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Las relaciones a distancia nunca han sido sencillas y realmente nunca han sido bien vistas ya que muchos no creen que pueda ser algo duradero, pero Daniela yo estábamos siendo una de las excepciones a la regla.

Dos meses habían pasado desde que se había tenido que ir y, sin embargo, a pesar de estar lejos otra vez nos sentíamos mas cerca que nunca y eso me hacía muy feliz.

—Entonces, ¿llegas el viernes por la tarde casi noche? —pregunté esperanzada. Ella me sonrió.

—Sí y me tendría que ir el lunes por la mañana.

—Bueno, de momento, tengo más que suficiente con eso, con tenerte acá, así sea unos días me es más que suficiente.

(...)

El viernes había llegado y yo volvía a sentir los nervios a flor de piel.

¿Cómo era eso posible?

Ya había pasado por lo más difícil el día que llego, pero aún así me sentía sumamente nerviosa y emocionada a la vez.

Mis manos sujetaban con fuerza aquel ramo de girasoles tratando de, alguna forma, calmar mis nervios. Mis piernas temblaban, el bus estaba a nada de llegar y yo quería recibirla con un abrazo.

Una vez el vehículo se estaciono las personas empezaron a bajar, sonreí sin poder evitarlo esperando cruzarme con su mirada.

(...)

—¿Quieres que te prepare algo para cenar o quieres ir a comer afuera? —cuestioné apenas llegamos a mi casa.

—¿Y si cocinamos algo? —me giré para mirarla.

—¿Quieres?

—Sería lindo, ¿no crees?

—Contigo todo es lindo. —sonreí.

Calle se acercó a mí a pasos lentos, sin despegar su mirada de la mía. Al estar a solo un paso de distancia todo mi rostro entre sus manos. Sonrío. Lleve mis a su cintura acariciándola con mis pulgares.

—Te amo, Garzón.

—Te amo más, Calle.

La distancia podía separar nuestros cuerpos por momentos, pero nuestros corazones eran uno solo.





...

Enigma.

Con cada eclipse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora