Lagrimas 11

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Julián se muestra confundido, no hay una razón en específica para creer que Enzo ya descubrió las razones por las que dejó de dormir en la misma habitación o ha hecho otras cosas. Con una mano se sostiene fuertemente del barandal, la otra colgando sin fuerza en su costado derecho.

Enzo se acerca lentamente hasta que puede tocar la suave piel de los dedos del omega, recorre suavemente con las yemas la extensión de piel visible, después toma el valor suficiente para volver a sostener la mano de ese ser tan frágil.

Es entonces que se da cuenta del nerviosismo y la sorpresa en el rostro del menor como si lo estuvieran enjaulando de un momento a otro, como si no tuviera escapatoria. Levanta la mano del omega y coloca un sabe beso sobre ella, todo con la intención de aligerar el ambiente.

Es hasta ese momento que se da cuenta, el anillo de compromiso no está en el dedo anular de Julián, algo se oprime dentro de su pecho, un ligero dolor que solo le recuerda lo estúpido que ha sido con la persona que ama.

Se aclara la garganta para intentar alivianar el nudo que le impide hablar de una vez por todas.

—Hmm, me gustaría decirte algunas cosas que no te he dicho — entonces dice, la voz aún tensa por el reciente descubrimiento, ese anillo fue comprado con una gran ilusión, fue colocado en el fino dedo del omega junto a la promesa de que se remplazaría por uno más bonito e importante.

—¿Puedo saber de qué se trata? — cuestiona, Enzo puede ver la forma en que Julian intenta parecer desinteresado, no va a engañar a nadie, al menos no al alfa.

—Sí, bueno... yo sé que tú y yo no hemos estado realmente juntos durante el último tiempo, es por eso que te traje hasta este bonito lugar que encontré hace meses y... yo... bueno...

Julián entra en pánico, no quiere hablar de eso ahora, no quiere tener que enfrentarse a las causas de sus tormentos y lágrimas nocturnas. No deja que Enzo termine la oración — Yo lo se Enzo, sabes que no tienes que darme ninguna explicación.

Enzo parece confundido ante esa respuesta — Ju, yo creo que sí...

—Como ya dije antes, no tienes que darme explicaciones — ya no las necesito, quise decir — entiendo completamente las razones, ¿Cómo encontraste este lugar?

Enzo continuó confundido, sin saber que decir. Las interrogantes flotando sobre su cabello perfectamente peinado— ¿Estás bien? Quiero decir... tiene algún tiempo que no hablamos de cosas, me gustaría saber si todo está bien.

Julián lo valora, lo valora muchísimo por el simple hecho de ser Enzo, ese alfa que desapareció de su vida durante los momentos más difíciles, pero que ahora mismo está parado frente a él, siendo todo perfecto y preocupándose por su bienestar.

—Estoy muy bien, es más, no había estado así de bien en toda mi vida.

No sabe si realmente está logrando convencer a Enzo de que no le pasa nada. Mantiene la misma postura en todo momento a pesar de la lluvia de pensamientos negativos que se desata en su interior. Está muy claro que no está para nada bien, comenzando por el simple hecho de que tiene una enfermedad terminal.

Sabe que ser pesimista es una de las muchas etapas por las que se tiene que pasar en una situación así, es casi obvio que no va a estar pensando en todo lo bueno que te puede traer una enfermedad de tal magnitud, para empezar no se puede porque no trae nada bueno.

No hay pros y contras, tienes que aprender a vivir con la sensación de que en cualquier momento una esperanza de vida de seis meses pasa a  de dos semanas. Cosas imprevistas que tampoco se pueden controlar.

Siente la mano fría debido al contacto con el metal, eso es muy normal. El sol todavía no sale por completo, su piel se ha vuelto muy sensible a los cambios de temperaturas y los golpes, baja la mirada instintivamente sin querer hacer contacto visual con el alfa que sigue sosteniendo su mano.

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