Hoy me enteré...

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Hoy me enteré de que tu novia, con quien acababas de comprometerte hace poco tiempo, no es más tu novia. 

Me enteré de que era muy manipuladora, y que le dabas todo.

Me enteré de que se aprovechaba de ti y de lo bueno que eres, para conseguir lo que quería.

Me enteré de que gastaste mucho en ella, y en su familia. Que nunca tenías para los gastos de tu casa, ni para ti, porque todo se lo dabas a ella.

Me enteré de que fuiste miserable todo ese tiempo junto a ella, sin darte cuenta.

Me enteré de que te dejó porque no quisiste pagarle un viaje a su madre.

Me enteré de que tu relación de años se terminó en un par de minutos.

Me enteré de que la boda que llevabas meses planeando se canceló, y se fue a la basura, de un día para otro.

Me enteré que, después de dejarte, no tardó en encontrar a otro pobre diablo del que aprovecharse.

Me enteré de que te dolió mucho, me enteré de que sufriste, me enteré de que fue duro para ti, me enteré de que te dejó mal.

Te escuché decirlo en voz alta, te escuché decir que habías necesitado el apoyo de amigos luego de la ruptura. 

Te vi mientras lo decías, vi el dolor en tus ojos, la desilusión y la decepción.

Y mientras escuchaba, tuve que evitar sonreír. Y, mientras escuchaba, cuando alguien más me contó los detalles, no pude ocultar la sonrisa. 

Cuando me enteré quise reírme. Incluso cuando vi como te daban palabras de aliento y la familia te mostraba su apoyo, quise reír. 

Pero no lo hice, lo disfrute internamente. Disfrute de ese sufrimiento sin que nadie más lo notara.

Porque ellos no saben lo que yo sé, y jamás van a saberlo. 

Lo disfrute mucho. Porque, tal vez, no este bien reír del sufrimiento ajeno y, tal vez, es una alegría momentánea, pero me alegra saber que estas siendo miserable, al menos por un momento.

No me culpes por reírme de la situación. Sé que puedo estar siendo un poco cruel.

Pero tengo mis razones.

Porque yo no tuve a quien contarle, porque yo no tuve amigos que me apoyaran, porque a mi nuestra familia no me dio palabras de aliento. Porque yo no pude sacar lo que sentía en su momento. Porque yo no pude hablar libremente de lo que me habías hecho.

Porque a ti te consuelan y te dicen que todo estará bien, y a mi no me hubieran creído, o lo habrían minimizado.

Me reí como tu te reíste cuando me viste correr asustada y lejos de ti esa noche, huyendo de tus asquerosas manos y tus sucias intenciones. 

Me burlé un poco, como tu te burlaste al día siguiente, fingiendo demencia, fingiendo que nada pasó. Comportándote como un chico bueno, como si nunca hubieras intentado tocar a quien te consideraba su familia. 

Tal vez, no sea lo mejor. Pero se sintió bien escuchar que te hirieron, así como tu me heriste a mi.

Así que no me culpes por reírme, porque es lo único que podía hacer después de todo este tiempo tratando de fingir que no existías.

No me culpes por reírme, cuando tu nombre todos estos años lo único que podía provocarme era asco.

No hay duda de que en esta vida todo se regresa y, tal vez, no fue mucho, pero disfrutaré cada vez que recuerde tu rostro al contar lo que te había pasado. Y no me sentiré mal por eso, porque tu no te sentiste mal después de hacerme aquello.

Disfruta de las vacaciones que pagarás con el dinero de la que hubiera sido tu boda, disfrútalas, que yo disfruté demasiado de ese sufrimiento tuyo, y mi único castigo por haber disfrutado de eso, será saber que te irás a dónde más yo deseo ir.

Pero no me importa demasiado, no es tan malo comparado con otros posibles castigos.


A quien rompió mi corazón por primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora