Capítulo 5.5

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Uzui no fue capaz de pegar ojo en toda la noche, con el corazón encogido comenzó a sentir arcadas vomitivas en el fondo de su conciencia. En su momento, por la euforia espontánea de ayudar a un alumno con su amor platónico, no se detuvo a pensar correctamente en sus palabras. ¿Qué niña en su sano juicio le pediría a un niño irse a las montañas? ¿Y si Kaigaku le estaba mintiendo? ¿Y si no era niña sino otra persona mucho mayor? Se levantó de la cama viendo el reloj que sonaba, tic... tac... tic... tac... Marcaba las cinco de la mañana, en casos normales su rutina mañanera empezaba a las seis. Fue a la cocina para prepararse un café muy espeso, bajo la luz tenue de la cocina, fue capaz de ver su reflejo disipándose en el líquido que caía con una lentitud tortuosa sobre la taza.

"Soy un idiota".

Bajo esa premisa, miró el horario, hoy era jueves. Un poco más tranquilo se fue a tomar una ducha, Kaigaku tenía clase de arte a primera hora así que hablaría con él discretamente. Sí o sí investigará quién es esa "niña".

*

Pese a que Kokushibo fue al cuarto de su hijo en dos ocasiones para levantarle, no fue hasta la tercera que lo consiguió. Sus ojos hinchados se abrieron con mucha dificultad, siendo la primera escena mañanera a su padre sosteniendo un reloj de Garfield en su mano.

—Son las nueve, tienes media hora de retraso. Levántate, tu madre hace buen rato que preparó tu desayuno, de seguro está frío.

—Nghh no quieeedoooo, me zhiento mal. —Tosió.

No entendía por qué, pero su cuerpo se sentía como el plomo atascado en la cama, mover un dedo era como mover una gran roca, siendo absorbido por las sábanas y con un malestar muy ferviente prefirió quedarse quieto.

Su padre, viendo el estado de Kaigaku, se preocupó y buscó por toda la habitación lo que ya se intuía. Hasta que lo encontró, debajo de la cama había una tarta de chocolate a medias comer de hace más de una semana que se había robado de la nevera, y lo que el niño creía que era nata en realidad eran hongos.

—Que estés enfermo lo tienes bien merecido —Dijo con dureza llevándose aquella tarta. —Hoy no irás al instituto, llamaré para que justifiquen tu ausencia.

Kaigaku se sintió muy triste, porque por un capricho que le surgió a media noche de comerse esa rica y suculenta tarta que tenía escondida, ahora no podría encontrarse con Zenitsu para contarle la gran noticia. Ya se imaginaba a Zenitsu esperándolo en la salida para ir juntos al parque como de costumbre:

En la imaginación de Kaigaku

Zenitsu-chan esperaba a su sempai con grandes ansias después de soportar las ocho insufribles horas de clases con monstruos como Obanai, el profesor malvado de hechicería, o Sanemi, el ogro gruñón que expulsa fórmulas numéricas de su boca. Sin embargo Kaigaku-sempai no aparecía por ninguna parte. El rubio con ojos llorosos se percató que...

—Mi sempai me ha abandonado, seguro que ha encontrado a otro mucho mejor que yo, ¡no lo soporto! —Llorando sale corriendo hacia su casa para al día siguiente morir por tuberculosis.

Porque siempre en las pelis todas las esposas de los soldados mueren de tuberculosis.

Regresando a la realidad

"Mierda, ¡no puedo faltar! ¡Tengo que ir a clases como sea!".

Reunió fuerzas y con gran determinación saltó de su cama hacia el suelo.

Y ahí se quedó.

Zenitsu tampoco se murió de tuberculosis, porque en verdad no esperó ni un solo segundo a Kaigaku en la salida, simplemente pasó de largo agarrado de la mano con Nezuko.

Ni tuyo, ni de nadie || Kaizen ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora