—Hey, ¿ese no es tu protegido? ¿Ander Kovac?
Gabriel pasa su nariz por su mejilla, deleitándose con mi aroma a jabón y limón. Estamos en este antro oscuro al cual he aceptado venir bajo la condición de que no me toquetee. Gran error, Gaby es Gaby y, definitivamente, dejar sus manos quietas cuando estoy cerca no es su fuerte.
Llevamos 2 años juntos y casi uno como esposos, y, solo puedo decir que él ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida.
Sostengo su mano que recorre mi mejilla, y lo observo. Mis ojos miel van a ese bosque profundo en el que me pierdo y hasta me olvido de mi nombre. Quiero todo de él. A cada instante, con cada latido de mi corazón.
—No es mi protegido, sino de la agencia.
Le doy una sonrisa a ese comentario que tiene más de celos y posesividad que otra cosa. Gabriel se encoge de hombros y no le quita los ojos a mi representado. A Ander, nombrado el hombre menor de 25 años más sexy del planeta. Y, sin duda, los que lo eligieron estaban en lo correcto. No conozco a un hombre más hermoso que él a nivel físico.
—Tú lo defiendes, lo acompañas a cada lugar—replica Gabriel, siento sus celos en cada palabra que pronuncia.
—Sí, porque es mi trabajo. La agencia de Vlad me paga para ello, así como tú le pagas a Vlad para que vele por tus intereses ¿Entiendes o debo explicarlo por milésima vez?
¡Dios! ¡Acaba de hacer un puchero y quiero comerlo! Es tan hermoso cuando se pone celoso, como un osito al cual debes proteger y abrazar.
—Está con Emanuel Urich.
Volteo hacia la escena de nuevo y carajo, estamos en problemas. Emanuel y Ander se odian. El número uno y dos del circuito de tenis mundial. Un ruso y un ucraniano, un mundo de dolor y tristeza los separan. Una historia similar a la de mi Gabriel e Iván Zhukov. La única diferencia es que ellos son más bajos y menos corpulentos.
—Debo intervenir.—Doy un paso y Gabriel me detiene.—¿No ves que se van a matar?—Le digo enojado y Gabriel frunce los labios conteniendo la risa.
—Si, me parece que lo va a matar como yo te mato a ti todas las noches.
Giro mi cabeza hacia ellos. Ander y Emanuel hablan alto, se nota que se están gritando e insultando, pero a la vez están muy cerca, demasiado. Gabriel rodea mi cintura con sus poderosos brazos y me lleva hacia él para susurrar en mi oído.
—Me recuerda a mi primer beso contigo en el hospital.
Ander lo sujeta de la nuca, y sucede lo que estábamos esperando. Sus bocas se unen en un beso demencial. Chupan y muerden, se saborean gustosas. Emanuel cierra los ojos y sujeta el rostro de Ander. Ambos se están devorando ¡Carajo! ¡Y cómo lo disfrutan!
—Mierda, tanta tensión sexual descargada.
Le golpeo el brazo a Gabriel, y la verdad es que tiene razón, sin embargo, esto que parece solo un acercamiento en una discoteca oscura y alejada es el puntapié para una catástrofe.
—Tranquilo, enano. Relaja, son adultos. Déjalos disfrutar sus días libres antes de iniciar el circuito.—Trago saliva y niego.
—No lo entiendes. Emanuel hará todo lo posible por dejar en el piso a Ander. Lo hundirá.
—Bueno, al paso que van, Ander se hundirá primero en él.
—¡Carajo! ¡Para ti todo es sexo!
Gabriel me da la vuelta y busca mis labios con ardor. Me sostiene de sus brazos porque mis piernas tiemblan al mero contacto. Sí, todavía logra eso, todavía me hace estremecer cuando sus labios rozan los míos.
—Sí, todo es sexo si tiene que ver contigo. Te deseo al punto de la locura, maldita sea. Lo sabes.—Gemí cuando su boca entreabierta bajó por mi cuello—. Vámonos de aquí, ¿qué carajo haces cuidando a ese malcriado que quiere la verga de Emanuel en su boca?
—¿Y tú no quieres una verga en tu boca?—Pregunté con gracia, y de pronto, su pulgar se frotó sobre mi labio inferior regordete.
—No, primero quiero la mía en esta hermosura color cereza.
—Cálmate.
Le ruego cuando sus manos se pasean libres por mi delgada espalda. Quiero todo de él, lo deseo ahora mismo. Aquí, al lado de la barra, me sostengo del maldito banco, mientras me da con todo lo que tiene. Sé que es una locura, soy consciente de que este frenesí no es normal y me traerá problemas.
He venido por un capricho de Ander quien quería hablar con Emanuel. Traje a Gabriel porque sería imposible controlar su ataque de celos contra mi representado. No obstante, con su boca que me lleva al cielo y mi pene despierto estoy a punto de arrepentirme de eso.
El lugar está repleto de gente. En Rusia es común encontrar estos sitios, lugares alejados de todo, dispuestos a encubrir encuentros clandestinos y manoseos bajo la luz tenue.
No hay nada clandestino en lo que tengo con Gaby. Es mi esposo, toda Rusia sabe que vibro solo con sentir su respiración cerca. Hice una exposición junto a él. Ambos desnudos, liberándonos, dejándonos gozar mutuamente.
«Gozar».
Me gusta ese término, tiene algo de prohibido, algo de tabú en nuestras sociedades listas para reprimir y no para abrir y aceptar las diferencias.
La luz violeta hace que las figuras tengan luces y sombras. Me enfoco en los ojos de Gabriel una vez más y Dios, estoy a punto de venirme con esa mirada que me pide ponerme de rodillas, venerarlo, y por supuesto, hacer mucho más.
No puedo ceder todavía, he venido por Ander y este imbécil está a punto de cometer una locura más grande que la mía.
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Mi pasión rusa (Relatos de pasión de la trilogía obsesiones) +18
RomansaEn esta obra encontrarás relatos contados desde la mirada de sus protagonistas. Hombres posesivos y protectores de lo que aman. Hombres con miedos y obstáculos, no obstante, listos para la batalla. Disfrútalos, después de todo, son los rusos más ard...