XI | La Corte (1)

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Versalles, enero de 1787
Pov Lux

Estaba completamente sola, caminando en círculos alrededor de la biblioteca de Teresa, esperando ansiosamente a que las demás llegaran. Los rumores sobre el aumento de impuestos y la abolición del córvido señorial inundaban las calles de Francia, y ningún noble se quedaría de brazos cruzados. Especialmente porque, de estas dos medidas ser aprobadas, posiblemente también se regularizaría la comercialización del trigo y ningún noble quedaría a favor de la monarquía. No mientras toda su economía, al menos en su mayoría, dependía y se beneficiaba de las mismas. Y de no resolverlo, posiblemente se avecinaría una crisis política.

Escuché un par de manijas y supe que eran ellas. Y de todas las involucradas, la única que podía salir ilesa casi por completo era Katarina, quien siempre se había enajenado bastante de cuestiones políticas, diciendo que ya tenía bastante en su plato como para ahora lidiar con eso igualmente y se mantenía fuera de todos los negocios familiares. El padre de Fiora, al ser el ministro de finanzas era el que mayormente se veía afectado por las decisiones de nuestro Rey, pues era el primero en ser lanzado al escrutinio público para afrontar las peores críticas.

Noté que de Calonne estaba muy tensa, por decir menos. Los músculos de su rostro estaban tan rígidos, que incluso creí que había sido golpeada o que su rostro tenía algún tipo de hinchazón. Fue la primera en entrar y ni siquiera dirigió su mirada a mí, simplemente corrió a uno de los cajones de Teresa cerrado con llave y sacó una botella de brandi, misma que destapó y de la que bebió de inmediato.

—Fiora, ¡no seas idiota! ¿cuántas veces tengo que decírtelo? — Teresa corría detrás de ella sin alguna expresión visible sobre su rostro.

Mientras tanto, Katarina se recargaba contra el marco de la puerta y negaba con la cabeza lentamente, riéndose por lo bajo. Mis ojos buscaban desesperadamente encontrase con los suyos, y en cuánto sucedió, sonreí como completa estúpida enamorada. Ella por su parte, se mantenía serena, y sus ojos estaban en una tonalidad más oscura de la usual. Tras un par de segundos suspiró y la intensidad de su risa incrementó, viendo hacia el piso y mordiéndose los labios con nerviosismo, volviendo a dirigir su mirada a mi en intervalos, casi incapaz de sostenerme el contacto visual por la pena.

—¿Por qué me insultas? ¡Tú me diste la llave maldita monja! — Fiora se defendía y me sacaba de mi trance enamoradizo.

—Solo porqué tengo crucifijos por doquier y me gusta rezar no quiere decir que sea una monja, ¿ok? — la princesa se defendía y todas nos reíamos de ella. —Solo digo que no tomes directo de la botella de la que todas beberemos. — insistía. La mujer de ojos verdes por su parte, se acercó a ella y observaba la botella con cautela. Después de unos segundos decidió tomar un poco.

—Ay, ¡por favorr! — la castaña hacía énfasis en remarcar la "r" y volteaba los ojos. —No actúen como si nunca se hubieran metido peores cosas a la boca. — apenas contestó, Katarina escupió al suelo y comenzó a toser.

—Perdón... — se disculpaba la pelirroja. —En mi defensa esto sabe a culo. — todas la observábamos calladas y ante el silencio parecía cohibirse más.

—¿Ven? Es a la primera a la que le queda el saco, nada más falta que Luxanna también se haga la mustia. — se cruzó de brazos y clavó su mirada en mí, haciéndome ruborizar de inmediato.

Teresa le arrebató la botella de las manos y la sirvió en unas copas de un tamaño muy peculiar, para luego repartirlas. —Si alguna de ustedes menciona algún asunto de la corte o algo parecido, haré que sean correteadas por los perros. — aclamaba con sarcasmo, tras beber su copa de golpe. —Genuinamente no me apetece hablar de eso. — y todas permanecimos en silencio, limitándonos a simplemente asentir con la cabeza.

Versalles - KataLuxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora