Muichiro no le había dado muchas vueltas al asunto o por lo menos, si sabia que había cedido ante una tentación, pero tampoco era como que fuera lo más anormal del mundo de hecho era muy común encontrarse con escenas como estas, generalmente era habitual qué las personas entrarán en celo, era como el periodo de una mujer, había rara vez que eran exactamente puntuales, tampoco era raro que en varias ocasiones se hubiera encontrado con algunas escenas subidas de tono, sus mismos padres solían dejar la casa para cuando sus celos estaban cerca así evitaban qué sus hijos fueran perturbados.
Tal vez debía haberle prestado un poco más de atención, en lo único que pensó tras recobrar un poco la cordura fue en bañarse para lavarse un poco el aroma del alfa y limpiar su entrada, la cual estaba bastante sucia, al parecer Iguro se había venido bastante, eso podía significar dos cosas, una qué Iguro no había tocado a muchas personas antes que el y dos qué el omega había estado lo suficientemente bueno para satisfacer al alfa.
Los días transcurrieron relativamente normales, clases, casa, animales, trabajos, socializa, entre otras cosas, Muichiro solía olvidar la mayoría de cosas a menos de que fueran necesarias, pero desde los quince años había empezado a recordar con mayor facilidad las cosas, eso debido a que había conocido a varias personas que le había hecho superar sus penas y fantasmas del pasado, sin embargo su enfermedad persistía, cuando se sentía muy triste durante el día se le complicaba mucho retener la información y tras dormir olvidaba todo los sucedido en ese día, incluso si era muy importante.
El profesor Iguro se ausentó durante una semana debido a una “enfermedad”, casi toda la universidad qué recibía sus clases celebró, sin embargo a Muichiro todavía le queda cierta zozobra en su garganta, durante toda su vida su omega no había sentido atracción sexual hacia nadie, estaba hay, pero nunca se calentaba, su omega solo sentía que el querer copular con un alfa solo por que si era estúpido, pero ahora desde que Iguro lo toco, su omega se sentía, feliz, satisfecho y por las noches también se calentaba, Tokito no sabía si era por que al fin había copulado con un alfa y sabia lo bien que se sentía o si era por que era Iguro con el que había copulado.
Iguro no sabía por que se sentía tan caliente, los malditos supresores no le habían hecho un carajos, el dolor tan insoportable qué sentía sumado al calor horripilante qué su cuerpo sentía era como si todos los celos qué no había sentido durante todos su años los estuviera viviendo justo ahora. Se sintió como un depravado cuando se vino por última vez pensando en el pequeño cuerpo de Muichiro y en su exquisito aroma.
Regresar a la escuela fue por mucho pesado, con toda la lucidez del mundo solo le hizo sentirse peor, según los estudiantes regreso más insufrible qué antes.
“Tokito-Kun, espera un momento” nadie dijo nada, ni tampoco presto atención, solo querían salir de ese salón de química que era realmente espantoso “claro Sensei”. Casi dos semanas sin escuchar esa voz, desde cuándo se sentía tan linda, desde siempre.
Cuando todos sus patéticos estudiantes abandonaron el aula un silencio incómodo según Iguro invadió la sala, las expresiones de Tokito eran casi nulas, parecía como si a él le valiera madres el hecho de que ellos dos habían copulado, tal vez a si lo era, el hecho de que su alfa estuviera completamente desquiciado por el omega del niño y a su parte racional le pareciera atractivo, no significaba qué sus sentimientos fueran recíprocos, tal vez se estaba quebrando demasiado la cabeza con esto.
Pero Iguro estaba dispuesto a aclarar las cosas, “Tokito-Kun, respecto a lo de la semana pasada…” “Obanai-Sensei, el director lo está llamando, o perdón no sabia que estaba ocupado” Iguro tenía unas ganas enormes de asesinar a este niño rubio “cuantas veces te he dicho que toques al entrar Agatzuma” “perdón, es que es urgente” Iguro suspiro “espérame aquí Tokito-Kun”
Obanai no se quería ir, sentía que si se iba al volver Tokito ya no estaría hay.