Maldito ship muerto.
• Hay una posibilidad de que hayan varios capítulos sexualmente explícitos. Se pondrá una [E] en el inicio de cada uno si es que contiene este tema.
• temas serios o incómodos (intentaré tocar estos temas más superficialmente)...
Alguien una vez le dijo "no te enamores, te arrepentirás", y al chico le importó un carajo esas palabras que supuestamente debían advertirle lo malo que puede traer el amor. Nah, el lo tomó como un "enamórate, nos morimos igual"
Igual, ¿quien es capaz de resistir a la linda sonrisa de ese chico? Nadie. Era simplemente perfecto, aunque sabia que para el era solo un hombre más, no iba a rendirse hasta abrirse paso en su corazón. Pero era muy cobarde para poder decirle lo que siente de una maldita vez.
Cada que intentaba, era como si su boca se sellara por completo ante la dulzura que le brindaba esa araña. Su ego no le permitía amar, no tenía por qué amar a alguien, eso lo hacía vulnerable, y eso es malo en esa jodida isla. Sabía que no debía hacerlo y que estaba mal, muy, muy mal.
─ Quackity? ─ dijo roier, esa tierna voz lo despertó, cansados y sommolientos abrió los ojos, y vio esa hermosa sonrisa de el chico frente a el.
─ Buenos días roier ─ respon- dió mezclando con un suave bostezo, estirándose no dejaba de ver a la araña.
─ Te duermes tarde o qué, mira que horas son ─ dijo apuntando al reloj que estaba al lado de la recámara del azabache, el cual volteó al mismo apenas mencionó la hora. Se exaltó al ver que marcaba las 12:36 p.m, recordó que tenía una reunión importante a la 1:00 de ese mismo día.
Tenía decidido el declararse a el después de la reunión con cucurucho, no podía esperar a salir de esa larga y pesada reunión para al fin poder quedar como pareja con esa maldita araña. Se talló el ojo antes de meter su pie en el zapato, su mente estaba en blanco por ahora.
El arácnido se encargó de acomodar su camisa y saco en la orilla de su cama, lo cual era bien agradecido por el pato. Se puso la ropa y escondió una pequeña rosa de color carmín en la bolsa del saco, no sin antes olfatear para saber si tenía el olor perfecto, se sonrojó al hacerlo, era parecido a como huele el sueter rojo del castaño, olía como una rosa hermosa recién abierta de pétalos.
Se puso un listón azul en el ala color dorado izquierda que estaba con las plumas desordenadas, pero decían que se veía mejor así. Siempre que llegaba con las alas así cucurucho le decía un cumplido, anteriormente le ponía agua a las alas, pero eso le limitaba el tiempo para volar o se lo dificultaba, desordenadas si se veian más naturales y le daban más oportunidad de planear cuando vuela.
Aunque no le gustaba usarlas, menos para volar, era antinatural.
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Salió de esa sala blanca, estaba acalorado y se sentía ahorcado por la corbata roja que portaba, por lo tanto, fue lo que se quitó primero. Estaba nervioso, no podía evitar estarlo, ¿y si lo rechaza? ¿y si no es suficiente para el?, tantas preguntas que rondan en la cabeza del pato que no le dejaban pensar lo más mínimo.
Dió unos toquesitos en el hombro de roier, apenas volteó su corazón comenzaba a palpitar agitada y rápidamente sintiéndose ahogado al mismo tiempo. Tenía los ojos abiertos como nunca y con una sonrisa larga y nerviosa en el rostro, trago duro.
─ ¿Qué pasó Quackity? ─ su rostro remarcaba la misma felicidad de siempre, sus ojos brillosos. El pato tenía las lágrimas en lo más fondo del ojo, apenas formándose, sentía un nudo en la garganta, el cual se apretaba cada vez más, a este punto solo quería ir a su habitación y hecharse al suelo a llorar.
─ E-esque.. ─ tartamudeó, roier escuchó como su voz estaba quebrada, lo cual despertó su preocupación al 100 porciento ─ Mm.. ─ su cabeza repetía corre, pero no podía hacerlo, sus piernas estaban pegadas al suelo con fuerza, como resistol caliente a una hoja.
─ ¿Estás bien? ─ preguntó el castaño preocupado, tomando el hombro del contrario con calidez, en un intento casi fallido de calmarlo.
─ Si.. e-esque.. ─ su voz se quebraba aún mas, sentir el tacto del castaño a su hombro le hizo sentir mucho sentimiento de tristeza, los ojos negros lo volvían loco. Recordó un poema que alguien en cierto punto de su vida le dijo; se sintió iluminado y con frío.
─ A veces tengo ganas de ser cursi Para decir: lo amo a usted con locura A veces tengo ganas de ser tonto para gritar: ¡Lo quiero tanto! A veces tengo ganas de ser niño para llorar acurrucado en su seno. A veces tengo ganas de estar muerto para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos, que me crece una flor rompiéndome el pecho, una flor, y decir: Esta flor, para usted. ─
