𝑺𝒊𝒙𝒕𝒆𝒆𝒏

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Riley.

¿No vendrás con nosotros? —cuestionó el hombre enojado.

Será una decisión de último momento. —respondió una mujer.

Intenté voltear, pero no pude. Estaba estática, parada frente a Riley sin poder ver nada más que a él y lo que había detrás.

Ya te dije cómo es eso. —agregó la chica.

Sí, lo sé. Los Cullen tienen... poderes.

No los subestimes, Riley. Tú tendrás a muchos, pero ellos pueden anticipar cada movimiento tuyo.

¿Según tu amigo? —preguntó con desdén.

Sí. —respondió. —Mi... difunto amigo. Laurent descubrió las cosas que pueden hacer y lo mataron.

Tal vez se equivocó. —Riley comenzó a acercarse hasta pasar por mi lado y, supongo, se acercó a la chica. —Se supone que esto es territorio de los Cullen, pero hemos estado en todas partes y no he visto a ninguno por aquí.

Intenté con todas mis fuerzas darme vuelta, pero no pude hacerlo. Intenté otra vez, pero un fuerte dolor se extendió por mi cuello y me detuve.

¿No confías en mí, Riley?

¡Con mi vida! —respondió rápidamente. —Solo digo...

Hago esto por nosotros, para alimentarnos sin tener que sentir terror. —No me costó mucho darme cuenta de la manipulación que estaba haciendo esta mujer a Riley. —No puedo seguir viviendo esperando a que nos ataque. —su voz se iba haciendo más lastimera.

No. No podrán hacerlo más. Yo, nosotros, aniquilaremos al clan Cullen. Te lo juro. —Todo quedó en silencio hasta que comencé a oír el ruido de un beso apasionado.

Abrió los ojos, frustrada.

Miré a mi alrededor y suspiré. Me levanté de la cama de Eddie y caminé hasta quedar parada frente al espejo del baño.

Dios...

Estaba demacrada. Las ojeras, que antes apenas se notaban, ahora estaban tan oscuras que era difícil de ocultar. Tomé la bolsa con mis productos de higiene y cerré la puerta.

Nota mental: agradecer a Emmett por poner aislante de ruido en todos los baños.

Me cepillé los dientes mientras hacía mis necesidades y después me metí a bañar. Lavé bien mi cabello y mi cuerpo. Al salir de la ducha, me envolví en una toalla y comencé a secar mi cabello, que había crecido mucho en el último tiempo debido a la mala, para no decir escasa, alimentación de hace unos meses. Se había vuelto más fino y frágil; con cada cepillada, sacaba suficiente pelo como para hacer una mini peluca.

Al terminar, me puse una remera y sobre esta un pulóver blanco, que era de Edward, pero al final me lo quedé yo. Encima me coloqué una chaqueta de peluchito de color marrón claro. En la parte de abajo, me puse una calza deportiva de invierno y unas zapatillas de plataforma blancas.

Me maquillé para cubrir las ojeras y el resto de las imperfecciones de mi rostro. Una vez lista, salí de la habitación de Eddie para dirigirme a la cocina mientras admiraba mi lindo y precioso anillo de compromiso. Todos ya estaban sentados en la mesa y en la única silla libre, junto a mi prometido, había un plato lleno de unos deliciosos panqueques con miel y una taza de café bien caliente.

—¡Buen día! —saludé a todos mientras me sentaba en la silla y le daba un beso en la mejilla a mi prometido.

¡COMO AMO LLAMARLO PROMETIDO!

—¿Pudiste dormir bien, cariño? —me preguntó Esme mientras me daba el azúcar para mi café.

—Algo así... —murmuré.

—¿Hay algo más que puedas darle, papá? —preguntó Edward al Señor Cullen. —Solo durmió dos horas y con pesadillas por el medio.

Lo pateé por debajo de la mesa, pero él solo sonrió de costado mientras ponía una mano sobre mi muslo y apretaba un poco.

—¿Algo más? —Carlisle bajó su periódico y lo dejó sobre la mesa. —¿No hizo efecto la pastilla? —negué. —Qué raro, eso es capaz de dormir hasta un elefante bebé.

—No sé por qué no hace efecto, Carlisle. No volví a tomar pastillas para conciliar el sueño desde hace un tiempo. —me llevé un panqueque a la boca. —Creo que desde que empecé a juntarme con Cal y Jack el año pasado. —Edward apretó un poco su agarre sobre mi muslo, pero no dijo nada.

—Y yo que creería que no dormiría por estar haciendo otra cosa. —Emmett se rió mientras Rosalie y Edward lo miraban mal. Su esposa le dio un zape en el brazo y él dejó de reírse.

—¿No has vuelto a tener sueños, Evangeline? —preguntó Jasper mientras le hacía caricias en el cabello a Alice.

—No, pero puedo "transportarme" como lo hice la otra vez con ustedes dos. —sonreí. —De hecho, vi a Riley... —me llevé un gran trozo de panqueque a la boca. Al levantar la mirada, todos estaban viéndome con atención. —¿Qué? —dije aún con la boca llena.

—¿Qué fue lo que viste? —preguntó Alice. —Yo no he podido ver nada...

—Oh, eso. —terminé de masticar y tomé un trago de café. —No sé dónde estaban, pero estaban hablando sobre que ella no iría con el grupo de Riley debido a los poderes de Alice; dijo que sería una decisión de último momento.

—¿Último momento? —preguntó Alice.

—Sí, ella dijo que Laurent le contó sobre sus "poderes" y que por eso ustedes lo habían matado. También dijo que tenía miedo de seguir viviendo con el miedo de que ustedes la cacen para matarla. —tomé un sorbo de mi café y pasé el último pedazo de panqueque en lo que quedaba de miel.

—Lo está manipulando. —afirmó Jasper. — Como María...

—Yo creo que Riley no es malo. —los Cullen me miraron. —Si es Victoria la que está haciendo todo esto, lo está haciendo excesivamente bien. La manipulación emocional, las lagunas en las visiones de Alice y el esconderse en frente de nuestras narices. Están en este territorio, pero no sé dónde.

—¿En serio crees que Riley no es malo? —preguntó Esme.

—No lo creo, sé que no lo es. Es solo un pobre chico que estuvo en un mal lugar en el momento equivocado. Ella le hizo creer que lo amaba, pero todos sabemos que hace esto por James. —respondí. —Si de alguna forma logran que Riley se dé cuenta de eso, no tengo dudas de que él mismo terminaría con Victoria.

—Bien, pensaré qué hacer. —respondió Carlisle.

—Calíope ya llegó. — Me dijo Edward cerca de mi oído.

—Vamos.

Me despedí del resto de la familia y corrí escaleras arriba para buscar mi mochila con mis cosas. Al tomarla vi mi anillo, tan brillante sobre mi dedo. Lo miré unos segundos y suspiré.

Lo siento, Eddie, no quiero problemas con un ataque frenético de hombre lobo.

Me quité el anillo y lo dejé con cuidado dentro de la caja en la que Edward me lo dio. Lo metí en mi mochila y bajé las escaleras corriendo, casi me caigo. 

𝙄𝙣𝙨𝙤𝙢𝙣𝙞𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora