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Hace 25 años

-Ya puede entrar majestad, hemos terminado con la labor de parto.

-¿Cómo se encuentra Julietta?

-Su majestad la reina está bien, un poco exhausta debido a toda la energía que tuvo que gastar, pero se encuentra muy contenta de poder tener a su hijo en brazos.

-Ah~ que bueno que todo salió espléndidamente, si me permite quiero ver a mi hermosa esposa y a mi pequeño hijo.

-Adelante, si necesita algo avíseme majestad.

-¡por supuesto!

Rápidamente cruzo la puerta de la habitación y allí la vio, su sedoso y brillante cabello rubí, sus ojos celestes y esa perfecta y perlada sonrisa. Simplemente hermosa, una mujer inteligente, fuerte y claramente la más bella de todas. Que suerte tiene, acaba de dar a luz a su hijo y aun con todo el esfuerzo que hizo no pierde su porte.

Es un poco tonto porque aun sacándole las tripas a alguien su belleza persiste aún más.

Julietta su querida reina, la reina de Akaryu. Ella es indiscutiblemente todo lo que está bien en este mundo. Como le ama.

-Hermosa dama de mi corazón ¿Cómo te encuentras?

-Jackson, me encuentro muy bien gracias por preguntar y de hecho ya estoy perfectamente ja, ja, ja. -su risa resonó por la habitación- como ya sabes nuestra raza tiene ventajas en estos casos, la rápida recuperación de energía y vitalidad es algo muy envidiable ¿no crees?

-Siendo sinceros, es realmente útil.- se acomodó en una esquina de la cama- A veces viene a mi esa duda del por qué lo humanos creen que si nos matan, podrán obtener nuestro poder...- Lo miro por un momento, era de esos cortos segundos en los que decaía un poco. Ser rey suele ser muy complicado y mucho más cuando se deben tomar decisiones.

- ¡En fin! ¿Me permite sostener al joven príncipe, mi reina?- Salió de su ensimismamiento y pregunto lo que quería hacer desde que ingreso en la habitación.- ¡Creo que mi pequeño heredero desea lo mismo que yo!- Esto fue justificado por un corto sonido de felicidad, que provino del nuevo integrante de la familia real.

-ja, ja, ja, claro mi rey permítame- con mucha gracia y delicadeza puso al pequeño niño en brazos del emocionado padre.

- ¡Eh, no sé qué decir! Julietta querida, t-ti-tiene tus ojos ¡También se parece a mí, pero eso no es lo importante! Sus ojos son un reflejo tuyo.

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Continuara.

El Rey Eterno Y Sus demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora