Pride Lands, Domingo, 30 de marzo de 1980
—En tan sólo algunas horas me convertiré en el hombre más dichoso de todo el mundo —dijo Kion, ajustando su corbata frente al espejo. Su traje oscuro era el contraste perfecto a la indumentaria real que portaba con elegancia.
—Mira que bonito se ve mi niño ¿No lo crees, Simba? —habló Nala, ingresando a la habitación.
Simba evitó decir palabra alguna, debido a que siempre solía quebrarse a llorar al ver al ver a sus hijos prepararse para asumir un nuevo rumbo en su vida. Por lo que, el rey sostenía su propia caja de pañuelos, alistándose para usarlos en caso de que sus emociones se desbordaran.
—Mamá, ya estoy bastante grandecito para que me digas esas cosas —Se quejó el pelirrojo torciendo los ojos.
—Se pondrá más rojo que un tomate y nadie diferenciará su cara de su cabello —Kiara hizo su aparición soltando dicho comentario, con el único afán de no perder su costumbre de fastidiar a su hermanito menor. Recordando que él le hizo lo mismo cuando fue su turno de casarse.
—No voy a contradecirte, solo porque madre está aquí y porque estoy tan feliz que podría morir hoy día sin arrepentirme de nada —La sonrisa arrogante Kion hizo reír a su hermana, cruzándose de brazos.
—Probablemente si murieras dejarías a tu linda esposa viuda y eso si que no te lo perdonaría —dijo lo último con un atisbo de diversión.
—Dejen de hablar de muerte en un día tan especial. Es mi última advertencia para los dos —El regaño fue más que suficiente para enmudecer a ambos hermanos, soltando una risita incómoda, mientras rodeaban a su madre para apaciguar el enojo de la reina.
En ese momento, Zazú intervino con su acento de voz formal.
—Sus majestades, altezas. Es hora de partir hacia la iglesia, el automóvil está esperando afuera.
—¿Estás listo hijo? —preguntó Simba con su voz tranquila ocultando un atisbo de tristeza.
—Espere por tanto tiempo, que estoy más que listo para enfrentar cualquier desafío —respondió Kion con decisión, rodeando a su padre en un fuerte abrazo —Deseame suerte papá —replicó al borde del llanto.
—Suerte, hijo mío... —Se separó mirando al muchacho de cabello rojo—. Mejor dicho... Suerte, Príncipe Kiongozi.
El príncipe asintió con solemnidad, realizando una reverencia profunda hacia sus padres y hermana, siendo Nala la que colocó una corona dorada en las sienes de su último hijo. El príncipe del pueblo.
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Paralelamente en otro lugar, las modistas finalizaban de realizar los últimos ajustes al vestido de la novia, la cual a cada rato soltaba quejidos de dolor al sentir los piquetes de las agujas que adherían las últimas pedrerías y perlas al corpiño.
—Ya recordé porque no me gusta usar vestidos —expresó Fuli tratando de mantener el equilibrio mientras la modista ajustaba el corsé—. No me dejan respirar —Se quejó tratando de recuperar el aliento.
—Señorita Fuli, la belleza cuesta, pero el sacrificio valdrá la pena. Después de todo se casará con el príncipe y quiera o no tendrá que acostumbrarse a estas vestimentas. —habló la modista con un semblante serio, como si quisiera frenar las quejas de la novia.
—No por mucho tiempo... —susurró con una sonrisa discreta.
Cuando la modista se retiró de la habitación, Fuli contempló su figura en el espejo, los encajes, la seda, los diamantes en la tela y en sus accesorios; revelaban una versión de ella que desconocía por completo. Era una nueva etapa en su vida, una en donde se sentía dichosa de obtener todo lo que siempre anhelo en su vida.
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La Guardia Del León: PROVOCATIO [Kiuli]
Fiksi Penggemar"Concédeme la oportunidad de conocernos y amarnos en todos los universos y rincones de la galaxia... Aun si eso signifique morir, estaré feliz de haber vivido esta efímera fantasía, llamada vida, a tu lado..." ▪︎ ▪︎ ▪︎ La siguiente recopilacion de...