─¿Qué haces en mi habitación?Marie pregunta en el momento que consigue modular palabra, se siente adolorida y con el cuerpo sudoroso. El alcohol le ha generado un punzante dolor de cabeza y el hecho de tener a una princesa británica en su habitación, no ayuda mucho.
─Anoche...─Bea se acomoda en la cama, observando como la espalda de la castaña se tenza mientras ella fijé recordar algo que en verdad tiene muy en claro─, te caiste luego de besarme, por suerte está vez no hubo vómito en mi cabello.
─Deja de jugar, Beatrice ─Esa personalidad despreocupada y el aire encantador es algo que le parece irritante, a kilómetros le disgusta─. Te hablo muy en serio.
─Yo también, así que déjame terminar de hablar.
─No me mandes a callar de forma fina, aquí no tienes ese poder.
─¿Es difícil para ti obedecer órdenes?
─Si vienen de ti, por supuesto que sí.
Al final ambas se cambian, Beatrice utiliza un abrigo de Marie y también una de sus calzas deportivas. Sus converse se le ven mejor a la pelirroja que a ella.
─No pasó nada─Beatrice se detiene en el marco de la puerta, Marie la observa con confusión y la princesa rueda los ojos por el fastidio─. Que no hicimos nada.
Marie aguanta su risa, pero la sonrisa de sus labios delata lo mucho que la situación le divierte. La chica se inclina y deja una gorra sobre el cabello rojizo.
─Vamos por un café.
Así es como ambas acaban escapando por las frías calles de Washington, Marie se siente como una niña pequeña y Beatrice parece estar acostumbrada. Como si escaparse de la gente fuese de lo más común, "actividad cotidiana", supone Marie.
Ellas llegan a una pequeña y casi abandonada, cafetería. Marie consigue una mesa para ambas, mientras Beatrice ordena dos cafés y una tarta pequeña de chocolate.
La pelirroja se deja caer en el asiento, parece agotada por la noche anterior y Marie parece estar igual.
─¿Te quedarás en Estados Unidos hasta la fiesta de Alex?─Marie le consulta una vez que la camarera les ha dejado su orden.
─No, se supone que debería haber tomado un avión hoy en la mañana, pero realmente no importa ─Ella habla con tanta tranquilidad que Marie no puede evitar enojarse un poco, solo un poco─. No es como si tuviese algo importante que hacer en el palacio.
─¿Así que solo irás con la corriente y harás lo que te venga en gana?
─Además de linda, eres brillante.
La segunda hija no puede evitarlo, el café se atora en su garganta y debe bajarlo con un poco de agua. Jamás podría acostumbrarse a esa clase de comentarios.
─¿No eres una princesa?─La chica frente a ella solo ignora la pregunta, su vista está puesta en el bonito ventanal de vidrio, en como la gente pasea sin ninguna complicación─Te estoy hablando, sobre lo de anoche...
Las calles están cubiertas de nieve, es primero de enero después de todo y es poco común que alguna tienda este abierto. Ya de por sí es un milagro que esa cafetería lo estuviese.
─¿Nunca te has preguntado que serías si nadie te conociera?
─Bea, nací en la clase trabajadora, nadie me conocía hasta que mi madre fue presidenta.
Los ojos azules de la chica se posan en los suyos, Marie entiende su pregunta y sin embargo le aterra darle una respuesta sería.
─Yo sería periodista o tal vez psicóloga, pero estoy atascada con una corona en mi cabeza que jamás me permitiría llegar al trono─Bea hace una pausa, toma aire y luego aferra sus pálidas manos a la taza─. Henry está antes que yo en la lista de sucesión, aunque es menor que yo. ¿Entiendes?
Marie lo hace, sabe lo que es estar en la sombra de un hermano incluso cuando ella se ha comportado de forma ejemplar, esperando el momento exacto para brillar.
─¿Por qué no renuncias?
─¿Dar otro escándalo a la prensa? Además de ser la princesa del polvo, sería una niña tonta que dejó su cómoda posición...
Ahí estaba, esa atadura permanente que podía notar en la realeza. ¿Qué diría la gente? Esa era la gran incógnita de la vida en la realeza, esa era la carga por un título tan noble.
─Creo que lo que te hace feliz es lo importante, no deberías haber lo que todos esperan.
Marie murmura, sus palabras cargan cierta hipocresía ya que jamás podría seguir su propio consejo.
Así es como la tarde se escapa de sus manos, Beatrice la ha hecho andar por todos lados. Recorrer las tiendas abiertas y comprar dulces que jamás podría comprar en el palacio, Marie admira lo humilde que puede llegar a ser, como una niña pequeña.
Cuando es hora de despedirse, Beatrice se acerca lo suficiente para intimidarla, el coche tiene ventanas negras pero aún así es demasiado riesgoso.
Marie apoya su mano en el hombro de la princesa, la chica se acerca y termina la distancia entre sus labios. Es íntimo, diferente al de la noche anterior.
─Vete antes de que el regaño sea peor, debes volver a casa.
─Ya me siento en casa.
Con esa frase, Beatrice baja del auto. Mientras acomoda su gorra, la que se ha negado a devolverle a Marie, cientos de cámaras la apuntan. La princesa sonríe y agita su mano como si no acabará de devorar los labios de otra mujer.
Solo son cuestión de horas para que los medios hablen de ellas, de lo unidas que se ven y como pudo surgir una amistad tan linda a base de un desastre internacional.
Marie sostiene su teléfono y ve la cantidad de videos y fotos que la gente les ha tomado, paseando por Washington D. C.
Hay un vídeo en especial que le hace gracia, un extraño shipp entre ellas que es atacado por algunas personas; "Solo son amigas", "Ubícate, ¿y si les avergüenza?"
Marie siente que todo el mundo está hablando sobre eso, como si eso no fuese suficiente debe participar de una conferencia, acompañar a su madre y ayudar a Nora con su ensayo. Definitivamente su cabeza va a explotar, pero su corazón también lo hace cuando recibe un mensaje de Beatrice.
»Usa un vestido rojo para la reunión, ese color te queda bien«
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MISS AMERICANA & THE HEARTBREAK PRINCESS red white and royal blue
Fanfiction──── pero solo quiero a alguien que me ame, necesito a alguien que me necesite. 𝒐𝒐. donde marie ha perdido la fe en el amor luego del divorcio de sus padres, encerrandose en el trabajo. 𝒐𝒐. donde bea lleva años secretamente enamorada de la segun...