Un reto, un desafío, una competencia de vida o muerte. Así lo sentía Zenitsu a sus dieciséis años, luchando contra un maldito crío de doce para que aprendiera las jodidas normas de álgebra. Todo mientras el niño con su sonrisa burlona estaba de pie sobre su cama con una almohada apunto de impactar sobre la cara del rubio.
Siempre se repetía la misma historia. Llegaba a la casa de la familia Tsugikuni para impartir clases particulares de matemáticas al hijo adoptivo del temible señor Michikatsu, Kaigaku Tsugikuni.
¿Lo peor? Que no recibía paga porque según su abuelo, Jigoro, la bondad estaba por encima del dinero.
"Él y sus estúpidos principios".
—¡Kaigaku! ¡Bájate de allí, estúpido! —Gritaba harto de la situación, defendiéndose con un cuaderno de no recibir almohadazos.
—¡Oblígame, escoria! —Le sacó la lengua y sin previo aviso, tomó impulso del colchón y se tiró encima de Zenitsu como si fuera un luchador de la WWE. —¡Punto para Kaigakuuuu!
Por otro lado, el mayor estaba aturdido por el gran golpe y juró haber visto estrellas alrededor de Kaigaku, que estaba sentado encima suyo, sus últimas palabras antes de caer desmayado fueron: "me vengaré".
Sin embargo por mucho odio que hubiese en la relación entre ambos, Zenitsu le tomó cierto cariño, consiguió una manera de hacer que se mantuviese quieto en su silla y que atendiese a sus clases por al menos cuarenta y cinco minutos. Pero, ¿cómo hacía esto? Un día, el mayor vino a la casa Tsugikuni mucho más quejumbroso que de costumbre, Kaigaku, más morboso que empático, le preguntó qué le ocurría.
—El instituto, Kai. Tú recién empiezas la secundaria, sin embargo yo... Yo ya estoy por terminar la preparatoria. Me estresa mucho tener que estar con tantas asignaturas a la vez, ¡y sobre todo me estresa más que el profesor Rengoku nunca se quede totalmente satisfecho con mi trabajo de historia! Dice que mi postura en mi trabajo es como si tratase de defender el comunismo pero eso no es-
—¿Qué es el comunismo?
Esa pregunta tan inocente y pura fue más que suficiente para llamar toda la atención del menor. Fue así que Zenitsu descubrió que Kaigaku amaba la historia contemporánea, no la que él estaba dando en primero de secundaria, pues un tema tan aburrido como el paleolítico no era suficiente para saciar su curiosidad... La forma en la que el rubio explicaba la primera guerra mundial como si fuese un cuento alucinante lleno de suspense, misterio y terror, y los dibujos de tanques, fusiles, granadas, trincheras y trajes de los soldados de aquella época, hacía de la historia, una asignatura interesante para Kaigaku.
Ese amor que él tenía para explicarle al menor la historia del siglo veinte, fue su ráfaga de esperanza para hacer un trato.
Cuarenta y cinco minutos de matemáticas, y los últimos quince minutos de alguna guerra o revolución.
—Pero jamás me explicas qué es el comunismo, tramposo. —En una rabieta el pelinegro tomó un libro cualquiera y se lo estampó en la cara, por suerte, el mayor fue capaz de neutralizar el golpe. —Andaaa, explícaloooo, porfi porfi porfi.
—Kai, si quieres entender qué es el comunismo, tienes que saber el contexto en el que surgió esa idea, para eso hay que ir más atrás de la primera y segunda guerra mundial.
—¿Más atrás?
—Sí, la revolución industrial... Eran los años mil ochocientos no me acuerdo, específicamente en el Reino Unido, donde las nuevas tecnologías permitieron dar paso al nuevo sistema económico, el capitalismo. Pero había una desigualdad tremenda, niños pobres sin poder asistir a la escuela, familias sin hogar, y condiciones laborales totalmente inhumanas. ¿Te imaginas a ti trabajando dentro de una chimenea doce horas al día con un sueldo de sólo quinientos yenes? No, sé que no. Y todo eso lo generó la mala gestión del capitalismo. Es por ello que una persona analizó esa situación, Karl Marx y Engels, su amigo. Juntos, presentaron su libro donde exponían una nueva idea: El manifiesto comunista... —Habló y habló el rubio con una emoción y euforia inquebrantable, el niño sentado atento a cada palabra que decía, simplemente escuchaba imaginándose a Mao Zedong junto a los chinos haciendo una revolución, a Lenin dando discursos en 1905 tras la revolución rusa, y a Fidel Castro y Che Guevara creando guerrillas en Cuba mientras burlaba a Estados Unidos.
No obstante, el gran griterío que Zenitsu hacía era escuchado por el padre del niño, que algo extrañado, decidió ir a la habitación de su hijo para comprobar si todo estaba bien.
—Y la gente de la Unión Soviética clamaba en alto ante el gran Stalin ¡Viva el comunismo!
—¡Viva! —Exclamó Kaigaku ondeando su bandera comunista de papel recién dibujada.
—¿Estás convirtiendo a mi hijo en un comunista?
Vaya mala suerte tuvo Zenitsu ese día, justo cuando sólo estaba actuando para dar más diversión a Kaigaku, su padre tenía que entrar.
Zenitsu terminó despedido de su trabajo sin sueldo.
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Ni tuyo, ni de nadie || Kaizen ?
FanfictionZenitsu viviría una vida de adolescente normal si no tuviese que ir todos los viernes a la casa de una familia cuyo hijo le saca de quicio. -- Zenitsu (16) Kaigaku (12) Obviamente las escenas del libro respetarán los límites morales.