Experimentos 3 y 4

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Zack y Brooke.

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La encargada de Brooke la condujo por un pasillo sencillo hasta una habitación hermosa, tal como las que diseña la propia chica. Moderna, luminosa y elegante.

Ella no se anda con vueltas. Le pregunta a su encargada la razón de que este ahí, a punto de conocer a un extraño, aparentemente, sin motivo alguno.

—La curiosidad mató al gato... —le contestó. Brooke negó con la cabeza y volvió a preguntar.


Sólo le comunicó que debería ser amable, linda, callada y servicial. 

—Mírame a mi, Brooke. Así debes ser -dijo la mujer mientras se señalaba.

Esbelta, linda, rubia y de ojos verdes. Servicial, amable, paciente, tolerante, obediente.-

Se habían equivocado de chica. Brooke no sería así ni a punta de pistola.

Afuera llovía con fuerza.

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El encargado de Zack lo guió por un pasillo común y corriente hacia una sala gigantesca, tanto es así que el pobre chico quedó intimidado por las dimensiones del lugar. Antes de entrar completamente, le pidió ayuda a su buen encargado, siempre piadoso con sus 'experimentos'. 

—¿Qué hago, señor? ¿Qué hago?-

—Zack, sólo ten presente una cosa. Actúa como si supieras todo lo que hará el experimento 3. No te dejes engatusar por nada de lo que ella diga o sea.

Afuera llovía con fuerza.

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De pronto, y sin saber cómo había llegado, el chico se encuentra en la sala grande, viendo directamente a los ojos grises más lindos que había presenciado en su vida.

Cayó de sopetón al suelo y la chica soltó una risita tímida.

—Soy Brooke Sake. —dijo ella.— ¿y tú eres...?

—Z-Zack Montsbury. —soltó él, rápido y tartamudeando.

—Zack, tranquilo, no estés nervioso que no muerdo. —Brooke se echó hacia atrás el sedoso cabello.


No te dejes engatusar por nada de lo que ella diga o sea, no te dejes engatusar por nada de lo que ella diga o sea, se repite Zack, como un mantra. Él piensa que ella intenta seducirlo y dejarlo fuera del juego. Pero Zack se ha decido. Nadie se interpondrá en su felicidad otra vez.

—Disculpa, necesito ir al baño.-se excusa él.

Zack camina lentamente hacia lo que según piensa, es el baño. Una vez llega, se ve en el espejo. Está pálido, demasiado blanco y flaco, y sus pequeños ojos cargados de miedo se notan ahora más que nunca. Tiene la frente perlada de una fina de capa de sudor, y su corto cabello negro esta desordenado salvajemente de manera que parece no haberse peinado.

En realidad, lo hizo. Es indigente, y está presentable porque su encargado se ocupó de que así sea. Pero aún así, algunas cosas no cambian. Su tic nervioso es pasarse la mano por el pelo.

Se lava la cara por última vez y sale del baño. Brooke está leyendo un libro. Zack no sabe de qué se trata, ya que no aprendió nunca a leer o escribir. Se dirige a la cocina con intención de comer algo mientras piensa en la manera de ganar ese dinero del que tanto escuchó. Fantasea con lo que podría hacer con él... no dejaría que su familia pase hambre y frío nunca más, le daría salud a sus cinco hermanos y sus padres, educación, ropa, un techo...al fin podrían ser totalmente felices.

La conversación que mantienen es muy vacía. Preguntas básicas como ¿De dónde vienes? ¿Qué tal te encuentras? ¿Sabes el propósito final de este día? La última no es una pregunta básica, pero para ellos, los desafortunados "elegidos", sí. Es la pregunta que no sólo se hacen en su mente, sino que la comparten con los otros.

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Pasan las horas. La habitación se encuentra sumida en el silencio. El teléfono suena y Zack contesta. Es su encargado. Tiene una terrible noticia.

El refugio en el que su familia se albergaba había sido incendiado. Todos estaban calcinados. Todos... se dice Zack, todos.

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Durante treinta minutos se dedica a gritar y a llorar encerrado en el baño. Brooke no puede entrar, pero otra llamada confirma lo que ella imaginaba; la familia de Zack había fallecido.

Brooke, siempre fuerte en sus convicciones, con personalidad y carácter, y con pasión en sus acciones, sintió por primera vez que se desmoronaba. No por ella misma, sino por él y por su propia y maldita incapacidad de soportar el dolor, incluso ajeno.

Sólo es una débil y cobarde muchacha que creyó en sus propias mentiras. No es nada de lo que presume ser, y nunca lo será. No es una artista, no es valiente, no estudió lo que le gusta, no es feliz. Y se dio cuenta en unos minutos, al verse incapaz de ayudar a Zack, o de ayudarse a si misma.

Se dirige al sofá y se queda allí, sentada, inmóvil. Apenas parpadea.

Puede haber pasado horas, pero en aquella habitación el tiempo está congelado. Se escucha como Zack sale del baño, y se para en frente de Brooke.


—Suerte —dice él con la voz quebrada.— Suerte en la vida, Brooke Sake. La mía ya ha acabado, pues no soy nada sin mi familia, y espero sinceramente que no termines como yo.

Sin darle tiempo a decir nada, Zack se mete todo el cianuro que hay en una pequeña bolsita negra en la boca. No hace falta más de dos minutos para que caiga al suelo, muerto.

Brooke se dirige hacia él, pero no importa, no hay manera de revivirlo. Justo en ese instante suena el teléfono nuevamente. Impactada, ella contesta. Es el encargado de Zack. Encontraron a su familia, herida pero viva.

Él se había suicidado en vano. Ella había visto su cuerpo golpear inerte contra el piso.

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Luego de una hora, llegan los guardias para encontrarse con el teléfono descolgado y una Brooke tiesa junto al cadáver, una Brooke que jamás volverá a ser la misma.

¿Qué importa? El gobierno ya tiene lo que quiere; un joven muerto por día.

La guerra civil se desata repentinamente. Una y otra vez en la misma habitación. Una y otra vez en las mismas cabezas, todos los días. Ya no se puede remediar. Los daños han sido ejecutados. Ahora sólo resta esperar que la sociedad no enferme más después de esto.

Por supuesto, nada de lo que esperan se vuelve realidad.

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Los experimentos 2 y 4 están muertos. Quedan 28 experimentos.




30 experimentos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora