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— ¡Escancarar! ¡Aí vem o aviãozinho! — decía en una voz unos dos tonos más aguda de lo usual, suave y haciendo pequeños sonidos animados de avión. El castaño claro sostenía una cuchara llena de papilla de patata, con destino a la boquita de la bebé enfrente suyo.

Era una niña, con cabellos albinos; blanco hueso. Su piel era lechosa, reflejaba pequeñísimas pecas por el sol en sus regordetas mejillas; pero lo que más llamaba la atención, sin dudas, eran sus brillosos y vivos ojos color azul claro, idénticos a los de su padre, actualmente, frente a ella.

Se encontraban en el comedor, con la casa en completo silencio fuera del pequeño espectáculo llevado a cabo por el hombre y los balbuceos de la bebé. Roier y los niños habían ido a explorar (lo admiraba profundamente por llevarse a la Santa Trinidad del desastre el solo) y Iron estaba decorando la pequeña casa que había construido con mucho tiempo hace unos meses (no es cómo si realmente la usara, pero no se quejaba de tener una construcción propia que salió de mucho esfuerzo) (llamó a su ayudante para que la construyera).

La bebé abrió la boquita y recibió la cucharada con vivor y pataleos leves. Hope se caracteriza por ser una niña muy feliz y llena de amor a ofrecer, Cellbit la ama con su alma entera; no es misterio para nadie que tiene un lugar especial por las niñas; Mouse fue la reina (sigue siendo) de su corazón por mucho tiempo, el cariño inigualable y detallista que tiene con Leonarda y la sobreprotección y nostalgia que le da cada que ve a Hope, su niña e hija menor.

Era sin duda recíproco; por mucho que Roier fuera una persona que emanara cariño y seguridad por cada uno de sus poros, Hope seguía sin sentir ese apego hacia él, siempre tirando sus brazos al hombre oji-azul, el cuál no dudaba ni un segundo en levantarla en brazos cada que ella quería.

Ella tenía un apego emocional muy fuerte con Cellbit, luego de que el la encontrara en el centro de adopción y la salvara de su casi muerte, no puede evitar ver el rostro del hombre sin sentir un amor y gratitud gigante. Lo mismo com Cellbit, pero el porqué no piensa dejar que nada le ocurra a Hope de nuevo (a ninguno de sus hijos) mientras el siga respirando, y posiblemente después de eso.

— ¡Eso, bebé! Muy bien. — la felicitó suavemente, limpiando con su pulgar la comida que quedó en la comisura de su labio. A Cellbit le entraba un sentimiento raro de describir que se manifestaba desde su garganta hasta su estómago cada que notaba su diferencia de tamaño con la pequeña Hope, la trataba con mucho cuidado siempre.

Siempre intentaba intercalar entre hablarle en portugués y español, para que se vaya familiarizando con ambos y más adelante no tenga problemas, aunque los enrede, siempre los tendra a ellos para ayudarle. Pero sí querían inculcar ambas culturas en ella, que no se sintiera excluida de cualquiera de las nacionalidades de sus padres, cómo le solia pasar a Bobby con la cultura de Cellbit y a Richas con la de Roier.

Siguió jugando con Hope mientras le daba de comer despacio, para que no se abrumara y no tuviera ningún problema estomacal; ya pasó por este proceso 4 veces, era un experto técnicamente. La levantó con cuidado de no sacudirla mucho y la acomodó en su hombro, dándole pequeñas palmaditas en su espalda mientras se mecía suavemente.

La niña no tardó mucho tiempo en soltar sus gases y acomodarse en el hombro de su padre, escondiéndose en el cuello del mayor.

Cellbit siguió meciendo a la pequeña, con cuidado y cariño abundante, acomodo la ropita de bebé que tenía puesta y siguió dejando pequeñas caricias en la espalda de la niña. Si alguien le hubiera dicho a su yo de 15 que iba a terminar siendo un padre tan cuidadoso y amoroso de, no solo uno, 5 niños nunca le hubiera creído, posiblemente se hubiera burlado, pero si tenía que pasar por todo eso para llegar a este presente tan acogedor, lo haría de nuevo, por ellos.

Se movió lentamente a su habitación, en dónde se encontraba la cuna de la bebé, en vez de darle un cuarto personal, decidieron quedarse cerca de ella por cualquier precaución ante la Federación o temas de salud de la bebé (además, le era más fácil dormir a Cellbit con la bebé cerca).

Se removió algo inquieta cuándo su padre la separó de su hombro, haciendo ruidos de molestia y soltando pucheros.

— Shh, shh, está tudo bem, está tudo bem, acalme-se, amor. — dio pequeñas palmaditas nuevamente a su espalda, meciendo suavemente la cuna. Cuándo la niña no detuvo sus quejas y estaba al borde del llanto Cellbit la levantó de nuevo (tenían que trabajar su ansiedad de separación).

Se meció por la habitación, con la bebé en brazos, está vez, la tenía cargada pancita arriba, cómo cargar a un bebé cotidianamente.

— Está tudo bem, bebé, no llores. — habló suave, acariciando levemente sus cabellos claros y cortos. Un suave ronroneo se formó en el tórax del hombre, ayudando a arruyar y calmar a la niña, funcionando lentamente. Cellbit tarareaba suavemente; no estaba seguro ni que canción era.

Enfocó su vista en los brillantes ojos de la menor, azules muy brillante, muy parecido al suyo. A veces le era curioso pensar cómo, tal vez, fue el destino mismo el haberse encontrado con Hope aquel día. Ella ya se estaba calmando, cerrándose cuidadosamente sus ojitos, nunca despegando su mirada de su padre.

"Padre" seguía siendo un término raro para Cellbit, una figura que nunca vio en su vida, lo más cercano a un padre que conoció fue Bad en su infancia-adolescencia y actualmente (y levemente) a Philza; 2 persona que, cree fervientemente, que han sido su mayor ejemplo a cómo ser un padre de verdad, siguiendo su ejemplo, piensa que a mejorado mucho.

Le entraba un sentimiento abrumador en el pecho, un tipo de presión cálida cada que escuchaba un "papá", "apa", "pai"... Cualquiera de sus variantes, a su dirección, era un pequeño recordatorio de que algo estaba haciendo bien y que sus hijos nunca, nunca, tendrían que pasar por lo que él pasó. No tener una figura paterna. No tener a nadie más que a ti mismo.

Hope finalmente sucumbió al sueño, agarrando con su manita uno de los dedos de Cellbit. La vista casi lo hace llorar.

Decidió que hoy no sería un día para trabajar la dependencia emocional, más tarde hablaría con Roier para ver cómo tratar los traumas de su bebé.

Por ahora, la dejaría descansar.
Ambos lo merecen.

Se acomodó en la cama matrimonial, acurrucó a la bebé en su pecho, el cuál seguía ronroneando, y la aseguró con ambos brazos para que por nada del mundo se golpeara o cayera. Cerró sus ojos.

Ama a sus hijos.
Ama a su familia.

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⏰ Última actualización: Jul 04 ⏰

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❝ l o v i n g ❞ - g u a p o d u oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora