El edificio era uno de esos condominios pretenciosos instalados en el sur de Manhattan. Faith abordó el elevador ojeando otra vez la dirección que tenía apuntada en su libreta y de nuevo se dio cuenta de que las manos le temblaban aún cuando ella se esforzaba en controlarlas. El elevador llegó finalmente al piso veinte y la muchacha salió de él tratando de encontrar el número de departamento al cual se dirigía.
- "¡Vamos!" - se animaba a sí misma - "¡ Tú sabes que tienes que hacerlo!" - pero a pesar de sus intentos las piernas parecían flaquearle a cada paso. - "¡Por favor, Dios mío, haz que se trate de una mujer!"- suplicaba Faith para sus adentros mientras tocaba al timbre aún con indecisión.
La puerta se abrió casi de inmediato para revelar a un hombre rubio, de más de uno noventa de alto y que debía estar cercano a los treinta años.
- ¿Sí? ¿En qué puedo servirle, señorita? - preguntó el hombre rubio con gesto amable, pero que no consiguió tranquilizar el nerviosismo de Faith.
- Yo . . . estoy aquí por lo del anuncio . . . solicitando una modelo - contestó ella sin mirar a los ojos del hombre.
- ¿Modelo? - preguntó el hombre con cierta confusión en la expresión de su rostro, pero luego pareció comprender el mensaje con cierta dilación - ¡Ah si! Ya me imagino, debe ser cosa de mi primo. Pasa por favor.- indicó el hombre abriendo el paso para que la joven tuviese acceso al interior del condominio.
Faith entró con cautela al cuarto y se preguntó de nuevo si hacía bien al entrar al departamento de un desconocido así nada más.
- Disculpa que no te entendiera de primera instancia- se disculpó el rubio invitando a Faith a sentarse en un amplio sofá de cuero negro - Verás, yo solamente estoy aquí de visita. El dueño de este lindo lugar es mi primo. Él es el artista de la familia, seguramente puso ese anuncio para un trabajo escolar.
- Así es - contestó Faith sin saber si debía alegrarse de que el hombre rubio no fuese la persona para la que iba a posar o si preocuparse por quién y cómo sería el mencionado primo. Después de todo, el rubio parecía amable y había algo en el fondo de esos ojos azul cielo que inspiraba confianza.
- Mi nombre es Walter Nollan.
- Yo soy Faith Sherman - contestó ella aceptando la mano que le tendía el hombre rubio.
- Mucho gusto. Tuviste suerte, pues estaba a punto de salir y mi primo tal vez tarde unos minutos en regresar. Fue a hacer unas cuantas compras a unas calles hacia el sur.
- Entiendo.
Nollan era sin duda un hombre amable pues no tardó en invitar a Faith a tomar un poco de café, que dada la temperatura de aquel día lluvioso, venía a las mil maravillas. Al poco rato ambos jóvenes platicaban animadamente y Faith casi olvidaba la razón por la que estaba ahí.
- Así que estudias Educación. Debe ser un área muy interesante - comentaba Walter sonriendo.
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Una Historia Neoyorquina
RomansaEs un cuento, escrito por Alys Avalos (Mercurio), inspirado en Candy Candy. La obra es totalmente de Alys, la única autora es ella; no pretendo robarme ningún crédito.