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Se despertó con el ruido agudo de llanto, sofocante entre las paredes de su habitación. Le tomó mucha fuerza de voluntad abrir sus ojos y analizar el ambiente.

Hacía frío por el aire acondicionado, estaba arropado cómodamente en su cama, en una posición perfecta para seguir durmiendo, con el calor de su esposo a su lado dormido de la misma forma.

Se escuchó el llanto nuevamente; ah, por eso se había levantado, cierto.

Palmeó levemente la espalda del castaño oscuro, incitándolo a levantarse y que el pudiera continuar con su sueño, recibiendo automáticamente un "gruñido" de parte contraria, se meció un poco la cama.

— Ya fui yo, te toca. —: murmuró el somnoliento Roier, casi incoherente.

Se tiró la cobija encima, resignándose a no levantarse; suspiró. Se sentó en la cama, totalmente consciente de la maraña que es su cabello ahora mismo; se tiró, técnicamente, las manos a la cabeza para aplanar su cabello, se estiró y dispuso a irse de la habitación.

— Gracias. —: dijo en un casi susurro Roier; sonrió y se acercó a darle un beso en la mejilla, ahora si, se dispuso a ir al proveniente del ruido.

En la siguiente habitación habían muchas decoraciones rosado pastel y negro, una combinación hecha por dos padres los cuales se pelearon muchísimo para decorar dichosa habitación; pegada a uno de los muros, había una cuna con un pequeño bulto en pijamas rosas y morado fuerte; se notaba agitada y desesperada.

— Hey, hey, calma. —: susurró con cuidado, levantando a la niña, casi automáticamente callándola, esta misma se acurrucó en el pecho de su papá. Era muy pequeña y frágil, sostenerla le daba un sentimiento de euforia inexplicable.

Meció a la pequeña un rato, calmándola lo más que pudo. La despegó de su pecho, tomándola por debajo de sus bracitos y mirándola más calmada. Tenía los ojos bien abiertos, con un color morado magenta brillante, su chupete seguía en un boca y miraba curiosa y calmada al mayor; era una noche de insomnio, ok.

— ok, querida, vamos ver o que posso te dar para dormir. —: le dijo a la pequeña la cual, no entendió pero, pataleó levemente.

Viajaron a la cocina y estuvieron un buen rato de aquí para allá, invitando al sueño al cuerpo del pequeño diablo que tenía por hija; tal vez eso era lo que más le costaba del trabajo como padre, siempre solía levantarse a la misma hora la pequeña niña, y su energía duraba todo el día hasta la siesta. Era agotador.

Luego de bailar y cantar, dejó a la somnolienta niña en su cuna, rápidamente meciendo la cuna y dando pequeñas palmaditas en su espalda. Luego de unos 5 minutos, se fue con mucho cuidado de la habitación, evitando hacer cualquier tipo de ruido.

Checo rápidamente la hora: 3:46 A.M.

Ja, que bonita hora tiene para despertar.

Se metió nuevamente a la cama junto a su esposo, suspirando cuando sintió los músculos de su espalda volver a descansar. Roier se volteó a su dirección y lo abrazó, descansando su cabeza en el pecho contrario.

— ¿Estuvo muy insoportable? Tardaste muuucho. —: dijo con sueño cubriendo sus palabras. Acarició la espalda del mismo.

— Não, um pouco de insônia. — explicó suavemente.

Asintió el castaño, sobando levemente el cabello del contrario, buscando que se durmiera también; sabía que el insomnio de Cellbit era algo difícil de tratar, por eso tomaba el mayoritariamente los turnos de cuidado nocturno de los niños.

Suspiró una última vez, sintiendo las caricias que el otro proporcionaba y el calor acompañandolo, le daba tranquilidad inigualable.

Sentía lentamente hundirse al mundo de los sueños, con una felicidad grande y el corazón lleno.

Se escucharon llantos otra vez.

Aca vamos de nuevo.

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❝ l o v i n g ❞ - g u a p o d u oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora