Treinta.

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El sol se filtraba tímidamente por las cortinas de la sala, pintando patrones dorados en el suelo. En el sillón, Evelyn yacía profundamente dormida, agotada por la tormenta emocional que había vivido en los últimos días. Sin embargo, su descanso se vio interrumpido por el llanto del bebé en la cuna cercana.

Oscar, quien había llegado a la casa de Evelyn por encargo de Alex para cuidar de ella y el bebé, entró a la casa de inmediato, con él llevaba varias bolsa; llevaba el desayuno para Evelyn y para Arthur Jr. Subió las escaleras rápidamente y encontró al pequeño Arthur Jr. con los ojitos llorosos.

- Mira lo que tenemos aquí, compañero.- Susurró Oscar con ternura mientras tomaba al bebé en brazos. Sus habilidades como niñero no eran perfectas, pero había aprendido lo suficiente para cuidar al bebé cuando fuera necesario, desde hace un año que había decidido cuidar a su ahijado con su vida.

Mientras intentaba calmar al bebé, Oscar bajó de nuevo a la sala y al llegar notó que algo estaba fuera de lugar en la habitación. Las fotografías de él con Arthur Jr en su bautizo que solían estar en el mueble ahora estaban esparcidas por el suelo. La escena lo desconcertó, pero no le dio mucha importancia en ese momento. Hasta que vio algo más, se detuvo en seco al ver a Evelyn dormida en el sillón, lágrimas en sus mejillas.

- ¿Evelyn? - Murmuró Oscar, preocupado. Se acercó con cuidado y la sacudió suavemente para despertarla.- Evelyn, despierta.

Evelyn abrió los ojos lentamente y se encontró con la mirada preocupada de Oscar. Por un momento, parecía confundida, como si no supiera dónde estaba.

- Oscar...- Susurró Evelyn con voz temblorosa.

- ¿Estás bien? - Preguntó Oscar, acunando al bebé en sus brazos.- ¿Por qué estás llorando?

Evelyn parpadeó y miró a su alrededor, como si tratara de ubicarse en la realidad. Entonces, sus ojos se posaron en las fotos esparcidas en el suelo y las lágrimas volvieron a aflorar.

- ¿Fue... fue un sueño, Oscar? - Preguntó Evelyn, su voz quebrada por la emoción.

Oscar frunció el ceño, confundido por la pregunta. 

- ¿Un sueño? ¿De qué estás hablando, Evelyn?

Ella se incorporó lentamente y miró a Oscar con los ojos llenos de angustia. 

- Arthur está vivo, Oscar. Y... y no me creyó, ni me dejó explicarle que tenemos un bebé, él cree que fui infiel, cree que es tuyo.

Las palabras de Evelyn hicieron que Oscar se quedara atónito. La idea de que Arthur estuviera vivo era impactante, pero lo que realmente lo conmovió fue la creencia de que el bebé era suyo.

- Evelyn, ¿estás segura de lo que estás diciendo? - Preguntó Oscar, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Evelyn asintió con vehemencia, las lágrimas rodando por sus mejillas. 

- Lo sé, Oscar. Anoche lo vi, vino, hablamos y discutimos. 

La expresión en el rostro de Oscar cambió de confusión a comprensión. Era evidente que Evelyn estaba pasando por un momento emocionalmente abrumador, y él quería estar allí para apoyarla.

-Está bien, Evelyn.- Dijo Oscar con suavidad mientras acariciaba la mejilla de ella.- Vamos a resolver esto juntos, ¿de acuerdo?, llamaré a Charles para que nos ayude.

(...)

Charles y Lorenzo condujeron a Arthur de regreso a la casa familiar en Mónaco. El viaje había sido silencioso en su mayoría, con momentos esporádicos de conversación mientras los hermanos intentaban asimilar la sorprendente noticia de que Arthur, quien había estado desaparecido durante tanto tiempo, estaba de vuelta.

Al llegar a la casa, el corazón de Arthur latía con fuerza en su pecho. Durante el viaje, había estado nervioso por la reacción de su familia al verlo de nuevo, y no sabía cómo iban a recibirlo después de tanto tiempo.

La puerta principal se abrió antes de que pudieran tocar el timbre. La madre de Arthur, Isabelle, estaba parada allí, con los ojos abiertos de par en par y la boca entreabierta en estado de shock. Sus manos temblaban mientras sostenía un plato que había estado secando en la cocina.

- Arthur...- Susurró Isabelle, incapaz de creer lo que veían sus ojos.

Los hermanos entraron en la casa con Arthur a remolque. Lorenzo le dio una palmada en el hombro y Charles le dedicó una sonrisa alentadora.

- Madre, esto es real- Dijo Charles con voz emocionada. - Arthur está de vuelta.

Isabelle dejó caer el plato en el suelo, pero parecía no darse cuenta. Sus lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas mientras caminaba hacia Arthur, como si temiera que desapareciera si lo tocaba.

- ¿Es realmente tú, Arthur? - preguntó Isabelle, su voz temblorosa.

Arthur asintió, luchando contra las lágrimas que amenazaban con llenar sus ojos. 

- Sí, madre. Soy yo.

Isabelle se abalanzó sobre él y lo abrazó con fuerza. La emoción de su madre era abrumadora, y Arthur podía sentir el amor y el alivio en ese abrazo. Se sintió como si finalmente estuviera en casa después de una larga travesía. Los tres hermanos se abrazaron en un emotivo reencuentro, celebrando la reunión que tanto habían anhelado.

Sin embargo, mientras la euforia inicial comenzaba a desvanecerse, todos sabían que había muchas preguntas sin respuesta y secretos por descubrir sobre lo que había sucedido durante su tiempo lejos de casa. En ese momento, Selena, la hijastra de Lorenzo, entró corriendo en el pasillo.

- ¡Volviste, tío Arthur! - Exclamó, su rostro iluminado por una sonrisa.- ¿Ya conociste a mi primo?"

Arthur frunció el ceño, sin entender a quién se refería Selena. 

- ¿Tu primo? No estoy seguro de a quién te refieres, ¿quién eres tú? 

- Soy Selena, la hijastra..

- Es mí hija, Arthur. Es hija de mí pareja Sasha y por ley, es mía.- Interrumpió Lorenzo aclarando las dudas.

- ¿Entonces? ¿conociste a mi primito? 

Isabelle y los hermanos intercambiaron miradas confundidas. Selena había mencionado algo que nadie parecía entender.

- Mi mamá dijo que el hijo de Evie es mí primo.- Explicó Selena, aún con su sonrisa inocente.

Arthur permaneció callado, pero su madre lo conocía y era a la perfección; sabía que algo malo estaba sucediendo. 

Isabelle, quien había estado escuchando atentamente, frunció el ceño. 

- ¿Hay algo malo entre tú y Evelyn, Arthur?

Arthur sintió un nudo en la garganta. Miró a Selena que estaba inquieta esperando una respuesta, luego a Isabelle, antes de responder. 

- No, mamá, no hay nada malo. Solo que... ya no tengo nada que ver con esa chica.

The One | Arthur Leclerc.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora