Balada del cielo y el Infierno

1/ Haniel

Primer acto.

El sueño de la humana

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Desde que tengo memoria he tenido un sueño...

O bueno, de hecho, supongo que es erróneo llamarlo un sueño, es más una pesadilla. En esta pesadilla me veo a mí misma en un Long Island totalmente destrozado, el aire acarrea a una neblina roja, el olor a azufre inmunda todo el lugar, las nubes son rojas, y todo el lugar parece sumido en una oscuridad lúgubre, el cielo, llora sangre, los edificios en su mayoría están destruidos, solo se escuchan gritos y las alarmas de los autos. Y en medio de toda aquel caos y destrucción estoy yo, por alguna razón mis manos están negras hasta mis codos, como si una oscuridad quisiera apoderar-se de mi cuerpo. Y entonces es cuando aparecen ellos.

Son unos entes oscuros, con garras en lugar de dedos, sus ojos, son como dos pozos ardientes de lava sus bocas son una hilera de dientes tan afilados como navajas listos para desgarrar lo primero que este a su alcance sin dudarlo, gorgotean sangre de entre sus dientes de aguja supongo que de los cadáveres humanos que hay regados por la calle totalmente desfigurados y destrozados, los entes ellos tienen un macabro aspecto humanoide si no fuera por su piel negra serian fácilmente confundidos con un ser humano, pero más que negra su piel es como si estuviera chamuscada, y sus extremidades larguchas. Son los seres sacados de las pesadillas de cualquier persona. Chillan, sus chillidos son como si pasarán sus garras afiladas por el metal, y las cadenas enroscadas en sus cuellos tintinean cada vez se mueven. Todos me miran, pero por alguna razón no me atacan, solo se abalanzan hacia mi cuando se escucha un raudo batir de alas, puedo ver el destello de unas enormes alas negras y unos ojos del color del cielo más claro, despejado y hermoso.

Antes de que una daga se clave en mi estómago...

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- ¡Ginni! -la exclamación me saca de mis pensamientos tan súbita qué casi dejo caer la copa qué estaba puliendo un momento atrás, me abstengo de soltar una exclamación de susto, le bajo un tono al ITE en mi oreja. Frente a mí, me mira a través de sus lentes de marco rosa, una sonrisita adorna sus labios decorados con brillo de labios. Mi compañera de trabajo y mejor amiga, Paige. Su largo y lacio cabello negro está atado en una coleta alta, su rostro es delicado y picaresco, y unos grandes ojos color miel son el atractivo principal de su rostro, es innegablemente bonita.

-Vas a matarme de un susto un día-gruñó acomodando la copa en su lugar, ella suelta una risita y se posa frente a mi detrás de la barra del bar.

-Tú de una decepción-dice mientras sus ojos siguen al chico que acaba de salir por la puerta, suelto una risita, mi amiga es una enamorada sin remedio.

- ¿Yo? Estoy segura de que tu sola puedes conseguir su número...-me encojo de hombros mientras lavo un par de vasos, suena un ruido de platos quebrandose en la cocina y después una discusión, veo con algo de pena a los pocos clientes voltear a ver el barullo en la cocina. Paige ignora olímpicamente todo y se apoya dramáticamente en la barra.

- ¿Estas de broma? El chico era un adonis, y paso la última hora tratando de llamar tu atención, ¿En dónde tienes la cabeza últimamente? ¿Tus audífonos están bien? Te hable como por 5 minutos y no volteaste ni a verme-pregunta ella mirándome con un brillo de diversión y perspicacia, Paige es la única persona capaz de hacerme bromas sobre mi sordera y no sonar despectiva, tal vez se deba a que ella sin los lentes es tan ciega como un palo. Está tratando de sacarme algo, aunque jamás me atrevería a decirle la verdad.