CAPÍTULO 03

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Las semanas pasaron rápidamente hasta llegar a noche de Halloween. En que todo el mundo se disfraza con los personajes o la temática actual. E irse de fiesta en alguna casa del lago.

Las cosas con Sophie van bien por el momento. Con Hannah no hemos visto por los pasillos del instituto y en ocasiones nos escabullimos por algún salón abandonado a estar en toqueteo y besos.

—Esta noche nos vemos —musita Hannah al dejar de besarme.

Estamos en un salón abandonado. En segúndo receso.

—Por supuesto —digo —. De conejita te vas a disfraz —indago.

—Es sopresa —sonrie—. Y tu vas a disfraz de Drácula.

—Te gusta que te succione toda la de sangre Conejita —digo mostrando mis dientes.

—Uhhh me encantaría —sonrie.

—Entonces asi quedamos —confirmo.

—Al parecer si —divaga —. Ya veremos está noche. —¿Me recoges?

—En esa parte digamos que Sophie me pidió que la llevará —respondo —. Pero te puedo llevar a casa después de clases —propuse.

—Entonces vas hacer de nuevo el chófer de tu vecinita —musita—. Es una linda niña, pero te quiero está noche para mí.

—Es mi amiga, de acuerdo —acoto—. Y no tiene nada de malo que la llevé. Además la dejo en la fiesta y paso por ti luego.

—Acaso ella no tiene más amistades que la lleven —acota.

—Si tiene amistades —digo—. Pero su madre es muy sobreprotectora. No la salir mucho, al menos que sea con ella o conmigo.

—Que vieja de mierda tiene tu amiga —comenta.

—Es en los últimos años Sophie tuvo varios episodios mentales desde la muerte de su padre —comento—. Su piensa que puede atentar con su vida.

—Ah como lo siento —se disculpa—. No lo sabía.

—No te preocupes —la tranquilizó —. No ha tenido nuevos episodios en los últimos meses.

—Que buen amigo eres Sam —sonrie —. Me prometes que después fiesta nos vamos por ahí—se pones feliz —. Y terminamos lo que empezamos en este salón.

—Por supuesto.

Desde de darnos unos buenos besos, salimos del salón. Y nos fuimos a nuestra clases.

Al terminar las clases, llevé a Hannah a su casa. Ella me invitó a pasar un rato. Pero le dije que tenía que ir a casa. Se despidió con besó.

Ya en casa alistó mi atuendo de esta noche. No me voy a disfrazar. Uno porque no tengo disfraz y otro no va bien poner uno.

Ya en la noche Sophie me toca la puerta. La recibo con un beso la mejilla. Está noche se disfrazo de una brujita. Con vestido azul noche, un sombrero, una varita en la mano y sus clásicas zapatillas de lona negra.

—No tienes tú disfraz para esta noche —comenta al verme con el mismo atuendo de siempre. Una camisa a cuadros, pantalón oscuro y mis zapatillas negras.

—Sabes que no me gusta disfrazarme —respondo.

—Pero cuando eramos niños lo hacíamos —acota—. Nos gustaba combinar nuestros disfraces.

—Eso lo hacíamos porque nuestras madres pensaron que nos veíamos lindos —respondo.

—Aguafiesta —dice con molestia.

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