Érase una vez, en un reino muy lejano, un príncipe se vio obligado a elegir un alfa para casarse y compartir el trono.
Pero algo no sale según el plan...
- 𝓝𝓸 𝓹𝓾𝓮𝓭𝓸 𝓶𝓪𝓻𝓬𝓪𝓻𝓽𝓮 𝔂 𝓱𝓾𝓲𝓻 𝓬𝓸𝓷𝓽𝓲𝓰𝓸, 𝓷𝓸 𝓹𝓾𝓮𝓭𝓮𝓼 𝓼𝓮𝓻 𝓶𝓲 �...
—¿Es este el río del que hablabas?— dijo el rey Namjoon deteniendo su caballo blaco para buscar otras huellas.
—Si, mi rey.— respondió.
—¿Sabes si hay algún lugar donde alguien pueda quedarse?— preguntó mirando alrededor.
De alguna manera, su instinto de padre alfa le decía que su hijo estaba en algún lugar y que no estaba tan lejos como pensaba.
—No que yo sepa.—
—Sepárense y busquen, yo me adentraré en el bosque.—
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—¡Jungkook!— el pelinegro acababa de llegar después de correr todo el camino hasta el palacio real. —¿Qué haces aquí?— preguntó Seokjin preocupado, enfrentándose al menor que corría.
—Taehyung dijo que necesita hablar contigo. Anoche tuvo fuertes dolores.— respondió respirando con dificultad y jadeando.
—No puedo salir ahora Jungkook. Los príncipes están arriba en sus habitaciones y Namjoon ha salido a buscar a Taehyung, ha estado fuera desde anoche.— contestó el omega.
—¿Cómo?—
—¡No deberías haberlo dejado solo! Si dejo el palacio contigo, será sospechoso.—
Seokjin sabía que su esposo no era un idiota, al contrario era muy inteligente y rápido en encontrar soluciones a sus problemas.
Pero también sabía que muchas veces esa inteligencia que tanto lo atrae, desde los días en que lo conoció, podría verse eclipsada por los enormes problemas de ira que a menudo lo ponían a él mismo y, a cualquier persona cercana, en riesgo.
—Sabía que algo iba a pasar.— dijo y luego corrió hacia el bosque.
—¡Corre y ten cuidado!—
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Mientras tanto, Namjoon vagaba por el bosque pero nadie lo rastreaba.
Las huellas dejadas por el caballo parecían haber desaparecido y borrado y no había nadie a lo largo del río. No había ni olor de alfa y ni olor de omega.
