Año nuevo, Marie llevaba pensando en esa fecha tal vez más que otros años. La razón no era ninguna sorpresa, deseaba bailar, comer y beber tanto como le fuese posible, pero tal vez en el fondo existía la posibilidad de que tuviera la esperanza de encontrarse con alguien más.
Alex había corrido todo el día, su mañana fuea ajetreada por lo que ella se vio envuelta en el torbellino ocasionado por su hermano mayor. Nada nuevo.
─¿Crees qué este color este bien? ─Marie consulto mientras planchaba su falda con la palma de sus manos─ Creo que el rojo hace ver mis caderas enormes.
─Estás bien, llevas semanas insistiendo con ese vestido ─Nora afirma, en cambio June se mantiene en silencio.
Su hermana mayor, June Claremont-Diaz, era sin dudas la más guapa de los tres. Alta, cabello color chocolate y una piel envidiable, inteligente y la lista podría seguir de forma extensa. Una belleza que nadie podía negarle y un encanto para cualquier cámara. Alex y ella eran promedio, aún así su carisma los hacía resaltar.
─Te picaria con un palo para que hables, bichito.
June le sonríe en cuanto escucha el apodo, dejando de lado la aburrida revista de Vogue. Su hermana la inspecciona de arriba a bajo y luego se levanta de la cama, toma un labial rojo y corrije el color en sus labios.
─No sé a quien quieres impresionar, pero tienes que creer el cuento. Lo harás bien, enana.
Marie se observa una última vez en el espejo y luego las tres bajan en dirección al jardín de la casa blanca.
La fiesta comienza cerca de las diez de la noche, para variar Alex le ha dado al dj una gran lista de canciones de habla hispana.
Las tres chicas se encuentran bebiendo una compa de champagne, pero Alex cree que no es adecuado por lo que les consigue un poco de whisky. Marie lo agradece internamente, el sabor del champagne le repugna desde la boda real.
Las luces de colores están bañando la gran carpa blanca, Nora ha desaparecido entre el mundo de gente, su cuerpo se mueve al compas de la música y a su lado solo está presente June. Su hermana parece estar aburrienda, al menos hasta que tres figuras conocidas ingresan por la puerta principal.
Frente a ellos están el trío británico más popular del momento. El principe Henry tiene esa tímida sonrisa y en el rostro de Alex es evidente la felicidad, como un niño pequeño que por fin ve a su mejor amigo de la escuela.
Marie solo puede concentrarse en la melena pelirroja frente a ella. Su cabello esta recogido en un lindo moño, algunos mechones caen por su pálido rostro, decorando las pecas de sus mejillas.
─Hey, zanahoria. Pensé que no vendrías.
─Cierta persona me dijo que estaba pensando en mí, así que decidí venir.
Bea le sonríe y luego se acerca a ella, tocando de forma disimulada su mano. Marie le da su vaso y la pelirroja toma del líquido, dejando su labial rosa marcado en el cristal.
La fiesta avanza con normalidad, en algún punto de la noche Marie está lo suficientemente ebria para tener sus manos en la cintura de Bea mientras la chica deja caer el líquido transparente en su boca. La princesa parece no beber demasiado, solo da pequeños sorbos mientras la ayuda a ella a tomar el whisky, negandole apartar sus manos de su cintura.
El volumen de la música baja y todos paran poco a poco de bailar, Marie sonríe y acerca más la figura femenina, la chica se deja hacer y pasa su delgado brazo por el cuello ajeno. La cuenta regresiva comienza y todos gritan con fuerza, buscando a alguien cerca para besar o abrazar.
Marie se mantiene ahí, apretando la cintura ajena, su rostro está rojo y su pecho sube con rapidez. Parece que el corazón va a escapar. Su mirada busca la ajena y la princesa le sonríe, ella le toma por la mano y luego la arrastra fuera.
Sus pasos son torpes mientras escapan de la carpa, la gente las empuja por error y ambas tropiezan un poco, sin embargo consiguen salir intactas.
Mientras se escabullen, el frío les congela el cuerpo, sin embargo ninguna se queja. Beatrice la aprisiona por la muñeca y ambas acaban detrás del rosal, las palabras se congelan mientras las miradas delatan todo lo que no pueden decir.
Marie enreda sus brazos en el cuello ajeno y agradece que Bea se incline lo suficiente para besarla. Sus labios hidratados y fríos contrastan a la perfección con los de la princesa, están tibios y la acunan de una forma que no podría explicar.
La castaña muerde y tira de los labios ajenos, está lo suficientemente ebria para no pensar con claridad, solo sabe que quiere más de todo lo que esa bella mujer puede darle.
Beatrice es feroz, ruda, sin embargo le encanta. Se permite disfrutar de ella cuánto le sea posible.
Marie retrocede hasta que la espalda ajena choca contra el árbol, sus manos aprietan el contorno de sus hombros y apega su pecho al ajeno.
Cuando el beso acaba ambas se observan en silencio y luego apartan con cuidado las manos del cuerpo ajeno, arreglando sus prendas.
─Yo...─Beatrice cubre sus labios y Marie eleva sus cejas con confusión, apartando la mano ajena de su boca.
─Solo no digas nada, lo olvidarás mañana en la mañana.
Marie quiere creerle, desea que sea cierto. La sorpresa es que no pasa tal cosa.
A la mañana siguiente Marie se ve despertando con un dolor insoportable de cabeza, ojos inflamados y labios partidos. Al parecer todo es un desastre, porque en su mente siguen presentes un par de labios británicos.
─De verdad estoy muy jodida, carajo.
─Lo estás, de verdad lo estamos. ─Marie pega un brinco cuando una voz conocida se escucha a su lado. Una cabellera roja aparece entre sus mantas y entonces la menor se apresura a revisar sus prendas, agradeciendo internamente seguir vestida.
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MISS AMERICANA & THE HEARTBREAK PRINCESS red white and royal blue
Hayran Kurgu──── pero solo quiero a alguien que me ame, necesito a alguien que me necesite. 𝒐𝒐. donde marie ha perdido la fe en el amor luego del divorcio de sus padres, encerrandose en el trabajo. 𝒐𝒐. donde bea lleva años secretamente enamorada de la segun...