"Nena, nena.
Qué bien te ves,
cuando en tus ojos no importa
si las horas bajan y el día
se sienta a morir" Pescado Rabioso, Bajan.
La espera fue en vano, ni Theon el acogido Greyjoy ni los campesinos llegaron a ayudarle con las frutas, los trigos entonaban el coro de la soledad al ser sacudidos por el viento. Una asamblea llamada silencio, ausencia, compromiso político y traición a aquella que siempre estaba para el pueblo.
Se hallaba sola en el momento en que los caballeros más sobresalientes de los Siete Reinos pretendían su mano, nadie se lo advertía e inocentemente disfrutaba de la ausencia de Theon y los campesinos con los que solía pasar tardes enteras. Con un trigal entre los dientes observó el trascurso del sol toda la tarde y ahora presencia su caída indómita por los gajes del cielo.La quietud parece arrasarlo todo, como si más allá en Invernalia no estaría el mismísimo Rey y un campamento conformado por varias casas de los Siete Reinos.
La soledad parece arrasarlo todo, como si aquel hombre de cabellos como el sol que hace mucho no se presentaba, no estuviera.El silbido de Mérida impacta en la quietud de las cejas de él, quien dedicado a sus armas no la mira hace rato, sorprendido se gira y deja de darle la espalda.
Hace rato ya que entre el paisaje norteño de sol en caída, perdió las razones por las cuales se quedaba allí tantas horas, tanto rato haciéndole la guerra a la cotidianeidad. Sus ojos azules en lugar de admirar el paisajismo digno de almacenarse en una memoria vacacional que acumula lugares nuevos para conocer, los centra en la melena de rizos anaranjados que varias plantas dejaron deshojadas. De entre los cabellos de Mérida Stark, leves y atrayentes hojitas verdes, se suman al ecosistema que él lleva observando toda la tarde como si el tiempo fuera suyo y no de las órdenes de la corona.
Piensa mil y un palabras para decirle y ninguna para justificarle a los reyes su ausencia.
Extiende la mano, practica en el aire dos o tres modismos extraños para volver a hablarle, hace ya tantas horas que le implantó las flechas en el centro del blanco, que él se asombró y ella se le burló por ser extranjero que son dos desconocidos, dos completos desconocidos.Si Mérida supiera quién es él, huiría sin pensarlo pero él ocultará el tiempo que sea suficiente su identidad. A lo lejos lo observa. De sedosa camisa blanca, se camufla el león ante el lobo y tiene el pelaje tan llamativo y arremolinado, tan dorado en su expresión con las manos grandes que se enlazan la prolijidad al viento y se lo humedecen con el agua de un barril roto, tan rayadas sus manos por los cortes de las flechas, que está lejos de ser un león, porque es torpe y los leones son de alta estirpe.
Hoy es un día particular y para nada indistinto. Rebozados en su máxima fertilidad los duraznos lucen entre sus bolsas y él, irresistible se le acerca.
— ¿Puedo comer uno?— el extraño extendió su mano, a lo lejos, colgándose el arco en la espalda. Hace más de dos horas que la muchacha pelirroja reposa en el jardín y el hambre crece molestando la satisfacción, quitándole la fuerza.
— Y cuando creí que te llamabas al silencio y eras de pocas palabras, abres la boca solo para expresar lo que realmente eres ¿Quieres llevártelo todo, cierto? ¿Eso es lo que quiere tu ambición?— expresó Mérida levantándose, cubriendo con una manta del similar azul de su vestido la decena de duraznos. Entre la manta y el vestido no se sabe qué está más percudido, si su madre la viera, los regaños construirían un imperio de femeneidades.
— Fui demasiado inocente al creer que no sabrías quien era. Pasaremos mucho tiempo juntos pero...— su ceño se deja caer, las pequeñas gotas de agua caen desde su cabello hasta la filosa ruta de su nariz.
— Dice mi padre que todo lo que viene después del pero no sirve. Aún así... ¿Quién es mi padre para ti? Un simple norteño ¿A quién le importa qué diga?— casi que se rió, a Jaime le habían contado acerca de la cautela que tenía Mérida para con los extranjeros, pues sabía que el dia en el que otros pisaran Invernalia, se la iban a llevar. Sin embargo, mostraba cierta simpatía, algo le buscaba.
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𝐆𝐎𝐋𝐃𝐄𝐍 𝐁𝐎𝐘 ; 𝐣𝐚𝐢𝐦𝐞 𝐥𝐚𝐧𝐧𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫
FanficDonde Jaime Lannister se enamora perdidamente de la salvaje hija de Ned Stark.