Escape

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Un año más pasaba en casa de los Kellins, Aura giraba y cantaba, pues su dicha era mucha, su esposo, Michael Kellins sabía que nadie ni nada haría que su esposa se detuviese, excepto quizás el dueño de la casa, el amo Alfred, pero que él se apareciera y le pidiera a Aura que se detuviese era tan improbable como que un humano apareciese por ahí.

El amo de la casa Kellins, se llama Alfred y si bien, él no se apellida Kellins, es el dueño absoluto, pero ¿A qué se debe esto? pues bueno, ese es un dato que nadie más que Alfred sabe y, a decir verdad, Aura y Michael ya no lo recuerdan, al menos no con exactitud, su memoria esta algo perdida, algo extraño para no un no vivo, pues los muertos suelen recordar todo lo que les aconteció en vida y en parte también en muerte ¿verdad?

-Michael ¿no crees tú que el día esta simplemente perfecto? hay algo de nieve, pero bah, da igual, el ambiente se ve tan...lindo, tan perfecto...

-Ya lo creo... ¿en qué piensas? hace recién estabas girando, bailando y cantando ¿Que paso que ya no lo haces? -Michael se acercó a su mujer, no podía abrazarla, eran fantasmas después de todo y ellos no podían tocarse, aunque pertenecieran al mismo plano fantasmal.

Aura no dijo nada, no podía decir palabra alguna, después de todo ¿Qué podría decir? Ella no estaba y el amo estaba, pero estaba insoportable, siempre lo estaba, siempre después de ese día...

Michael, vio la sonrisa melancólica de su esposa -si pudiera abrazarla lo haría- pensó, mientras veía por la ventana caer nieve, se notaba que la casa estaba sola, un tanto vacía después de aquel trágico día....

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- ¿Porque debo volver al orfanato? -decía entre lágrimas y sollozos Alice- Costo mucho salir de ahí y además ¡debo ir a la casa de la muerte!

Noah y Joan estaban algo abrumados con Alice en su morada, además no la podían mantener mucho con ellos, no sabían cuidar niños pequeños...

-Noah, ayúdame a ir a la casa de la muerte ¿sí? -Alice no sabía aun donde quedaba la casa, pero quería, no, necesitaba ir allí, quería saber más sobre su mamá o bueno, saber quieres estuvieron con ella, quizás podría llamarles su familia-.

Joan sabía que existían unas cuantas casas, edificios y mansiones en las afueras del lugar, pero ¿Cómo ir ahí? ¿Y si en las afueras no había nadie que ayudara o conociera a la pequeña niña? podían pasar cosas buenas o malas si daba a la niña en cualquier lugar, así que en definitiva la llevaría al orfanato ahí estaría segura ¿no?

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Rojo así estaba ahora el semáforo, en rojo absoluto, Alice pensaba como escapar ahora del auto en el que estaban ella, Noah y Joan, podía simplemente esperar a salir de auto y comenzar a correr, pero la idea era estúpida, la atraparían de inmediato ¿Como podía salir de esta situación y llegar a su destino? ¿Como llegaría a la casa de la Muerte? Quizás, no lo lograría nunca...

Ahora el semáforo estaba en amarillo y sin si quiera pensarlo Alice se deshizo del cinturón, abrió la puerta y corrió, corrió como si no hubiera un mañana dejando en el auto atónitos a los dos adultos por tal acción; volviendo con Alice, la niña seguía corriendo, sus piernas ya no podían seguir, pero su necesidad de llegar a un lugar que podía, como no ser real eran más grandes que el dolor y el cansancio de correr en medio del gran frio que hacia esa tarde, de pronto Alice deslumbro una calle vacía, sin dudarlo entro en ella intentando recobrar el aliento, o mejor dicho, intentando recobrar la respiración, haciendo que lentamente sus pulmones se llenaran de aire, un aire frio y hasta cierto punto desgarrador.

Con la nariz congelada y los pulmones respirando un aire álgido la pequeña Alice sonrió con un aire triunfante, ya era libre o eso creía, eso esperaba y anhelaba, apoyo su espalda en un muro y se sentó en el piso que estaba completamente frio, pero daba igual, ahora debía pensar que hacer ¿Por dónde ir? ¿dónde ir? ¿Cómo sabría que había llegado? Bueno, quizás esta última pregunta era más fácil de responder, Alice podía ver espectros, así que no sería tan difícil saber si había llegado al lugar correcto, excepto porque algunos espectros parecen muy humanos, tienen más color que otros, pero es fácil para Alice saber si están vivos o no, solo debe tocarlos si los atraviesa, están realmente muertos, si no los atraviesa están vivos, es algo tan fácil que parece ridículo ¿no?

- ¡ALICE! - gritaron a lo lejos- ¿DONDE ESTAS?

Alice sudo frio, probablemente la encontrarían pronto y no sería difícil para ese par o para cualquier persona, todos podían notar el cabello rosado que sobresalía de la blanca nieve, hasta Alice sabía que ahora su cabello era un gran problema ¿De que servía estar vestida completamente de blanco si su cabello era de un color totalmente diferente?

-Piensa Alice-dijo la de cabellos rosados dándose pequeños golpes en la cabeza- ¿Qué harás ahora Alice? No quiero que me pillen ¿Qué hago?

La respuesta demoro unos segundos en llegar, Un camión de la basura ¿Y si subía ahí? Parecía que lo haría y lo intento, fracasando al instante y cayendo en el frío pavimento, justo entonces sus verdes ojos chocaron con los de Joan, de manera automática Alice se levantó y mirando asustada a Joan y Noah dio un paso atrás, luego otro y otro, hasta darse vuelta y correr por las calles, sin saber a dónde se dirigía exactamente, pero con una pequeña chispa de esperanza.

Por su parte Joan y Noah solo pudieron verla irse, se subieron al auto y desde lejos la seguían, al fin de cuentas aun seguían con la idea de llevarla al orfanato, porque la Muerte no tiene una casa ¿Verdad?

Capitulo dos;

Escape.

Un tragico regalo de la muerte/Tragicum donum mortisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora