Capítulo 3

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El olor de Aiden se hizo más y más denso. El ambientador que Ben rociaba habitualmente en su habitación significaba poco en presencia de Aiden. El aroma a melocotones se hizo más denso con cada día que pasaba y se apoderó de Ben con más y más fuerza. Ben pudo haber atado las manos de Aiden, pero fue Ben quien no pudo escapar del olor. Hambriento de su olor incluso durante la clase, Ben tragaba saliva seca.

Los fines de semana, ansiaba el aroma sin salir de su habitación. Cerraba las cortinas, atrancaba la puerta y comía en la cama. Sólo Aiden se alimentaba un poco, y Ben ni siquiera tocaba la comida. Una sed incontrolable lo apremiaba.

Separó los muslos blancos a la luz, sus jugos goteaban como pulpa. Cuando introdujo la lengua en el pequeño hueco, estaba cubierto de miel pegajosa. La carne que formaba la colina de su parte íntima olía a cáscara de melocotón y las membranas mucosas olían a pulpa de durazno maduro. Sus pezones suaves e hinchados por la tortura de Ben, olían a pulpa sin madurar. Al hurgar en sus pechos y su entrepierna se percibía un leve aroma a flores de melocotón, y su pene excitado y su semen tenían un aroma fresco.

Por supuesto, si lo torturaba al máximo y lo hacía venir continuamente, salpicaba agua clara, lo que hacía sonreír a Ben por el tenue olor a té de melocotón.

Estos pequeños descubrimientos divertían tanto a Ben que se tomaba su tiempo para explorar y molestar a su sujeto de pruebas a manera de un investigador profesional. Dependiendo de lo excitado que estuviera Aiden, el olor se intensificaba o se espesaba. Si jugueteaba con sus pezones o evitaba deliberadamente que se corriera, el aroma a melocotones lo seducía aún más dulcemente. Cuanto más exploraba, más interesante se volvía, y Ben nunca se cansaba de ello.

Cuando metía la lengua y sondeaba el interior al máximo, la vagina rezumaba unos jugos transparentes que empapaban las sábanas, pero Ben apretaba la boca contra la abertura vaginal para recoger hasta la última gota. El olor de Aiden era fragante por todas partes.

No contento con detenerse ahí, Ben puso todo su empeño en atormentar a Aiden. Era porque el líquido que salía cuando Aiden estaba más excitado, especialmente cuando llegaba al clímax varias veces y se exprimía hasta el agotamiento al final, era el más delicioso. Esto se debía en parte al esfuerzo que ponía en ello, pero también a que la carne de un melocotón es más sabrosa cuanto más cerca está de la semilla.

Ya ni siquiera necesitas que te toquen

A medida que alcanzaba el clímax día tras día, no era de extrañar que el cuerpo de Aiden se volviera sensible. El estímulo, que al principio dio por sentado como dolor, hizo que se le hinchara el pecho y ahora mojara las sábanas antes de sentir el dolor. Ya se había corrido cinco veces, y su verga se negaba a relajarse.

Ah... Hmm... Ugh... Hmph... Mmmng, eso... eso es... Mmmm.

Tienes un cuerpo tan travieso y eres bueno haciendo tanto alboroto

Aiden no pudo volver a sus sentidos y fue atacado por ambos lados. Tratando de contenerlo de alguna manera, agarró la sábana de modo que sus nudillos se pusieron blancos, pero su verga se puso dura otra vez y entró en celo de nuevo. Sus muslos y caderas se tensaron, apretando a Ben como si estuviera conteniendo la orina. Esto obligó a Ben a frotar la punta de sus dedos, profundamente enterrados en su próstata

Ben agregó su peso sobre su caja torácica. El corazón de Aiden, cuya respiración estaba bloqueada, latía como si estuviera a punto de salir de su pecho. Su espalda se dobló, todo su cuerpo se puso rígido como si estuviera a punto de tener un ataque, y luego se desparramó sobre la cama como un saco de ropa mojada. Aparte de sus puños extrañamente apretados, su próstata se contrajo y expulsó semen hacia adelante.

Melocotón  🍑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora