𝐒𝐢𝐱

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OLOR DESCONOCIDO

—¡Sabias que esto iba a pasar! —señalé.

—¡Si, pero no así! ¡No en un maldito mes! —Calíope gritó.

—¿¡Y a ti que más te da!? No me hablas es días ¿y ahora vienes a querer hacerte la mujer perfecta que se preocupa? —bufe.

—No, pero... ¡agh! —gruño. —¡No puedes hacerlo!

—¡Si puedo y lo voy a hacer! —sentencie.

—¿Te clavo los colmillos hasta el fondo, verdad? —volvió a gruñir.

—No sabes de lo que hablas, es mucho más grande que simplemente los Cullen.

—¡Ellos ni siquiera están vivos, Evangeline! —grito.

—¡Estas en mi casa y acá solo puedo gritar yo! —golpe la mesa del comedor con fuerza.

—¿Sabes que? Estarías mejor en una tumba que chupando sangre con ellos. —dijo con una voz fría y los ojos llenos de ira.

Tomé el palo de amasar que estaba usando justo antes de que Cal llegara y le pegué en toda la cara. El palo se rompió a la mitad y ella retrocedió unos pasos hacia atrás por el golpe.

—¿¡Como puedes decir eso!? —le tire los restos del palo que tenía en la mano. —¿Quien eres tu para decirme eso a mi?

—Eva, lo siento. —intento acercarse, pero la detuve.

Estaba por hablar cuando todo se puso negro.

Al abrir mis ojos ya no estaba en la sala, si no que estaba en mi cuarto.

Un hombre vestido de negro estaba tocando el atrapa sueños que tengo sobre el respaldo de la cama y paso la mano por las sabanas.

Miro mi silla y sobre ella estaba una remera mía. La tomo y la olió.

Se dio vuelta justo a donde yo estaba, tenia los ojos rojos sangre, pero no puedo ver su rostro, algo me lo impide.

Bajo a la sala y en el sofá estaba Marcus y mi madre dormidos. Él los olió y la puerta sonó.

Me acerque rápido y era yo despidiéndome de Jacob cuando me dejó hace unas horas.

Volví a ver todo negro y cerré los ojos.

—¡Eva! —Calíope me sacudió. —¿Estas bien?

—¿Que hueles? —cuestione. —Dime si sientes algún olor poco familiar.

—No, solo el de vampiro, el de Edward. —me miró sin entender.

Tome mi teléfono lo más rápido que pude y llamé a Edward. Vino apenas lo llamé.

—¿Que paso? —pregunto cuando entro corriendo por la puerta. Miro a Calíope. —Black. —la saludo.

—Cullen.

—No es momento de ver quién la tiene más grande. —me quejé. —Edward, ¿sientes algo? Se que no estoy loca, lo acabo de ver.

Edward se concentro en un punto y asintió.

—Si, algo anda mal. —corrió escaleras arriba y ambas lo seguimos.

—¿Que pasa? —pregunto Cal.

—¿No lo sientes? Alguien entró aquí, un vampiro. —la miro.

—No lo se, aún no controlo lo de separar olores y rastrear. —respondió. Se veía enojada con ella misma.

—Edward, ¿Lo conoces? ¿Tal vez algún Vulturi?

—No, ellos no llegarían así como así y tampoco se irían sin nada. —miro toda la habitación.

—Lo vi que estaba oliendo la remera que dejé aquí. —fui a la silla y ya no estaba. —O estaba... ¿se la llevo?

—Nos vamos, toma un abrigo. —salió del cuarto e hice lo que dijo.

—¿Quien era? ¿Alguien conocido? —pregunto Carlisle.

Me senté junto a Alice. Rosalie y Esme estaban paradas en una esquina, Cal en otra y Emmett acaba de entrar junto a Jasper.

—Un desconocido. No supe de quién era el olor.

—¿Un nómada que iba de paso? —pregunto Esme.

—Un transeúnte no hubiera dejado a los padre con vida. —respondí Rosalie. —¿Algo más, Eva?

—Ojos rojos. —respondí. —Muy rojos, como sangre, e intimidante más que James o Aro. Cuando miro a donde yo estaba se sintió como si me atravesará. —respondí recordando ese momento.

—El rastro se perdió a 8k de la casa. —anuncio Jasper.

—Alguien esta orquestando esto. —murmuró Carlisle.

—¿La pelirroja? —hablo Calíope por primera vez desde que llegamos.

—Yo lo hubiera sabido. —respondió Alice.

—¿Los Vulturis? —pregunto Eddie.

—No lo creo, que no los vi.

—Ni yo. Llevo soñando con ellos desde antes de conocerlos, lo hubiera sabido. —comenté.

—Seguiremos buscando. —hablo Emmett.

—Protegeremos a Eva en su casa, haremos guardia. —anuncio Carlisle.

—¿Otra tarea de protección? Podríamos dejarla aquí, estará más segura. —acotó Rosalie.

—Si, pero sus padres no. —hablo Calíope.

—Pues ellos no me interesan, Evangeline si. —respondió.

—Dejen de pelear. —suplico el mayor.

—Tiene razón, no pueden protegerme a mi, a mi madre y a Marcus. No sin interferir en su alimentación o tareas diarias. —señalé.

—Y no olvidemos de buscar a Victoria. —mencionó Rose.

—No vas a quedarte indefensa. —sentenció Edward.

—Y ustedes no se privaran de comer por mi culpa. —dije pasándome del sofá. —Además estaría protegida, tengo...

—¿Que? —me miró.

—Me tiene a mi y a la manada. —Calíope dio un paso al frente.

—¿A ti? Estuviste una hora allí dentro y ni siquiera notaste que había algo raro. —atacó Edward.

—Ya te dije que aún no controlo eso, no tuve más de cien años para aprender. Te recuerdo que solo pasaron algunos meses. —se defendió.

—Ya basta. —Carlisle se puso en medio de ambos. —Calíope, ¿Crees que tu manada acepté hacer equipo y ayudarnos? —pregunto con gentileza.

—Todos aman a Evangeline, hasta Sam. Harán un esfuerzo por ella, pero no prometo que estén al 100% de acuerdo a estar cerca de ustedes —respondió.

—Eso no importa, lo importante es protegerla a ella y a su familia. —Esme se acerco a ella y le dio una sonrisa maternal. —¿Podrías ir a preguntarles, cariño? Mientras antes les digas, antes se pondrán de acuerdo y van a poder digerirlo más.

—Si, claro. —ella me miro y me sonrió. Salió de la casa y pude escuchar cómo la ropa se rompía, un aullido se escuchó a lo lejos.

—Eva, le diré a tu madre que te quedaras aquí esta noche. Iras mañana por la mañana junto a Edward y a los lobos, si aceptan. —Esme me tomo de los hombros y me sonrió.

—Si, señora Cullen. Usted manda. —me sonrió.

Esa noche dormí junto a Alice, todos los demás fueron a cazar un poco y a ver mi casa.

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