VII | Matrimonio

68 12 8
                                    

Versalles

POV Katarina

Mi padre había planeado una cena en casa con solamente amigos cercanos, y por amigos cercanos era únicamente la familia real.
La idea de pasar tiempo con ellos no me desagradaba pero tampoco me encantaba; la sensación de estar ahogándome mientras divago en pensamientos negativos cuando estoy cerca suyo puede aparecer con gran facilidad, especialmente cuando comienzan a cuestionar tantas cosas.

Cuando comienzan a cuestionar lo que quiero hacer de mi vida, y sin oportunidad de remediarlo, mi patrón de vida sería constantemente corregido y re-direccionado por ellos y sus opiniones. Especialmente cuando he intentado ser sincera, cuando he expresado mi su mayor deseo en vida sería casarse única y solamente por amor en todo caso. Pero como siempre, mi padre interferiría con ello, diciendo que eso es tan solo fantasía y que no existe semejante cosa

—El amor queda fuera de este universo cuando todo tu linaje depende de ti, especialmente en tiempos de crisis como estos. Mentalízate y entiende de una vez por todas que el mundo no funciona como tú quieres.— enunciaba ciertamente desesperado por mi insistencia con el tema.

Por mi parte, insistí en llevarle la contra en ello y María Antonieta intentó calmar un poco nuestra conversación. —Con el tiempo aprendes a amar a la persona con quien te casas y después terminas por acostumbrarte a todo, a lo bueno y a lo malo. —

—Ese es el problema. Yo no deseo que el amor en mi matrimonio sea más una costumbre, y es tan simple como comprender que sí, que no hay dicho que pueda hacer cambiar al corazón de parecer cuando ama a alguien, pero sí puedes elegir como les demostrarás que les amas. Y no es por obligación, si no porque te nace. — la interrumpía y su rostro reflejaba que estaba calmada y que le interesaba entender que era lo que pensaba y el porqué. —No mantienes una vida estable en cada ámbito de ella cuando tu y tu pareja están constantemente sintiéndose frustrados por tener que vivir vidas que otros escogieron para ustedes. — repliqué, haciendo contacto visual con Teresa, quién se veía notablemente tensa. Tomé mi copa de vino y le di un par de tragos.

—¿Cuál es tu problema con no tener ese amor ficticio del que tanto te encanta hablar? ¿Seguirás pensando que no tienes esperanza ni eres capaz de ser amor si no consigues esa estupidez de la que estás tan convencida que tanto necesitas? — estaba molesto. Se levantó de su asiento y camino hasta el mío, para mantenerse parado a mi lado mientras continuaba hablando. —Sigues en esos vacíos de los que te has convencido a ti misma que tienes, ¿eh? ¿Sintiendo tanta lástima por ti misma? Tan solo mira tu rostro, ¿has descubierto que mientras tanto has llorado y maldecido por la necesidad de tener a tu madre contigo mientras ella no ha podido siquiera reconocerte como uno de los nuestros? ¿Y seguirás con tu cerebro tan lavado por esas tontas ideas sobre amor? — se acercaba a mi, burlándose de mis deseos con su cognac en la mano. Su cara tan roja como el vino tinto y sus dientes amarillentos cenizos se apretaban entre sí, mostrando su frustración.

Di lo mejor de mi por mantenerme serena, lo intenté. Pero no pude evitar agachar la cabeza ante tal humillación y sentí como mi respiración se ralentizaba; no podía hacer más que intentar relajarme y pensar en qué contestar para poder seguir dando mi punto sin ser tan impulsiva, o problemática y así podría evitar mandar todo al carajo, como siempre lo he hecho.

No quería pelear con él, no de nuevo. Y estoy tan cansada de sus constantes humillaciones, pero dentro mío sé que es peor si intento contradecirlo, si intento hacerle ver que soy alguien de valor, que merece aunque sea, una pizca de amor. Pero de inmediato todo ese rastro de esperanza y todas esas palabras se ahogan dentro mío y se pierden ante la ola de pensamientos ansiosos que fondean por mi mente y por mi cabeza.

Versalles - KataLuxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora