crema de estrellas ⭑ guapoduo

VIII. sizigia

sizigia [si.ˈsi.xja]
sustantivo, plural: sizigias.

1. La alineación de tres o más objetos celestes, como el sol, la tierra y la luna o un planeta

2. Acontecimiento que ocurre también en las fases de luna llena y luna nueva, en tránsitos y ocultaciones de los planetas.
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Al final de la semana, Rivers había tomado la custodia total de Luzu. El chico se acostumbró ante la atención y Roier observaba sus amistosas disputas con asombro. Casi se habría sentido normal, que Luzu fuera simplemente otro chico que se había unido a ellos en la mesa de los perdedores, si no hubiera sido por las veces que la mente de Roier se aceleró y Luzu tenia que empujarlo hacia algún baño para poder calmar a su lobo interior. Le pidió que repitiera el mantra que Cellbit le había enseñado, lo que evitó que Roier se transformara en medio del pasillo de la escuela.

Más que el dolor físico que las casi transformaciones le provocaban, Roier odiaba la forma en que Luzu lo miraría después, con la decepción brillante en sus ojos.

"Control", le dijo Luzu en el camino a casa el viernes, "nada importa más que el control."

"Efferitas exeat", respondió Roier, secamente. Apenas fue capaz de mantener la molestia fuera de su voz. No estaba siendo justo con Luzu, sabía que el chico solo estaba haciendo lo que se suponía que debía hacer. Aparte de eso, no pensó que fuera una buena idea bajo ninguna circunstancia actuar de manera enojada con Luzu. Roier simplemente estaba frustrado consigo mismo.

"Te recogeré a las seis", le informó el chico una vez que llegaron a la casa de Roier.

"Está bien", respondió. Sabía que habría sido inútil discutir con él. Con un pequeño gesto, salió del auto y caminó hacia la puerta principal de su casa.

La madre de Roier estaba dormida en el sofá cuando él entró a la sala. Respirando más allá del abrumador olor de la vela con aroma a vainilla, pasó unos buenos dos minutos buscando el control remoto antes de que finalmente pudiera apagar el televisor. Su madre se agitó en sueños, su uniforme de enfermera se arrugó mientras se acurrucaba de costado. Con cuidado, Roier cubrió su cuerpo con la manta que había caído al suelo. Por último, se llevó el plato vacío con las sobras mientras salía de la habitación.

Encontró a Leo en la cocina, reflexionando sobre su tarea.

"Hola, enana" la saludó mientras arrojaba los platos sucios a la pila que se acumulaba en el fregadero de la cocina. "¿Cómo estuvo su día?"

"No me gustan las matemáticas", refunfuñó la niña, apoyando la barbilla en la mano y haciéndole un puchero.

Roier no pudo evitar reírse al verla: "Sí, creo que nadie las ama. Aunque tu puedes hacerlo."

"¿Qué pasa si no quiero?"

Roier le frunció el ceño, "Leo."

"Tengo una idea", su hermana sonrió con picardía y Roier supo entonces que se había visto envuelto en un plan, "si hago toda mi tarea de matemáticas, ¿puedo ir a casa de Tallulah esta noche?"

"Mmh", Roier fingió contemplar su trato, "Está bien, no es mala idea. ¿Dónde vive?"

"Cerca de la destilería. Tallulah dijo que su padre incluso podía venir a recogerme si tú me dabas permiso."

Roier asintió, "Está bien. ¿Has visto a Bobby hoy?"

"Pasará el fin de semana en casa de Chayanne."

"¿Sí?" Roier frunció el ceño. "Él no me lo dijo."

"Le preguntó a mamá."

"Ah, está bien, entonces. ¿Quieres que te ayude con tu tarea?"