiene la puerta de la camioneta abierta para nosotros, siento su mirada fija en mi, lo observo y sostengo su mirada. No me dice una sola palabra pero la acusación en su mirada es más que suficiente para entender todo.

Beatriz se acerca nuevamente a mi, me sonríe y luego se dirige al auto para subir en él, yo la sigo de cerca y también me subo en el vehículo.

Respiro hondo cuando la camioneta da inicio a la marcha. El camino se me hace aburrido y todo mi ánimo está fastidiado; observo de reojo a Beatriz y la sonrisa de suficiencia que tiene es como una patada directa en el estómago.

Tentaciones Oscuras. [Bilogía Adicción.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora