𝑺𝒆𝒗𝒆𝒏𝒕𝒆𝒆𝒏

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Perro Albino/Sanguijuela con glitter

Me hice un pequeño corte en el dedo y fui dejando gotas en varios árboles y plantas al azar.

— ¿No exageras un poco? — preguntó Edward con una sonrisa.

— Yo creo que no. No puedo ayudar mucho y quiero hacer las cosas bien — le sonreí y me puse de puntillas para darle un beso en los labios.

— Si sigues así, vas a volver locos a los neófitos — comentó mientras limpiaba con un trapo los rastros de sangre seca de mi mano.

— ¿Solo a ellos? — pregunté con una sonrisa juguetona.

— A mí ya no me enloquece, Line — respondió y me dio un beso en la frente.

— ¿Desde cuándo?

— Desde que pasé un día entero creyéndote muerta — respondió.

— Eso no hubiera pasado si no te hubieras ido — le di un beso en la mejilla y entrelacé nuestras manos.

— No llevas tu anillo — comentó mientras miraba mis manos.

— Calíope es... inestable, no quería que algo malo pasara o que ella no esté concentrada en la batalla — miré nuestras manos y luego a él. — Lo siento, sé que está mal...

— Está bien — me interrumpió. — No tienes por qué darme explicaciones, Evangeline — se mantuvo unos segundos en silencio. — Si no estás segura o lo estás reconsiderando, lo entiendo.

— ¡Jamás! Nunca vuelvas a decir eso, o siquiera pensarlo. Bórralo de tu mente para siempre — respondí rápidamente. — No hay nada que me haga más feliz en esta vida que casarme contigo, Edward Cullen.

— Y no hay nada más hermoso en esta vida que tus lindos ojos, Evangeline Lumière — Edward me besó y me volví a sentir como la primera vez; enamorada en todo sentido.

— De verdad no quiero que la mente de Calíope esté lo más clara posible en la pelea — sonreí.

— ¿Qué mente no está clara para la pelea? — Calíope salió de los arbustos luciendo una musculosa azul ajustada al cuerpo y unos shorts negros.

— La de Alice, la pobre tuvo varias visiones últimamente — mentí.

— Alice dice que está por venir una tormenta — miró a Cal.

— Sí, la manada y yo la sentimos. Ya es hora de irnos, Eva — la miré y ella pareció entender, se alejó un poco y Edward se acercó más a mí.

— Te veré en unas horas — me dio un beso en la frente, otro en la punta de la nariz y un último beso en los labios.

— Ten cuidado, Eddie — murmuré.

Me acerqué a Calíope a paso lento. Estiró los brazos y me dio un fuerte abrazo.

— ¿Qué sucede? — preguntó cuando nos separamos.

— Nada... Solo un montón de vampiros que quieren matarme — sonreí. — Lo normal de cada semana.

— Claro, el viejo guion — me subió a sus brazos y comenzó a correr al punto de encuentro.

Tardamos alrededor de dos horas en llegar. Apenas vi a Edward, me bajé de los brazos de Calíope y me tiré sobre mi prometido.

— ¿Estás bien? — preguntó después de darme un ligero beso.

— Síp, tan bien como la nueva colección de Prada — respondí sonriente. Edward me vio sin atender y me reí. — Estoy perfecta — Edward sonrió y miró a Cal.

𝙄𝙣𝙨𝙤𝙢𝙣𝙞𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora