02: 𝐈 𝐖𝐀𝐍𝐓 𝐓𝐎 𝐆𝐎 𝐇𝐎𝐌𝐄

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Ahora Jack comprendía porqué siempre se hablaba de los dragones como criaturas fascinantes, increíbles y fieles; aquel dragón, el cual descubrió que se llamaba chimuelo, era divertido, curioso y estaba aún más lleno de curiosidad por descubrir quien era él, ah, también amaba que le rascaran la barbilla y detrás de las orejas, parecía un pequeño gatito mimado que necesitaba afecto a cualquier hora o se pondría gruñón e insoportable.
Lo curioso era, que al parecer su jinete, Hiccup (otro nombre para alguna mascota y no para el hijo de alguien, según él), era una versión más pequeña, y humana, de la bestia alada, también era curioso y revoltoso, pero aún le faltaba descubrir si era divertido y si realmente es una persona que disfrutaría el cariño (lo dudaba).

— ¿Y por qué demonios meterías tu varita mágica-

— Bastón mágico— corrigió, cruzando los brazos y frunciendo el ceño.

— Tu bastón mágico— prosiguió el castaño rodando los ojos— ¿por qué lo metiste dentro de algo desconocido?, por lo que escuché y veo no eres muy listo que digamos.

La última media hora se la habían pasado discutiendo el como Jack había terminado en aquel lugar, cómo era su supuesto bastón mágico y lo que le gustaba comer a chimuelo. Hiccup Hadock, el gran jinete, domador y encantador de bestias, era el líder de la aldea de Berk, se encontraba haciendo una inspección de su área como cada día, hasta que algo, o alguien mejor dicho, inusual llamó su completa atención, así que el resto de la tarde se la pasó asechando al peliblanco, siguiendo sus pasos y tratando de averiguar qué era lo que realmente buscaba en sus tierras, si buscaba a sus dragones, si buscaba dañar o si era alguien que realmente necesitaba la ayuda de alguien.
Desde hace un rato que ambos se encontraban sobre el césped sentados, con las piernas cruzadas, y mirándose el uno al otro, Frost intentaba explicar detalladamente cada momento que vivió antes de ser absorbido por el portal, pero Hiccup lo interrumpía cada vez que oía una palabra nueva, pidiendo que le explicara qué era aquello, cómo se utilizaba y cómo había sido creada; sus ojos verdes brillaban con intensidad cada vez que Jack le contaba algo nuevo sobre su mundo, y el peliblanco había confirmado que el jinete y su mascota alada eran igual de curiosos. Chimuelo se volvió dócil una vez vio a su dueño sonreír con el extraño, así que Jack acariciaba su rostro, orejas y cola cada vez que el animal se ponía a un costado suyo en busca de algún tacto.

— Estas bestias son muy cariñosas— habló, mientras el dragón reposaba su cabeza sobre sus piernas.— Es como ese dragón blanco que me lamió toda la cara cuando desperté.

— ¿Cuál dragón blanco?— Haddock preguntó confuso.

— Ya sabes, es como tu dragón pero blanco— explicó obvio, como si fuera el mayor experto en dragones del mundo.— ¿Cómo se llama la especie de ese dragón?

La pregunta fue totalmente inocente, sin intenciones maliciosas, pero cuando Hiccup se paró alterado, con emoción, y algo confundido, Jack supo que no era el único que buscaba saber que tipo de dragón era aquel que lo había despertado de su largo sueño (o desmayo). Chimuelo caminó hasta su jinete y Frost podría jurar que lo escuchó ronronear para llamar la atención de su amigo, y maldición, eso había sido lo más tierno que había oído en toda su vida, definitivamente necesitaba un dragón mascota.

— Mierda.— Soltó el ojiverde, tirando de sus cabellos hacia atrás y mirando al peliblanco con asombro—. Chimuelo es el último furia nocturna que queda con vida aquí, si viste un dragón exactamente igual a él debes decirme dónde, cómo era, de qué tamaño era y de qué color era.

— Ya te lo dije, era como Chimuelo, pero blanco.

— Tienes que llevarme al lugar donde la viste.

Frost asintió algo confundido y se puso de pie, sacudió sus pantalones y apuntó hacia el bosque detrás de Haddock.

— He caminado en línea recta desde que llegué, así que no creo que sea tan difícil llegar.— Explicó, comenzando a adentrarse entre las malesas y árboles del bosque.

— ¿Qué estás haciendo?— Hiccup preguntó, ladeando la cabeza confundido.

— Uh, ¿te muestro el camino?

El castaño soltó una risa e hizo un movimiento de manos hacia su mascota para que se acercara a él, tomó su casco y se lo colocó, montó a su dragón con experiencia y ofreció su mano al peliblanco, Jack enarcó una ceja y negó. Todo era muy distinto al trineo de Norte o a sus vuelos con el viento, y si algo sabía, era que las mascotas que vuelan solían ser algo inestables, y no gracias, una caída al día le bastaba y le sobraba; claro que eso le importó poco a su nuevo amigo, pues con agilidad bajó de Chimuelo y tomó en  brazos al peliblanco, tomándolo por sopresa, subió nuevamente a su dragón y le sonrió a Jack, quien se aferraba a su cuello con fuerza, para luego silbar y provocar que su amigo alado saliera velozmente hacia los cielos.
Lo único que pasaba por la mente del guardián era que iba a vomitar, que no miraría hacia abajo, y que el pecho de aquel jinete era bastante cómodo. Ah, también necesitaba volver a casa, encontrar su bastón e irse de una maldita vez de aquel lugar.

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