Capítulo 3: Luz, cámara... ¡Acción!

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A la mañana siguiente, el rubio que olvido poner la alarma, despertó a las 11:00 am, se levantó para realizar todo su ritual de cuidado personal y de paso darse un baño para terminar de despertar, en cuanto salió con una toalla envuelta en su cintura se dio cuenta que era justo medio día, algo tenía que hacer a medio día, solo que no recordaba que era, se encogió de hombros y fue a la cocina, había perdido el desayuno, pero al menos podría tomar su café, ahí fue que vio aquella tarjeta. ―oh cierto, tenía que llamarlo― Se dijo a si mismo mientras preparaba su café, un rato después, ya sentado en la barra de cocina, con su teléfono en mano, marco aquel número esperando que le respondieran.

Él día de Sakusa inicio como de costumbre, a las 6 am. Tenía la rutina de salir a correr hasta las 6:45 am. Regresar a casa y tomar una ducha, desayuno ligero y a las 8:00 am ya debería estar conduciendo para llegar a su estudio, lugar donde haría sus últimas obras de escultura y pintura antes de su exhibición. El edificio en el que trabaja no cuenta con más de 3 pisos, sin embargo, no deja de ser elegante, modesto y muy amplio, en el primero está la recepcionista y detrás de esta una pequeña galería con pinturas, partituras o esculturas de la familia de Sakusa en general. El segundo piso que es donde él dirige esta la oficina principal y el continuo era el más grande de todos ya que aquí se encontraban todos los materiales y proyectos a medio terminar para sus exhibiciones, finalmente el tercer piso era una zona para almacén a la par de un cuarto de descanso, porque en efecto muchas veces se desvelaba sin llegar a casa por cumplir con diligencia alguna fecha de entrega.

Pasando ya las horas su teléfono empezó a interrumpir el trance de sus pinceladas, captó por el rabillo del ojo quien era figurando "desconocido" de inmediato supo quién era dejando de lado su actividad y respondiendo lo necesario. ―Buenas tardes Miya, te enviaré la ubicación del lugar no deberá suponer un problema encontrarlo para ti, te estaré esperando...―Y así como tal colgó la llamada tras compartir la ubicación, quería terminar cuanto antes sus obligaciones pues estaba seguro que cierto rubio tratará de retenerlo al teléfono si no daba Indicaciones claras con cualquier otra tontería.

Sin embargo, este último miro el teléfono indignado, ni siquiera lo dejo hablar, al menos tuvo la decencia de darle las buena tardes. Su teléfono sonó una vez más al recibir el mensaje con la ubicación del lugar, no quedaba muy lejos de su casa, en cuanto se cambió, bajo al garaje del edificio y tomo su auto para llegar al estudio al paso de 30 minutos estacionó junto al edificio, sonriendo de forma encantadora a la recepcionista en cuanto abrió la puerta, se presentó diciendo que era amigo de Sakusa y que lo estaba esperando, ella no muy segura, pero nerviosa ante el encantador rubio que estaba recargado sobre el mostrador, le indico que subiera al segundo piso, donde se encontraba el mayor una vez que corroboro su agenda.

Mientras avanzaba por la galería no pudo evitar deleitarse con la obras y esculturas alrededor de esa primera planta, estaba bastante impresionado, si bien no sabía mucho de arte, se daba cuenta cuan bellas eran esas piezas. Subió al segundo piso por las escaleras tapándose con un Kiyoomi que le daba la espalda y seguía pintando, como si estuviera desconectado del mundo, al parecer no lo había escuchado. Se tomo un momento para apreciar las obras que estaban ahí, poniendo especial atención en la que el pelinegro estaba trabajando, ladeando un poco la cabeza sin despegar la vista, tratando de entenderla por completo, cuando vio que el mayor no tenía ninguna intención de voltear fue que se decidió por llamar su atención. ―Buenas tardes Kiyoomi-san― dijo con una sonrisa, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta, viendo el momento exacto en el que el mayor perdía la concentración para girarse a verlo.

-Por otro lado el azabache estaba absorto en terminar el cuadro, un patrón de lirios blancos vino a su cabeza después de colgar la llamada y no supo explicar por qué, sus manos empezaron a moverse solas por el gran cuadro aún sin protagonista solo enfocándose en el trasfondo de este pues estaba convencido que los lirios solo servirán de compañía para algo más, pero...―¿Compañía de qué exactamente?― No se supo responder ni el mismo, pero una voz si llego a él y no era de su secretaria, dejo el pincel el pincel al borde de la paleta de colores y giró su cuerpo para observar al recién llegado, tomó una toallitas húmedas para limpiar sus manos y posteriormente colocarse los guantes quirúrgicos negros. Solo entonces se permitió extender su mano para saludar y estrechar la ajena a modo de bienvenida.―Siento que hayas venido aquí, creí que te guiarán a la oficina en lugar del estudio.― Se encaminó directo a la puerta, la oficina estaba justo al lado y era más cómodo para que ambos trataran los asuntos de trabajo-

Corrupted Duality  [SakuAtsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora