2 - Sofía Miller

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Ha pasado una semana más, una semana con la esperanza de ver entrar por esa puerta a Kamilla, cada día todo se vuelve más gris y más lejano.

Hice caso a Mackenzie de no mencionar su nombre, así mi hijo no se haría notar tanto, aunque aún tiene esos momentos que parece que desatara una guerra, logro calmarlo y cantarle algo para que se calme. Aún no puedo sentir que se mueve, solo son 7 semanas. Ya tiene formado su cerebro completamente, lo cual él ya puede entenderme, su corazón está más fuerte y alguno de sus órganos ya están funcionando más.

- Quiero carne término medio - exigí - que solo esté sellada por ambos lados, nada más.

Mis antojos eran cada vez más sangrientos, sentía que podía comerme una vaca viva y aun así tendría más sed de sangre.

- Ahora mismo - salió la sirvienta.

Mackenzie no venía frecuentemente, me había dicho que investigaba sobre mi bebe y que no debíamos alarmar a Drácula, que si de alguna manera la veía muy seguido conmigo pondría guardias a seguirla.

Mi vientre solo había crecido un poco más, estaba maravilla en poder presenciar tal cosa, recordé como se sentía cuando estuve embarazada de Alexia, aunque no estaba consiente totalmente, podía recordar las sensaciones. La extrañaba tanto, aún no podía creer que fuera un ángel, yo la seguía viendo como mi pequeña niña frágil. Mi alma se partió cuando leí su carta.

Recuerdo

- Déjenme salir de aquí - golpeé la puerta cuando desperté.

- Drácula, déjame salir - grité - te mataré si no lo haces.

- Tú no estás en condiciones de amenazarme - apareció detrás de mí - que no se te olvide, estás aquí solo por mi bisnieto, cuando nazca te haré pagar por mi nieta.

Me había quedado congelada, ¿sería capaz? Claro que sí, fue capaz de acabar sin mucho esfuerzo con mil ángeles, no tendría piedad con alguien que arruino a su nieta.

La mejor decisión que había tomado en mi vida, fue cuando le dije al padre que no quería seguir más con él. Me sentía bien, pero jamás tomé en cuenta que desde ese momento estaría sola, no podía defender a mi hijo sola, al menos no en el estado en el que me encontraba.

Deje que mis lágrimas me tomaran presa otra vez, nunca había llorado tanto desde que vi caer a Kamilla, esa expresión en su mirada y como cada segundo que paso nuestro lazo se fue cerrando cada vez. Busque la prueba de embarazo en mis bolsillos, pero no estaba, solo había ese pedazo de papel de mi hija.

Comencé a leerlo y fue la gota que derramo el vaso, mi hija, o el ángel, ella sabía que le harían a Kamilla, podía descifrar en sus escritos como narraba lo que le iban a hacer, yo debía haberla leído antes. Cuando menciono lo del caballero, se refería a mí, que yo debía protegerla, yo era la mejor guerrera, el mejor caballero del reino celestial y ella trataba de despertarme. Su fiesta de cumpleaños solo era una excusa para dejarnos con el terreno preparado, quería que estuviera junto a Kamilla, quería que ambas detuviéramos al padre, pero su plan había fallado, él se adelantó.

Deje que mi culpabilidad, mis miedos, la desolanza y mi dolor de haberla perdido, golpeara mi cuerpo, que hicieran conmigo lo que ellos querían, dejaría que mis sentimientos me consumieran, me permitiría ser débil y llorar, pero era la única vez que lo haría.

Fin.

- Aquí tiene señora - entro la sirvienta.

Frente a mi quedo un platillo con un gran pedazo de carne, podía ver como salía la sangre de él todavía, jamás creí comer algo así, solo de pensarlo me daba náuseas, pero mi hijo al parecer disfrutaba tanto ese momento.

Mirada CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora