Juntos por siempre.
—¿Cómo te sientes al saber que estarás casada conmigo durante toda la eternidad? —preguntó Edward.
Ya habían pasado unas horas y aún seguíamos en el prado, él acostado en la sombra mirando el cielo y yo a su lado leyendo un libro, al sol.
—No hay nada que quisiera más que eso —respondí levantando la vista del libro—. Deja de torturarte con eso, Cullen —sonreí y le di un suave beso en la mejilla. Él sonrió.
—Al menos me elegiste a mí y no a ese perro —me miró.
—No te elegí a ti —respondí. Su sonrisa se borró—. Me elegí a mí.
—¿Qué? —se sentó y me miró.
—Me autoelegí —me senté también, justo frente a él—. No necesito a ninguno de los dos para ser feliz, Eddie. Al principio creí que era egoísta, pero con lo que me dijo Jacob me di cuenta de que puedo elegir mi vida y elegir de qué mundo quiero formar parte. Si de los hombres lobo, de los vampiros o ser una simple humana.
—¿O sea que no fue por mí? —preguntó con burla.
—No del todo —sonreí y me senté en su regazo—. Toda mi vida quise encajar y nunca pude hacerlo, ni en mi propia familia —suspiré—. Siempre fui la "rarita", la antisocial y la loca por tener los sueños que tengo —lo miré a los ojos—. Pero tú y tu familia me abrieron los brazos y me acogieron como una más. A algunos les tomó más tiempo, pero me sentí perteneciente por primera vez. Y tal vez pienses que no es lo mejor para mí estar a tu lado, o que en cualquier momento podrás lastimarme e incluso matarme, pero yo no lo veo así.
—¿Cómo lo ves tú? —preguntó acariciando mi mejilla.
—Como una oportunidad. Una oportunidad de estar contigo de por vida, una oportunidad de ser feliz y sentirme completa —tomé su mano y la entrelacé con la mía—. Sé que crees que me convertirás en un monstruo sin alma, pero no es así.
—¿Cómo lo sabes? Una vez que te convierta ya no tendrás alma, tu corazón no latirá, ya no correrá sangre por tus venas. Estarás muerta y será por mi culpa.
—Edward, no me estás escuchando —me quejé—. Es lo que yo quiero. Prefiero estar muerta y junto a ti que viva y sin ti a mi lado. Prefiero tener que caminar sobre vidrios rotos toda mi vida a jamás volver a tenerte.
—¿Cómo lo haces? —preguntó acariciando mi mejilla.
—¿Hacer qué?
—Calmar mi ser... Calmar mi desesperanza y mis inquietudes. ¿Cómo lo haces?
—¿Hablando? —sonreí—. Te escucho, Edward, me pongo en tu lugar. Y si esto fuera al revés, también tendría tus dudas y tus miedos. Así me doy cuenta de que me amas y de que te amo.
—Contigo a mi lado siento que puedo vencer hasta al mismísimo Aro —sonrió.
—Sí, pero primero —me paré—. Debemos enfrentar algo más peligroso y mortífero —Edward me miró sin entender—. Hay que decírselo a mi madre.
—No creo salir vivo de eso —se rió—. Lo bueno es que soy antibalas.
—Me pregunto si también eres anti-sartenes.
—¿Sartenes? —me miró extrañado.
—Cuando éramos niñas, mamá solía amenazarnos con sartenes —me reí—. Una vez me pegó con una, todavía tengo la marca en la espalda.
—Bueno, espero que no me pase lo mismo. Nunca me han pegado con un sartén —se paró del pasto y juntó todas nuestras cosas.
—¿Nunca? —negó—. ¿Y con una escoba? ¿O con la plancha? —negó a todo con una sonrisa—. Nunca tuviste infancia —me quejé.
—Nací en 1901. El mayor castigo que me daban a mí era encerrarme en un calabozo.
—¿A lo Tronchatoro?
—Algo así —sonrió y me rodeó con sus brazos—. Vamos, ya casi se pasa la hora de salida, no quiero que tu madre se enoje conmigo.
Empezamos a caminar empujándonos entre nosotros, o bueno, él empujándome despacio y yo intentando moverlo, hasta que recordé algo.
—¿Qué sucede? —preguntó deteniendo el paso.
—Voy a necesitar el anillo —él sonrió y dejó las mochilas en el piso. Sacó una pequeña caja de su bolsillo y la abrió—. No vayas a hacerlo otra vez —supliqué con una sonrisa.
—Oh, voy a hacerlo otra vez —tomó el anillo en sus manos y me miró a los ojos—. Evangeline Lumière, ¿aceptarías casarte conmigo? Si lo haces, te prometo que buscaré darte la misma felicidad que tú me das a mí y amarte para la eternidad.
—Tú puedes darme lo que sea —le guiñé el ojo y me reí.
—Line, esto es serio —me miró con el ceño fruncido un segundo y luego empezó a reír—. ¿Aceptas?
—Acepto.
Edward tomó mi mano y colocó el anillo delicadamente en mi dedo. Me tomó de la cintura y yo rodeé mis brazos en su cuello. Acunó mi rostro en sus manos y me dio un beso en la frente, luego otro en la punta de la nariz y, por último, colocó con delicadeza sus labios sobre los míos.
El frío de sus labios ya se sentía tan familiar que un calor se desprendía de ellos. Las manos de Edward acariciando mi rostro y cintura me daban descargas eléctricas por todo el cuerpo. Mis manos parecían tocar las nubes cada vez que acariciaba el suave pelo de Edward. Es en ese momento que me di cuenta.
Edward me hace sentir viva, me hace desear y me hace sonreír. Su mera presencia es suficiente para alegrar mi semana, su frío cuerpo es suficiente para arroparme y su dulce voz hace que me broten mariposas en el estómago.
Con ese beso, con ese maldito beso, supe que siempre estaré junto a él, viva o muerta, jamás me sentiré tan libre como con él.
FIN.
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¡Con ustedes, el final de Insomnia!
Sé que pasó mucho tiempo desde la última actualización (98 días), pero logré deshacerme del bloqueo y aquí estoy otra vez.
Así que, como es temprano (18:37 hs), seguramente dentro de un rato suba la sinopsis del próximo libro de esta bella historia que aún no tiene título, pero yo ya tengo todo planeado jajajaja.
Espero que les haya gustado y que disfruten de la historia.
No se olviden de votar y comentar con ideas, sugerencias, correcciones de ortografía o lo que gusten. Yo, encantada de leer todo. <3
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𝙄𝙣𝙨𝙤𝙢𝙣𝙞𝙖
Vampir𝕀𝕟𝕤𝕠𝕞𝕟𝕚𝕒: Dificultad para conciliar el sueño a la noche. Puede provocar alucinaciones, Irritabilidad, depresión o ansiedad, etc. [Edward x occ]