Día 05: Pesadillas

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P.o.v. Kion

La noche fue perfecta.

Ella era quien hacía que mi vida lo fuera.

O al menos eso creí hasta que me miró como si no fuera más que basura. Maldita sea, me gustan los retos, pero retenerla un segundo más me iba a matar o dejarme en terapia por años.

«No, no quiero perderla», pensé. Entonces, sin importarme nada más, salí corriendo hacia el estacionamiento.

Ella era mi único objetivo, mi obsesión por sentirme vivo, y la idea de que tal vez sería la última vez que la vería me hizo actuar irracionalmente.

No pensé, lo admito. ¿Quién en su sano juicio lo haría? Tendrían que verla, escucharla, sentirla para entender mi desesperación.

Ella no es normal, no. Es única, y lo peor es que lo sabe a la perfección. Usa eso para enloquecerme, sabe que me tiene en sus manos, que puede destruirme y reconstruirme en un suspiro.

Sé que al final del día ella no es mía, pero yo... soy suyo. Entonces, ¿por qué juega conmigo al maldito gato y al ratón?

No quiero ser idolatrado, nunca lo pedí, pero al menos me gustaría que me mirara de la misma manera en que yo lo hago.

—¡Espera, por favor! —grité, semidesnudo, parado en medio del estacionamiento vacío.

Ella se giró a mirarme y me sonrió con esa expresión arrogante de quien sabe que hoy me destruye, pero mañana volverá a buscarme, ofreciéndome migajas de consuelo. Y yo estaré allí, esperándola con los brazos abiertos.

Así funciona el jodido círculo vicioso.

—¿Tienes algo más que rogar? ¿O no tuviste suficiente de mí en la cama? —su voz, melodiosa y venenosa a la vez, era como una droga. Sabes que te hace daño, pero no puedes resistirte a caer una y otra vez.

—Solo dime una cosa, ¿volverás con él? —intenté mantenerme fuerte, sin rogarle, pero Dios, quiero hacerlo.

Me humillaría ante ella hasta el cansancio si tuviera la certeza de que esta vez se quedaría conmigo.

Pero eso está fuera de mi alcance. Ella siempre vuelve a los brazos de ese imbécil. ¿Por qué vuelve con él? ¿No soy suficiente? Yo también la amo, sería capaz de hacer tantas cosas...

—No hace falta que te lo diga... ya sabes la respuesta —sus palabras me dieron el golpe de gracia.

Su sonrisa era una burla cruel, sus ojos verdes como esmeraldas, vacíos de compasión. Juraría que hace unos momentos, cuando la tenía bajo mí, esos ojos brillaban de amor.

Kion... Te dije que podíamos dejar esto para evitar más dolor. Ya no quiero seguir viéndote sufrir por mi culpa —dijo, bajando la mirada mientras trataba de ocultar una risita traviesa.

Maldita mentirosa... Esas palabras son puro teatro, no lo dices en serio.

A veces, desearía darte la razón y terminar con esto. Pero al final, soy yo quien te llama rogándote por una noche más.

La Guardia Del León: PROVOCATIO [Kiuli] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora