𝗶𝘃. celos

339 47 36
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

          Una suave brisa revolvió el pelo suelto y ondulado de Kassidy, haciendo que la chica lo apartara de su cara para poder observar la escena que sus ojos captaban a un par de metros de distancia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una suave brisa revolvió el pelo suelto y ondulado de Kassidy, haciendo que la chica lo apartara de su cara para poder observar la escena que sus ojos captaban a un par de metros de distancia. De manera instintiva, sus puños cerraron y las pupilas de sus ojos rasgados se achicaron; sintiendo como en su persona comenzaba a nacer un tipo de sensación desagradable.

—Kasen, ¡para! —una chica, desconocida para Kassidy, largó una sonora y cantarina carcajada mientras el nombrado le hacía unas pequeñas y traviesas cosquillas en las costillas.

—¡Pararé cuando admitas que me quieres dar un beso! —Kasen rio también, y su hermana, a la distancia, fue capaz de distinguir las luces centelleantes en los ojos, propias de la felicidad que ahora mismo el hombre estaba sintiendo.

—¡Lo admito, lo admito!

Y entonces, Kasen y la desconocida se besaron.

Kassidy apartó la mirada y prosiguió con su caminata a través de las calles de la ciudad de Jackson. No es que no se alegrara de que su preciado hermano mayor estuviera empezando a dar los pequeños pasos de hacer una vida por su propia cuenta. Había encontrado novia y amigos; a veces bebía whisky en la cantina y solía llegar tarde a casa; con una sonrisa decorando su rostro y con historias para Kassidy.

Pero, era extraño. Kassidy estaba acostumbrada a que el mundo girara entorno a ella y Kasen; ellos eran el epicentro de la tormenta, lo más importante. Y ahora, en el pequeño círculo de confianza donde Kassidy y Kasen se encontraban, estaban empezando a entrar personas desconocidas que lograban que Kassidy se sintiera insegura. Kasen le había dicho que eran los típicos celos de hermana; y Kassidy discrepaba. No eran celos. Era un potente sentimiento de protección. El querer aislar a Kasen del resto del mundo para que no saliera herido; porque era lo único que ella tenía en la vida. Lo más importante.

Los ojos rasgados de Kassidy viajaron hasta sus pies, los cuales producían un suave crack cada vez que daba un paso debido a la nieve que decoraba el suelo. Tenía que intentar acostumbrarse a todo aquello. A aquella desconocida sensación de seguridad. Tratar, de alguna manera, convencerse de que nadie les haría daño a Kasen y a ella.

𝗢𝗖𝗘́𝗔𝗡𝗢,          ellie williams Donde viven las historias. Descúbrelo ahora