Jack y Anna
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La encargada de Anna la condujo por un pasillo largo, larguísimo hasta una habitación medianamente grande. No pronunció una despedida hacia su encargada; ni nunca lo hizo. Desde el asesinato de su padre —lo único que tenía—, ella no ha vuelto a hablar con nadie. Sólo asiente y niega, te mira o camina. Escribe también, pero nadie, nadie, puede leer lo que ella redacta. De todas formas, la encargada no sabe que lo hace.
Es una chica escuálida, pálida a más no poder, de ojos negros como el carbón y cabello escaso, grasoso y negro también. Tiene una ligera joroba, dientes amarillentos y mirada vacía, sin expresión. Hay heridas emocionales que se pueden dilucidar...y algunas superficiales. O muchas superficiales. Muchas, en serio. Se ha cortado en las piernas, en las muñecas, en los antebrazos, y en todos los lugares en los que pudo. Sintió que así, de alguna manera, podría sacar toda la mierda de su interior.
La dejaron esperando en un sillón con aroma a pino. Era la primera vez que salía del manicomio en un buen tiempo. Le daba igual.
Pero notó una cosa,
Afuera llovía con fuerza.
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El encargado de Jack lo guió por un pasillo divertido, alegre, colorido y hermoso. Bello de verdad. Tal como su personalidad. Entre palabras animadas, su encargado le indica con quien tendrá que lidiar. Por más que esté prohibido incentivar así a los experimentos, crear con ellos una relación amorosa/amistosa/afectuosa, o ayudarlos de cualquier manera, él siempre quiso a Jack. Como a su hermanito menor. El que está muerto.
Jack es vivaz, rebosante de felicidad. Nunca se enteró de nada de lo que hacía y hace el gobierno, ni de lo que pasa afuera de su sección. Él pertenece a los únicos seres de aquel lugar a los que se les permitió vivir en la más profunda alegría; aquella que es verdadera, y no forzada. Ha vivido 17 años fenomenales, como nadie. Pobre Jack, no tiene idea de lo que deberá afrontar.
Derek, su encargado, intenta explicarle.
—Por favor, Jack, escúchame. Probablemente el experimento 7 se encargue de explicarte la situación, pero lo que verás aquí no lo has visto jamás; la realidad. La dura y cruda realidad. Y tendrás que matar a la muchacha detrás de aquellas puertas antes de las 00:00 para salir con vida. No preguntes el porqué. Es demasiado complicado ahora. De otra manera, ella te matará. Dentro de esa habitación, estás solo y lo que hagas, es sólo tu decisión. No sé si podrás con la moral, yo no podría, pero quiero que sepas que pase lo que pase, siempre serás bienvenido a la sección 9. Te queremos mucho, Jack. Todos.
Él no dijo una palabra. Sabía todo lo que Derek ha dicho. Los rumores se filtran, no es estúpido. Pero ya tiene un plan en mente.
Una cosa lo sacó de su ensañamiento,
Afuera llovía con fuerza.
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Se han encontrado sus miradas. Una inexpresiva y la otra brillante. Diferentes, pero aun así se siguen buscando. La oscuridad necesita a la luz, y la luz a la oscuridad.
—Hola. —dijo Jack.
Anna no respondió. Ni siquiera asintió. Quedó un poco deslumbrada por ver un chico. Hace años que no lo hace.
—¿Cómo te llamas?
Nada.
—Bien, probemos con algo más fácil. ¿De dónde vienes?
—...
—Quizás no es muy fácil.
—...
—Hablemos de mí. Me llamo Jack Smith, sección 9, los felices y contentos que nunca se enteran de nada pero que en realidad si lo hacen. Ja. 17 años. Toco el violonchelo y el piano. Me gusta la música y la gente. La gente que no está contaminada.
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30 experimentos.
Teen Fiction30 experimentos. 9 amores ocultos. 30 extraños. 15 días grises 14 sobrevivientes y quizás, 16 muertes.