Un roce

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Roier se levantó de su cama con un ligero dolor de cabeza, miró su ventana, y después el reloj digital que estaba en su mesita de noche.

-mierda.... - resoplo, era medio día, lo único bueno es que no tenia trabajo el día de hoy.

- pero buena mierda...- se acosto en su cama, tratando de dormir. Pasó un buen rato con los ojos cerrados, pero no se quedaba dormido, nuevamente se quejó para levantarse e ir al baño y darse un ligero baño.

Mientras de quitaba la ropa, noto su cuerpo, no tenía alguna herida, era totalmente lisa, suave al tacto y su complexión no quedaba atrás, un chico delgado, con una espalda algo ancha, pero no tanto como para que se note mucho aún con ropa apretada, sus piernas eran delgadas pero al subir, se ensanchaban para dejar mas en claro uno de sus atributos que mas orgulloso le tenían, sus glúteos. Eran redondos, suaves y esponjosos.

Pero luego sus ojos miraron su parte intima.

Siempre hizo la broma de tener un pene chico, pero si era sincero, a diferencia de los videos porno que alguna que otra vez miraba en su ordenador, era pequeño, no parecía ser la gran cosa, y de alguna forma eso le hacía sentir mal, era un complejo algo....común pero más que querer probar cremas para que te crezca el pito, se lo tomaba con cierta gracia.

Suspiro pesadamente para ir a la regadera y abrir el agua. Miró hacia abajo, sintiendo como el agua mojaba su cabello y cubría su piel con cuidado.

" hace mucho que no me toco"

Un pensamiento fugaz, pero que hizo que se sonrojara.

- que piensas boiler... no ahora.... - dijo susurrándose a sí mismo.

Tomó un baño rápido, se cambió y tomó sus llaves y cartera, y corrió hacia la parada del autobús, iría a comprar víveres, su refrigeración estaba vacío y lo único que tenía era un Coca-Cola de tres litros medio vacía, un limón partido, un chile seco y mostaza.

Miró el primer autobús, le hizo parada y rápido subió, pagando el transporte. Se sentó hasta atrás.

No pasó mucho para que llegase a su destino, así que bajo y tomó un carro de compras para meterse al supermercado.



Cellbit miraba sus compras, apenas tenía todo para el día especial, y necesitaba algunas cosas que ya no podría comprar en el mismo lugar, así que tomó sus llaves del carro y su tarjeta de crédito, por lo general lo compraba fuera, pero esto le había estado haciendo comprar en línea y eso lo pondría en la mira, pues sus compras eran extrañas.

Subió al auto, mirándose al espejo, se veía algo cansado, con pequeñas ojeras, su cabello estaba amarrado con una pequeña coleta, así que se la quito para dejar su cabello caer por su frente, y cubrir su cara maltratada.

Arrancó el coche y fue directo a un supermercado lejos de ahí, no quería que estuviera totalmente relacionado a su hogar.

Bajo rápido del coche y tomó un coche de compras para ingresar al establecimiento.

Los dos, estaban comprando en el mismo lugar, pero diferentes secciones, cellbit estaba en la zona de jardinería, comprando algunas herramientas, mucha soga y un juego nuevo de cuchillos. Roier estaba en la zona de medicina, su dolor de cabeza aún estaba medio presente así que tomó la medicina y fue a comprar comida.

Los dos recorrían el supermercado siempre al lado contrario del otro, parecía un juego de la vida, que no se encontraran aún cuando pasaban por los mimos pasillo que el otro había pasado hace un momento.

Como un vals, jugando, tanteando el terreno, dejando que el destino, presenciara sus pasos, y juzgara a ambos por sus acciones. El lugar parecía el gran salón, con personas valiendo al son de la música, evitando que los dos se encontraran con la mirada, o siquiera se rozarán.

Pero el destino y la vida, decidieron darle una pequeña proba para ambos, siendo que los dos se encontraron en la zona de postres.

Cellbit fue el primero en captarlo, su corazón latió a mil por hora, podía sentir como si este se saliera de su lugar correspondiente y corriera a brazos de su guapito, su cuerpo se tensó, un sudor frío empezó a generarse y un necesidad brutal de tomarlo ahí lo apoderaron un momento, siendo el propio cellbit quien mantuvo a raya esa extraña necesidad. Suspiro profundamente, para dejar salir todo el aire.

Roier miraba una Magdalena, se veía bien, pasó su vista a un pastel lejos de su posición, para luego mirar a aquel hombre, de cabello castaño, con un manchón blanco, ojos azules, una pequeña barba y una extraña sensación de peligro.

Sus ojos pronto chocaron, y a diferencia de la chispa que sintió con Spreen, este era intensa, parecida a algo que te penetrará tan profundo que no te dejaba salir de ese pequeño abismo que se formaba.

Los dos parecían hipnotizados por el contrario, el mayor se relamió los labios, observando que este lo imitó, eso le hizo abrir más los ojos, y esbozó una sonrisa.

Roier por otro lado se sentía extrañamente inquieto, pero a su vez intrigado por el mayor.

Parecía que solo habían pasado unos segundo desde que se miraron pero en realidad estaban así ya desde hace 5 minutos, los cuales las demás personas miraban como raros a estos dos.

Cellbit nuevamente fue el primero en irse de ahí, y no porque realmente quisiera, si no porque sentía que iba a perder el control, y se lo llevaría a la zona de almacenamiento de la tienda, follarlo y amarrarlo para meterlo a su auto y jamás escapase de él.

Roier le siguió con la mirada hasta perderlo en uno de los pasillos, se quedó viendo nuevamente la Magdalena.

- ok....- tomó su carro de comprar y fue a pagar todo.

Al salir de la tienda, miró las bolsas en sus manos, estaban algo pesadas.

- estoy bien pendejo... no puedo llevarme tanto...- miro al cielo - Diosito ayúdame o desaparecerme-

- puedo ayudarte con eso...- un auto se paró enfrente de él.

- oh.... Hola! - Roier le sonrió.

- tienes muchas bolsas... no quieres que te ayude y te lleve a casa?- le sonrió

Roier sospecho al principio, pues algunas de las desapariciones iniciaron así, pero por otra parte, su corazón de pollo le impedía decirle algo malo aquel castaño que se había encontrado hace rato...

- a pues gracias... este...

- Cellbit... y tú?

- Roier.... -

Los dos se miraron nuevamente, en ese eterno tiempo de disfrutar las facciones del otro.

- Emm... te abro el maletero o..-

- ábrelo... meteré mi cosas ahí..

Cellbit asintió, apretando un botón para que el maletero se abriera lentamente hacia arriba. Roier camino con sus bolsas en mano, acomodándolas al otro lado de las bolsas que este tenía. Se fijó un poco en las compras, parecía que el hombre hacía jardinería y algunas cosas de básicas.

Cuando terminó, cerró el maletero, camino a lado del copiloto y se sentó.

Cellbit arrancó el coche, relamiéndose los labios continuamente.

I like your taste...... | Guapoduo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora