Hancock estaba nerviosa, tanto, que caminaba de un lado a otro en su alcoba. Sabía que era una locura, pero no podía quedarse de brazos cruzados, en poco tiempo Luffy partiría de vuelta a su aventura para convertirse en el rey de los piratas.
Aquello lo había estado pensando desde hacía mucho tiempo, y le había costado noches en vela imaginando como seria pasar una noche junto a Luffy. "Definitivamente seremos un matrimonio, Luffy" pensaba una y otra vez solo con la idea de dormir junto a su amado.
Para llevar a cabo su plan necesitó de la ayuda y alcahueteria de sus hermanas, las cuales inventaron cualquier excusa para que nadie preguntara hacia donde iba la emperatriz desde la tarde en que partiría hasta la isla donde se encontraba Luffy. Por suerte, no le tomaría mucho tiempo llegar.
—Cuídate mucho hermana, saluda a Sombrero de paja por nosotras—se despidió una de ellas.
—No dejaremos que gloriosa se entere, ¡déjalo en nuestras manos!—exclamó su otra hermana—Pero... ¿estás segura de esto?
—Se trata de Luffy, ¿por qué razón no estaría segura?—respondió la emperatriz con firmeza.
Sin mucho más que decir, Hancock fue llevada en el barco de las Kujas, hasta la isla de Luffy.
—Vendrán por mi el día de mañana, por la mañana. Y escuchen bien; no quiero preguntas, y mucho menos que salga una sola palabra sobre esto de alguna de ustedes, ¿quedo claro?—ordenó meneando su cabellera oscura, a lo que las kujas simplemente aceptaron con corazones en sus ojos.
Minutos después el barco de las kujas dejaba en aquella isla rodeada de animales salvajes a la Princesa serpiente. Usando su haki de observación intento sentir la presencia de Luffy. Tal fue su sorpresa al darse cuenta de que estaba acercándose cada vez más a ella, hasta que sus ojos pudieron observarlo entre los grandes árboles.
—Luffy...—susurró ella con ternura y alegría de ver nuevamente a su pirata favorito.
—¡Wow, Hancock! que sorpresa verte—Luffy se abalanzó sobre la mujer, envolviendo sus brazos alrededor de ella— ¿Viniste a ver a Rayleigh? Él ya se fue.
—¡Ho-hola Luffy!—logró decir ella, conteniendo la respiración, mientras su corazón latía tan frenéticamente que por un momento sintió que perdía el conocimiento.
"Tengo que ser fuerte" se dijo a sí misma, para poder recuperar el aliento en cuanto Luffy se alejó de ella.
—Yo he venido a verte—hizo una pausa—, a ti, Luffy—sus mejillas rosadas la hacían ver más hermosa de lo que ya era.
—¿A mi?—preguntó él sin comprender la razón de la inesperada visita.
—Si no te molesta, me gustaría acompañarte esta noche—sus manos estaban inquietas y heladas, no podía evitar demostrar su ansiedad.
—Claro, ¿pero por que viniste sola? Es raro, siempre andas rodeada de todas esas mujeres—A Luffy le parecía algo extraña la situación, aunque en realidad aquello le tenía sin cuidado.
—Bueno.. es que...—Hancock ni tenía idea que decir, aunque seguramente acabaría diciendo la verdad sin filtros.
—No importa, ¡ven, quiero mostrarte los resultados de mi entrenamiento!
Cuando el sol empezaba a ocultarse Hancock estaba encantada de ver todos los avances de su amado, sin duda, había mejorado mucho, se sentía tan especial ser de las primeras personas en verlo mejorar, y que él la haya escogido para mostrarle sus transformaciones. Desde que pisó un pie en la isla y él la sintió, supo que Luffy ya había alcanzado un buen dominio del Haki.