Sirius, el todo de Remus

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Durante toda su vida, Remus se había encerrado en los libros que tanto amaba, en mundos ficticios donde el amor, la felicidad, y la perfección eran posibles.

En bellos mundos, y perfectas historias de amor, donde aunque sufrieran, siempre había finales felices.

También les gustaban otras, donde las cosas eras complicadas, pero aún así el amor podía con todo, aunque el final fuese trágico.

Solía fantasear con que su aburrida vida, llena de gente odiosa, y puras ilusiones, pero no relaciones verdaderas, algún día sería iluminada por una persona especial, que lo amaría por la eternidad.

Esto era lo que había hecho toda su vida, conformarse con romances de personajes literarios, que le transmitían paz, y hacían que no se sienta tan sólo de vez en cuando.

Pero eso también dejaba un vacío en él. Quería tener eso. Quería tener una persona amable, tal cual para él, que lo acompañe, que lo salve. Tal vez quería a alguien que lo salve, como un príncipe azul, o a alguien que lo proteja de todo.

Y así fue, llegó su príncipe azul, llamado Sirius Orión Black. Lo conoció mucho antes, de que se convirtiera en eso para él, pero poco a poco, fueron siendo más cercanos, y para el punto en el que comenzaron una relación romántica, el otro chico ya lo era todo para él.

El joven Black lo había ayudado a aceptarse, a estar mejor durante las lunas llenas, a tomarse el colegio, un poco más a la ligera, a disfrutar de sus caricias. Sirius le había enseñado a amar, amarse a sí mismo, dejarse amar, y finalmente a ser feliz.

Orión significaba todo para John, desde el momento en que se volvieron mejores amigos. Pero a partir del comienzo de su noviazgo, Remus no podía vivir sin Sirius, lo necesitaba. Lo necesitaba para estar feliz, para sentirse completo, para sentirse suficiente, para no decaer, para no herirse a sí mismo. Lupin necesitaba a Black en su vida, si quería tener una. Pero, para eso, tenía que ser lo suficiente bueno para que Sirius se quisiese quedar con él.

Y por eso, Remus se preocupa seguido, por la opinión de Sirius, por su bienestar, y sobre todo, por cómo se sentía con él.

Ese día en específico, Remus estaba algo inseguro...

—Hola, amor —saludó, en voz baja, Sirius, entrando a la habitación, que compartía con sus mejores amigos, y su novio.

—Cariño... —murmuró Remus, para luego dejar, el libro que estaba leyendo, en la mesita de noche, y levantarse de la cama, hacia su pareja.

—Shh, no Moony, acostate, falta poco para la luna llena, y quiero que estés bien —dijo el contrario, acostando a Remus nuevamente, en su cama.

—Estoy bien —se quejó el licántropo, que sentía la necesidad de siempre ser atento con su novio, y recibirlo bien, cada que saludaba.

Sirius lo envolvió en sábanas. Se acostó a su lado, y lo abrazó con un brazo, por la cintura, mientras con la otra mano, le acariciaba la espalda.— No. Ahora vas a dormir al lado mío. Te tengo que proteger. —le dijo el pelinegro al castaño.

—No es necesario... no te preocupes por mí, no lo valgo.

—Si lo vales, esto y mucho más. Te amo, Remus John Lupin.

Sip, eran el uno para el otro.

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