Adriana

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Todo iba bien esa tarde yo tomando una siesta, hasta que de repente siento un escalofrío recorrer mi cuerpo, la esfera, las reglas,todo están confuso y además por que seré yo la reina, aunque en estos momentos no importa demasiado supongo, me levante de mi cama y tome mis espadas me puse unos jeans algo desgastados, una blusa negra con blanco y unas botas de color gris, salí sin prisas de mi cuarto, pensando que este juego seria entretenido, después de todo no había nadie que la venciera, ya que soy una espadachin innata, nadie hará que suplique por mi vida cuando mi fin llegue yo misma me encargare de enterrar muy bien mi espada en mi corazón.
Salí en busca de algunos de esos sirvientes, que había mensionado aquella mujer, entonces me encontré con unos soldados de hielo, traían armas de fuego también congeladas, empezaron a dispararar en vano, todas las balas las corte a la precisamente a la mitad... Como pudo pasar esto una bala paso tocando mi delicada piel blanca dejando un pequeño rasguño del que salia un liquido rojo, sangre, mi sangre nunca antes en mi vida había visto sangre, entonces con mi mano libre, toque mi cara, limpiando la sangre,Lamí mis dedos, dejando un sabor algo salado y de oxido al mismo tiempo, sentí una extraña sensación correr por mi cuerpo, estaba enojada pero al mismo tiempo motivada, al fin he encontrado a alguien digno de ser mi rival, alguien que hizo que viera mi sangre por primera vez, entonces dije en voz alta:

-Ja, Ja, Ja- les dedique una mirada de satisfacción- Empecemos a divertirnos.

Empecé a cortar sus balas a medida que me acercaba cada vez mas y mas cerca, tan cerca que puedo cortarlos en miles y millones de pedacitos, los corte una y otra vez hasta que de ellos solo quedaron unos cuantos copos de nieve, fue tan divertido, cortarles pero a la vez decepcionante porque ellos no tenían sangre ni ponían cara de dolor, que lastima pensé.

El tiempo congelado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora