XIV. pacto (pt.2)

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Roier cambió su peso, haciendo que el cuero debajo de él produjera un crujido. Lia, que estaba sentada en el sofá junto a él, aprovechó la oportunidad para moverse también y acercarse a él. Lo había hecho repetidamente durante la última media hora, había logrado vagar desde su posición original en el otro extremo del sofá hasta el centro, casi pegada a su lado. Roier se mordió el interior de su mejilla izquierda. Entre todas las otras cosas que estaban sucediendo en ese momento, la mirada incesante de la niña comenzó a asustarlo.

Wilbur, que estaba parado en el lado opuesto de la habitación, efectivamente los estaba ignorando. Su espalda estaba apoyada contra el marco de la pesada puerta de madera detrás de la cual Cellbit, la mujer cazadora y los otros dos alfas habían desaparecido. El hombre alto estaba jugando con un cuchillo mariposa, girando y lanzando la hoja por el aire antes de atraparla con facilidad y dejarla bailar sobre sus dedos. Roier sintió náuseas al verlo solo.

Fue un golpe ahogado, seguido de un rugido que hicieron que Roier se pusiera de pie de un salto. Un segundo después, se encontró siendo apuntado con una pistola.

"Quédate donde estás, beta" le siseó Wilbur.

Apresuradamente, levantó las manos y volvió a sentarse, preferiría no morir a manos de un cazador esta noche. El hombre alto lo miró entrecerrando los ojos, luego se giró y abrió la puerta. Antes de que Roier pudiera echar un vistazo al interior, Wilbur desapareció en la habitación y cerró la puerta detrás de él.

Parpadeó, luego giró la cabeza hacia un lado y hacia abajo, "¿Te gusta Angry Birds?"

Lia se quedó boquiabierta, sorprendida de que Roier se dirigiera a ella. Después de un momento de vacilación, la niña asintió. Sonriendo, Roier sacó su teléfono del bolsillo trasero. Abrió el juego antes de entregarle el celular a la pequeña: "A ver si puedes pasar ese nivel."

Lia dejó escapar un ruido feliz y comenzó a deslizar su pulgar por la pantalla, pequeños gritos de victoria escapaban de su boca mientras sumaba puntos.

Así Roier esperó hasta estar seguro de que la chica estaba completamente absorta en el juego antes de ponerse de pie y caminar de puntillas hacia la puerta. Con cuidado, presionó su oreja contra la madera tallada. Cerró los ojos para poder concentrarse mejor. Un segundo después, pudo oír.

"Ya he tenido suficiente de esto", un escalofrío recorrió la espalda de Roier ante las palabras de Aleko. "La ley dice que tengo derecho a él. Mis dientes entraron primero en su carne. Por derecho municipal, es mío."

"Lo cazaste por diversión", la voz de Cellbit era tranquila, pero Roier podía sentir el eco de la rabia ciega y confinada arañando en su interior, "Tu mordida tuvo lugar en mi territorio. Si mis betas no te hubieran detenido, lo habrías matado y luego te habrías dado a la fuga, me habrías dejado a mí para deshacerme del cuerpo. No quieres más betas, Aleko, sólo lo quieres porque yo lo reclamo. El beta es parte de mi manada. Yo lo convertí. Él me pertenece."

"Momčence¹", las palabras del otro alfa estaban llenas de veneno mientras su voz bajaba, "ni siquiera puedes encontrarla a ella. ¿Cómo vas a entrenar a tu nuevo beta si ni siquiera puedes encontrar la tuya propia? Bien podría estar pudriéndose en alguna parte, porque no estás buscando lo suficiente."

Roier sintió como si alguien hubiera agarrado su corazón con una mano helada y estuviera apretando. Podía escuchar a Cellbit gruñir al otro lado de la puerta.

"Alfa Petrov, estás divagando", así habló la cazadora, "presenta tus casos en una declaración final. Entonces, el consejo decidirá."

"El beta es mío", Roier pudo escuchar a Cellbit decir, "lo encontré en mi territorio. Estaba sangrando. Sin mí habría muerto."

crema de estrellas ⭑ guapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora